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HISTÓRICO
Zulaica o de la defensa urbana del idioma
Mario Alberto Duque Cardozo | Publicado
Desde la semana pasada la iniciativa Acentos Perdidos ha estado circulando en Colombia. Esto dice Pablo Zulaica, su creador.

¿Cuál cree que ha sido el mayor logro de Acentos Perdidos (AP)?
"El logro fue sacar a relucir que a mucha gente sí le importa la ortografía y que ellos deben decir lo que piensan. Y en sentido más amplio, generar debate y, por medio de éste, poner de relieve las carencias de los sistemas educativos desde un capítulo tan básico como el saber escribir, que es lo que viene justo después de saber leer. "Dime cómo escribes y te diré quién eres", he oído a menudo. Porque corregir acentos es solo la punta del iceberg, apenas un símbolo de cómo se hacen otras muchas cosas, como personas y como sociedad".

La iniciativa defiende el asunto de pedir permiso y hacer la corrección de frente ¿Por qué?
"Porque cuando entras por las buenas es más fácil calar hondo. Lo impuesto no empatiza. Sea con la ortografía o con un sistema político. En Iberoamérica sabemos mucho de esto".

¿Qué piensa de los extranjerismos?
"Que están para enriquecer, no para sustituir, porque sustituir algo propio con algo ajeno equivale a empobrecerse.

Quizás no deban ser necesariamente refacciones originales, pero sí deben generarse dentro de la propia lengua, o de las lenguas que conviven en los territorios donde el español está presente. Los neologismos serán aceptados y pasarán a ser 'oficiales' sin mayor problema. Pero no voy a hacer de lingüista, ya me salí de mi campo".

Parece que el lenguaje de los sms y del chat ha hecho que la gente no aprenda a escribir y hasta se olvide de leer.
"Las nuevas tecnologías son herramientas estupendas para atrofiar mentes. Deben servir para acortar, pero no para sustituir procesos de pensamiento. La cabeza hay que ejercitarla, igual que las piernas, y si uno siempre va en coche, además de que contamina, gana peso y deshace el músculo. No es grave en sí escribir un mensaje de texto abreviado, sino lo que esta práctica provoca: que olvidemos cómo se escribe bien".

¿Cree, como sostienen algunos, que el lenguaje debería funcionar por sentido común, sin reglas ortográficas?
"Una propuesta así hace que nos planteemos el valor de la ortografía y, en nuestros caso, la revaloricemos. Siento que podría simplificarse, pero no que debería eliminarse. La etimología nos muestra muchas veces que la grafía no es banal y que transporta usos y costumbres ancestrales, puede haber muchos siglos de cultura en cada frase. Además, la eliminación de reglas sería la enésima victoria de la globalización, que en comunicaciones, turismo o en cuestiones de tolerancia está muy bien, pero, ¿y en conservación de la cultura?"

¿Ha visto que alguien, una empresa, una tienda, un político, haya corregido su publicidad?
"No, pero espero que lo hagan si el fallo es claro. Rectificar es de sabios, yo también escucho y, si procede, rectifico. No hay que tener tanto celo. Como en la cuestión del acento de Telefónica (en el logo está sin tilde), donde los argumentos del diseño, bien explicados, ahora sí se me hacen válidos.

Otra cosa es que no me convenzan: eliminar el acento cuando salimos a otros mercados, tras tanto luchar por la normalización de la eñe, se me hace una "bajada de pantalones". Y la razón, o la culpa, la suele tener el marketing, ya sabes, esa otra persona a quien nadie conoce".

¿Qué pasa con la publicidad, que piensa tan poquito en la ortografía?
"Que vicia a la gente, que es leída por todos y transforma la manera de comunicarnos porque el marketing se impuso: es más de lo mismo. Está bien que quieran que les compremos, ahí, en teoría, los ciudadanos somos dueños de nuestra decisión última. Pero la lengua, y nosotros, vamos cambiando por pequeñas modificaciones que se naturalizan sin que nos percatemos".

¿Ha pensado en corregir más que acentos?
"El acento gráfico, la tilde, es un signo muy sutil. Es una llamadita de atención, no es tan intruso como una v pegada encima de una b errónea. Personalmente, me centro en los acentos, pero tengo documentadas otras calamidades. Además, el acento es el abanderado de la falta de ortografía. Así como la falta de ortografía es la abanderada de muchas otras carencias, tanto educativas como actitudinales, personales y también colectivas. Un acento tiene por sí solo mucho significado. Tanto para el que lo usa como para el que no. Puede decir más de la persona que lo usa o evita, que el peinado o la moda que lleva".
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