Crear paredes con los residuos del plátano no fue una tarea sencilla. Sin embargo, un grupo interdisciplinario se le midió a este desafío, que hoy expone con éxito.
Se trata de la producción de tableros prefabricados con base de fibras naturales resultado de desechos orgánicos, como los del cultivo de plátano.
La investigación se llevó el primer premio del concurso Corona Pro Hábitat en la categoría de ingeniería, adelantado en Medellín y Montería.
Este proyecto fue desarrollado por el Laboratorio de Estudios y Experimentación Técnica en Arquitectura (Leet) y el Grupo de Investigación en Nuevos Materiales de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, la Fundación Social Corbanacol y el Grupo de Investigación de Clima y Arquitectura de la UPB Montería, con el apoyo del Centro de Ciencia y Tecnología de Antioquia, CTA.
Los méritos que llevaron a este proyecto a ser el ganador del primer puesto fueron el impacto positivo que traerá para las familias y viviendas de la región de Urabá, el objetivo de mejorar económicamente el estado de las viviendas de esta zona del país y su base investigativa que tuvo como resultado la producción de tableros prefabricados no estructurales, elaborados con base en fibras naturales de desechos orgánicos como los del cultivo de plátano, los cuales buscan solucionar un problema ecológico y mejorar la condición económica, tanto de las familias que intervienen en esta actividad agrícola, como de las que serán parte del proceso industrial de fabricación de los mismos.
Se estima que en el país existen unas 360.000 hectáreas cultivadas de plátano, concentradas especialmente en la zona de Urabá y en el departamento de Magdalena. Durante el proceso de corte y explotación del fruto, se generan más de tres millones de toneladas métricas por año que se desechan.
Y todo ese material había que aprovecharlo al máximo, dice Darío Hincapié, director de Corbanacol, fundación de la comercializadora Banacol.
Lo que hicieron fue utilizar las venas centrales de las hojas de plátano para sacar fibras que mediante un proceso de extracción y secado permitió tener las planchas, que nada tienen que envidiarle a materiales modernos como el drywall.
"Este es un proceso muy bonito porque las comunidades trabajaron unidas con el ánimo de obtener lo que hoy estamos mostrando. Recibir el premio Pro Hábitat nos llena de orgullo y nos reta a seguir investigando mucho más, para que los tableros nos ayuden a impulsar la vivienda de interés social en la región de Urabá", explica Darío Hincapié.
El déficit de vivienda en esta zona es cercano al 45 por ciento. Por ello, la definición de nuevas soluciones y la utilización de materiales de bajo costo son trascendentales para beneficiar a los habitantes, destacó el jurado cuando otorgó el premio.
Alejandro Restrepo Montoya, del Leet de la Facultad de Arquitectura de la UPB, detalla que originalmente los materiales que se extrajeron se usaron para artesanías. Sin embargo, luego de investigaciones se consideró que las fibras se podían readecuar para tableros aglomerados, similares a los de madera que usan en la construcción.
"Lo que sigue ahora es escalar industrial y comercialmente este producto que es de muy buena calidad. Con los sellos de beneficio ambiental tenemos la idea de montar una industria porque técnicamente los tableros de este material ya están evaluados. Lo importante es que esto es un beneficio muy grande para la gente de Urabá", apunta.
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