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En el Oriente antioqueño mantienen la tradición de los muñecos de año viejo que hoy “tienen las horas contadas”

Mientras que en Medellín comprar los tradicionales muñecos es una odisea, en Rionegro los venden por docena.

  • En el Oriente antioqueño mantienen la tradición de los muñecos de año viejo que hoy “tienen las horas contadas”
  • Mono, uno de los pocos añoviejos que EL COLOMBIANO encontró en el Aburrá. FOTO: Camilo Suárez.
    Mono, uno de los pocos añoviejos que EL COLOMBIANO encontró en el Aburrá. FOTO: Camilo Suárez.
  • Uno de los vendedores de muñecos añoviejo en la glorieta del aeropuerto le da los últimos detalles a una de sus artesanías. FOTO: Camilo Suárez.
    Uno de los vendedores de muñecos añoviejo en la glorieta del aeropuerto le da los últimos detalles a una de sus artesanías. FOTO: Camilo Suárez.
  • El mini añoviejo Pinturita comercializado en redes sociales. FOTO: Cortesía.
    El mini añoviejo Pinturita comercializado en redes sociales. FOTO: Cortesía.
31 de diciembre de 2022
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Como si fuera una fotogénica fiera posando para una revista de vida salvaje, Mono se halla recostado bajo el sol decembrino contra un tronco y parece observar la quebrada Doña María, en medio del bullicio del barrio El Rosario, de Itagüí.

Con su mejor facha, que incluye chaqueta negra, tenis a la moda, un cajoncito para depositar monedas y un gesto en la golpeada cara que denota una risa socarrona, Mono está relajado pero ignora que su efímera existencia tiene las horas contadas. Cuando los relojes marquen la llegada del nuevo año, su “sacrificio” será inevitable, como acto de simbolismo para desechar todo lo malo que pasó en 2022 y proyectar un mejor futuro para 2023.

Pero que quede claro que Mono no es un animal exótico, sino uno de los muñecos de añoviejo que para finales de este 2022 se siguen viendo, aunque a veces parecen escasear en el Valle de Aburrá.

Nos pusimos la tarea de buscar a los populares añoviejos, que aún continúan siendo la excusa en algunos barrios para que los muchachos pongan “peajes” con los que consiguen plata para rellenar las incendiarias figuras.

En las empinadas calles de Caldas, Itagüí, La Estrella y Medellín –donde hace unos años era común encontrar añoviejos incluso desde el 20 de diciembre– los muñecos no aparecen con la frecuencia de antes.

Según los vecinos, se ven de vez en cuando, pero ante el asedio de las autoridades que buscan incautarlos por estar cargados de pólvora, se “escabullen” rápidamente como si sus flácidas piernas cobraran vida.

“Tienen que meterse más adentro pa’ ver si encuentran uno o esperar a ver si por la noche los sacan”, recomendó una vecina refiriéndose a los muñecos, como si de escurridizas criaturas se tratara.

Y es que el bajón en la presencia de añoviejos tiene hasta inquietas a las autoridades encargadas desde años anteriores de perseguirlos.

“Para estas fechas ya tendríamos varios decomisados, pero nada. Vea, uno patrullando recuerda que antes veía la gente con garrafas en las fiestas, pero hoy a duras penas los ve con una botellita para todo un gentío. Con todo tan caro a la gente ya ni le queda plata para gastarla en muñecos”, comentó un suboficial en Itagüí tratando de explicar el fenómeno.

Mono, uno de los pocos añoviejos que EL COLOMBIANO encontró en el Aburrá. FOTO: Camilo Suárez.
Mono, uno de los pocos añoviejos que EL COLOMBIANO encontró en el Aburrá. FOTO: Camilo Suárez.

No obstante, y parafraseando una canción de Héctor Lavoe, todos comentan pero nadie delata que a medida que se acerca el fin de 2022 la presencia de los muñecos se hace más masiva en las calles de los sectores populares del Aburrá para servir a todos aquellos que los queman y buscan dejar atrás los momentos funestos que los aquejaron este año, mientras la existencia de ejemplares como Mono se consume entre el humo del aserrín y los estallidos de la pólvora.

