La evacuación de miles de personas que se encuentran en los barrios rebeldes de Alepo, sitiados por las fuerzas gubernamentales sirias, comenzó ayer tras alcanzarse un nuevo acuerdo de alto el fuego que no evitó algunos disparos entre ambos bandos.
Las ambulancias iniciaron las tareas de traslado de heridos por la mañana y los autobuses movilizaron a otras personas que se encontraban en los barrios orientales de Alepo, en el norte del país, informaron el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), los rebeldes y el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Según la televisión oficial siria, se espera que unos 4.000 combatientes acompañados de sus familias y 9.000 civiles abandonen Alepo en este operativo. Pero al cierre de esta edición, el presidente de la vecina Turquía, Recep Tayyip Erdogan, había confirmado solo dos evacuaciones, una de 1.150 y otra de 1.200 personas. En ambos casos los autobuses se dirigieron a la ciudad de Idlib, 50 kilómetros al suroeste y en control de la oposición.
La ONU anunció ayer que supervisará y asistirá las labores de evacuación, después de haber recibido una invitación por parte de Rusia, anunció en una rueda de prensa en Ginebra el responsable humanitario para Siria, Jan Egeland.
La primera tanda de evacuados salió de las zonas sitiadas a través del corredor de Al Ramusa-Ameriya, que cruza el sur de la ciudad, con destino al oeste de la provincia de Alepo, según informaron las fuerzas rebeldes.
Paralelamente a este proceso, y a pesar del alto el fuego acordado entre las partes, se registraron algunos ataques de los dos bandos.
Y para más preocupación, el enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, alertó que hay todavía 50.000 habitantes atrapados en el este de Alepo, ante el asedio y bombardeos del régimen.