Tres décadas y media de la política del hijo único en China vieron su final ayer con el anuncio del Partido Comunista (PCCh), de que todas las parejas —en todo el territorio—, podrán tener dos hijos, un cambio con el que busca frenar el envejecimiento de su población.
En un comunicado de su Comité Central, reunido durante los últimos cuatro días para decidir la planificación económica y social del lustro 2016-2020, el partido informó de la histórica decisión que da continuidad a medidas de relajación de esta normativa puestas en marcha desde 2013.
Quedan ahora formalismos para que la reforma a esta ley entre en vigor, toda vez que debe ser aprobada por la Asamblea Nacional Popular. Dado que el poder de decisión reside en la cúpula del partido, el Legislativo no contraría ninguna de sus reformas y por eso se considera trámite lo que sigue en esta coyuntura.
Según la conveniencia
En anterior diálogo con EL COLOMBIANO, Enrique Posada, director del Instituto Confucio de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, explicó que la política del hijo único se inició en 1979 —tras la muerte de Mao Tse Tung, que era reacio a esta, en el 76—, y se aplicó para reducir los problemas de sobrepoblación del gigante asiático, que eran vistos como un posible obstáculo al progreso económico.
“La norma entró en vigor con Den Xiaoping, junto con la apertura económica. Se impuso, además, la política del matrimonio único, con lo que desde los 80 era muy estricta la normativa, aunque eso fue cambiando en años recientes”, afirmó.
Pero tal como agregó Posada, el control de natalidad se había implementado casi desde los inicios de la República Popular China. El académico explicó las estrategias que utilizaba el gigante asiático:
“El aborto ha sido legal, y la medida no contravino ninguna de las tradiciones. Los preservativos gratuitos. El Estado había incentivado la soltería y daba facilidades en exención de impuestos a quienes no se casaban. Eso ya era latente desde los años 60”.
Pero en los últimos años la situación fue totalmente contraria, con la población envejeciendo y el gigante económico e industrial viendo un importante lastre en la falta de mano de obra joven para sostener su productividad.
Así, Sin Kit-I, experta en mercados internacionales de Ruta-N, y ciudadana china radicada en Medellín, consideró que “una sociedad sostenible requiere una proporción adecuada de personas en edad laboral, y la norma del hijo único sembraba riesgos en esta proporción. Estaba bien en esa época, para controlar la natalidad alta, pero ahora era un obstáculo al desarrollo”.
Para Sin, los más contentos con esta medida son, por supuesto, “los padres y madres a los que les da la añorada oportunidad de tener más descendencia, porque China es una sociedad de familias tradicionales, donde todo está centrado en asegurar el porvenir de la siguiente generación”.