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Escepticismo sigue siendo la palabra que describe la reacción del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, sobre las denuncias de ciberataques de Rusia a la campaña de noviembre pasado.
Según le dijo ayer el magnate al periódico The New York Times, la polémica alrededor de ese hecho es una “cacería de brujas” orquestada por sus adversarios. “China ha lanzado en el pasado ataques informáticos y robado la información de 20 millones de empleados públicos y nadie habla de ello”, comparó.
Después de dar esas afirmaciones, Trump planeaba recibir en Nueva York un informe del director nacional de Inteligencia, James Clapper; del director de la CIA, John Brennan, y del FBI, James Comey, sobre detalles de la injerencia rusa.
No obstante, antes de que el líder conociera el documento, la cadena de noticia NBC filtró detalles entregados por “un alto funcionario de inteligencia estadounidense con conocimiento directo”.
Entre lo que dijo está que altos funcionarios rusos celebrando la victoria de Trump, que había material interceptado “altamente clasificado”, metas a largo plazo para lograr la victoria del magnate y material demócrata robado a WikiLeaks.
De acuerdo con Jhon Marulanda, experto internacional en seguridad, el informe clasificado, cuyos apartes podrían conocerse la próxima semana, puede abrir una larga polémica sobre la veracidad de lo investigado, los vínculos de Trump con el actuar ruso y los efectos sobre su legitimidad como presidente.
Por lo pronto, a dos semanas de que Barack Obama deje el poder, preocupa no solo el futuro de la relación con Rusia y que la atención sobre los ataques informáticos se desvíe, sino qué tantos intereses tendrán las nuevas directivas de las agencias de Inteligencia con Moscú.
Marulanda ve con inquietud los nombres de los nominados a las carteras de defensa y seguridad. Rex Tillerson, secretario de Estado, tiene estrechos vínculos con el presidente ruso, Vladimir Putin. De hecho, él mismo le impuso al norteamericano la medalla de la Orden de la Amistad. Entretanto, Michael Flynn, consejero Nacional de Seguridad ha dicho con insistencia que Estados Unidos necesita trabajar más cerca con Putin para derrotar a la insurgencia islamista.
Él experto llama la atención de que, pese a ese escenario, el presidente de Estados Unidos tiene controles desde todos los sectores del establecimiento, por lo que las agencias de inteligencia no irán como ruedas sueltas de los intereses nacionales. Eso sí, prevé, habrá confrontaciones por las visiones sobre seguridad y política exterior.
Sobre ese control, Adam Segal, director del Programa de Política Cibernética del Consejo de Política Exterior, un centro de análisis norteamericano, escribió en su blog que el Congreso ejercerá presión, ya que el país deberá disuadir, contener y controlar los conflictos por espionaje con Rusia, que “tienen el potencial de escalar a ataques destructivos”.