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Una cola interminable rodeó desde el amanecer de este lunes al Memorial José Martí en la Plaza de la Revolución, en La Habana, donde miles de cubanos con rostros de tristeza, emoción contenida y lágrimas acudieron a rendir tributo al comandante, cuyo legado es “eterno” e “inmortal”, dijeron.
Puntual, a las nueve de la mañana (igual hora en Colombia), el memorial abrió sus puertas y los primeros fieles al comandante, muchos entre llantos y otros con la mano en el pecho, comenzaron a desfilar frente a uno de los tres puntos de homenaje instalados, casi idénticos, con flores blancas, imágenes de Fidel, y sus condecoraciones.
No estaba la urna con las cenizas del comandante, como muchos en la fila esperaban. Aunque los restos cremados de Fidel sí viajarán a partir del miércoles por la isla, hasta Santiago de Cuba, en el oriente de la isla y cuna de la Revolución, donde se celebrará su funeral el domingo.
“He venido a cumplir con mi deber patriota y revolucionario, en honor a nuestro comandante en jefe, quien murió como comandante invicto”, afirmó a Efe Jesús, un hombre de 85 años que colaboró con la lucha clandestina antes de la Revolución en la ciudad Ciego de Ávila.
Recordó con cariño esos años en que conoció a Fidel, antes de convertirse en comandante en jefe de la Revolución, a quien describió como un hombre “humilde, alegre y campechano” que se convirtió luego en un líder mundial cuyo legado “estará vivo por siglos”.
Su “compañera de lucha”, Mercedes Cabrera, ayer lo acompañó a homenajearlo: “Fidel nos enseñó a luchar y a ayudar a ancianos, niños, pobres y humildes. Él dijo desde el principio que esta Revolución era de los humildes y para los humildes y así ha sido”, afirmó Cabrera, que integró el Ejército Rebelde en los años de la lucha guerrillera en la Sierra Maestra.
Tampoco quisieron dejar de despedirse del comandante estudiantes de secundaria como Idoliris, de 16 años, quien, mientras esperaba en la larga cola para entrar al memorial, sintió “tremendo orgullo” de poder despedirse de Fidel y “tremenda pena” por haber perdido a un líder de su magnitud, aunque “su recuerdo estará siempre presente”.
Aunque el principal acto de tributo a Castro tiene lugar en la Plaza de la Revolución, los homenajes al líder socialista se repiten en otros puntos de La Habana, de la elegante zona de Cubanacán al popular barrio de Marianao.