Rionegro, oasis de añoviejos

Pero mientras en el Aburrá la tradición parece fluctuar, en Rionegro se mantiene intacta. Una “legión” de más de 60 añoviejos que parecen exhibidos como en una vitrina en la glorieta del aeropuerto así lo confirman. Su número irá incrementando llegando incluso a la autopista Medellín-Bogotá.

Moviéndose de un lado a otro mientras buscan atraer su clientela, James Alzate y Esteban Sánchez (oriundos de la vereda La Playa de Rionegro) explican detalles de la venta de los icónicos muñecos.

Alzate señala que él y su familia están dedicados a la elaboración de los muñecos desde hace 17 años. Para la producción de los mismos, según indicó, se prepara desde el mes de noviembre. También indicó en la misma se usan una especie de paja obtenida de hierbas secas de las vegas vecinas, dejando del lado el aserrín porque “bota mucho humo y no se prende tan bueno como esta paja”.

Ambos hombres señalaron que los añoviejos se consiguen en promedio desde $50.000 en adelante, todo depende de lo que el cliente quiera que el muñeco tenga ataviado y de que tan original se vea.

Uno de los vendedores de muñecos añoviejo en la glorieta del aeropuerto le da los últimos detalles a una de sus artesanías. FOTO: Camilo Suárez.
Uno de los vendedores de muñecos añoviejo en la glorieta del aeropuerto le da los últimos detalles a una de sus artesanías. FOTO: Camilo Suárez.

“Acá todo se hace según el pedido del cliente. A veces pasan un día y nos dicen como lo quieren y nosotros se lo tenemos listo para el otro, aclararon a la vez que añadieron que entre sus clientes figuran desde famosas modelos hasta jugadores del fútbol local que llevan los añoviejos a sus fincas de reposo.

Vanegas vaticinó que Lionel Messi y el presidente Petro ocuparán los honores de personajes favoritos del año.

Sobre Petro, James recordó una anécdota protagonizada por el presidente: “Petro vino una vez a la ciudad y al pasar por acá quiso comprar un muñeco. Estaba buscando uno de Uribe, pero no lo encontró. Al que sí encontró fue un muñeco de él mismo, al principio le dio como piedra, pero luego se río. Al final se llevó otro muñeco”.

Los fabricantes consultados aseguraron que no usan pólvora en los rellenos, no solo porque está prohibido por las autoridades –y gracias al cumplimiento de la norma pueden estar en un punto tan estratégico– sino también porque no quieren que por culpa de la pólvora en sus creaciones, se causen posibles tragedias pues esta es una tradición que para muchos sirve para despedir el año de la mejor manera.

Pinturita, el añoviejo para “espantar el mal gobierno” local.

Bajo el eslogan “no se trata de política, se trata de quererte”, un grupo de empresarios está comercializando por redes sociales bajo la etiquetta #Medmor” un mini “añoviejo” llamado Pinturita.

“Mis papás me dicen ‘Pinturita’ porque gobierna más un muñeco de trapo que yo. Vengo del ‘Tricen’ y tengo una ‘toxirelación’ con el GEA”, se lee e la descripción del producto que surgió de la preocupación que a sus creadores les genera el “balance de deterioro y desgobierno” que ha dejado esta alcaldía en Medellín.

“Más que ser un negocio que dé una rentabilidad, es la oportunidad para unirnos como ciudad por medio de los símbolos y dejar atrás este mal gobierno”, apuntaron desde #Medmor. Los creadores del pequeño añoviejo han explicado que las ventas del “Pinturita” ha sido todo un éxito y han superado sus expectativas.

El mini añoviejo Pinturita comercializado en redes sociales. FOTO: Cortesía.
El mini añoviejo Pinturita comercializado en redes sociales. FOTO: Cortesía.

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