No. Esa fue la respuesta contundente del Consejo Europeo ante el plan de Reino Unido para su retiro de la comunidad política. La negativa se dio tras una cumbre en Salzburgo, Austria, en la que la primera ministra británica, Theresa May, esperaba que aceptaran su “Plan Chequer” para suavizar los efectos del Brexit –salida del Reino Unido de la Unión Europea– decidido por los británicos en un referendo en 2016.
Entre las propuestas de dicho plan, que el Consejo Europeo rechazó, destaca el establecimiento de una frontera “suave” entre Irlanda e Irlanda del Norte. Este último país, como parte de Reino Unido, quedaría aislado económica y políticamente de su vecino cuando se concrete la salida británica el próximo año. Esto dificultaría la relación entre dos naciones que coexisten en la misma isla y recién firmaron un acuerdo de paz en 1998, por lo que Inglaterra busca que la frontera entre las Irlandas se mantenga sin aduanas.
Otra de las peticiones desoídas de Londres es que se mantenga el libre comercio de bienes entre Reino Unido y la Unión Europea, en lugar de una ruptura total. El presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk, señaló que “esto minaría el mercado único” al permitir la libre circulación de bienes, pero no de personas, servicios y capitales, como plantean ese instrumento de integración.
Rafael Piñeros, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Externado, explica que esta propuesta es una movida de May para “encontrar un punto intermedio, entre los que proponen una separación radical y quienes piden que se reverse el Brexit”.