“¡No le tengo miedo!” Con voz firme y el dedo índice apuntando a Jair Bolsonaro, la senadora Simone Tebet salía en defensa de una periodista que acababa de ser insultada por el Presidente de Brasil en pleno debate electoral.
Era la noche del 29 de agosto, primer cruce televisado de candidatos, cuando muchos brasileños descubrieron a Tebet: una mujer blanca de cabello oscuro, 52 años, abogada y profesora universitaria, que en su primera campaña presidencial sorprendió.
La senadora quedó tercera en la primera vuelta del 2 de octubre, con 4% de los votos, muy por detrás de Luiz Inácio Lula da Silva (48%) y Bolsonaro (43%). Pero obtuvo 4,9 millones de votos, cuando la diferencia entre ambos archirrivales fue de 6,1 millones.
Se convirtió así en la candidata a ser cortejada. Y ese pulso, con el antecedente de Bolsonaro en televisión nacional, lo terminó ganando Lula.
La candidatura de Tebet fue erigida por partidos de centro, y apoyada por una parte del ‘establishment’ brasileño como un intento de quebrar la polarización entre Lula y Bolsonaro.
Tebet es oriunda de Três Lagoas, ciudad de 125.000 habitantes de la que fue alcaldesa entre 2005 y 2010, en Mato Grosso do Sul (centro-oeste), Estado donde la economía gira en torno del agronegocio.
La senadora, madre de dos mujeres y casada con un político de Mato Grosso do Sul, había tenido un papel destacado en la comisión parlamentaria que investigó en 2021 la gestión de la pandemia por parte del gobierno, donde se enfrentó con aliados de Bolsonaro. Además, en el Senado fue la primera mujer en presidir la comisión de Constitución y Justicia, considerada la más relevante.
Pero el salto hacia una mayor proyección fue su candidatura presidencial, empujada como alternativa de la “tercera vía”. Supo “llenar una laguna que estaba vacía”, le dijo a la AFP Marco Antonio Teixeira, profesor de ciencia política de la Fundación Getulio Vargas en Sao Paulo.
Tuvo éxito porque “se presentó como una tercera opción real, contundente en las críticas a Bolsonaro y al Partido de los Trabajadores (de Lula) de forma equilibrada, no buscando solo la confrontación”, destacó Teixeira.
En los debates plantó cara a Bolsonaro, a quien le pidió respeto para las mujeres, algo que le valió visibilidad y terminó ayudándole a arrebatar el tercer lugar al centroizquierdista Ciro Gomes, a contramano de lo que señalaban las encuestas.
Hasta la mitad del mandato de Bolsonaro, Tebet apoyó a su gobierno en el 86% de las votaciones que pasaron por el Senado, inclusive el proyecto que extendió el porte de armas alrededor de propiedades rurales, según reveló el portal Agência Pública.
El quiebre con el Ejecutivo se produjo cuando Tebet, propietaria de tres haciendas –una de ellas en un área reivindicada por un pueblo indígena que habita en el territorio de Mato Grosso do Sul–, se integró a la comisión parlamentaria sobre la pandemia, que en Brasil dejó más de 680.000 muertos.
Durante la campaña de la primera vuelta, la senadora prometió dar transparencia a fondos multimillonarios administrados por el Congreso, aumentos en la inversión en ciencia y tecnología y un programa de becas para que jóvenes se formen en la educación intermedia, como estímulo para enfrentar la deserción escolar.
Ahora, mientras analistas aseguran que Lula debe girar hacia el centro y hacer gestos a la derecha para conquistar nuevos apoyos, Tebet –una católica que se autodefine feminista, pero que en el pasado dijo que Brasil “es conservador y no está listo para discutir el aborto”–, se presenta como una carta valiosa.
Ahora bien, cuando formalizó su apoyo a Lula para la segunda vuelta del 30 de octubre, dejó claro que esa decisión no significa claudicar a la construcción de una nueva vía. Su partido, Movimento Democrático Brasileiro, optó en cambio por la neutralidad.
“Lo que está en juego es mucho mayor que cada uno de nosotros”, jQustificó Tebet.
La senadora dijo que votará a Lula por su “compromiso con la democracia y la Constitución”, algo que “desconoce” en Bolsonaro .