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Con uno de estos tres escenarios puede despertar Venezuela el lunes

El silencio de la oposición sobre sus acciones luego de la Constituyente sube la incertidumbre.

  • Mientras se revela la estrategia de la oposición frente a la Constituyente del domingo, la protesta es la solución de muchos. FOTO efe
    Mientras se revela la estrategia de la oposición frente a la Constituyente del domingo, la protesta es la solución de muchos. FOTO efe
30 de julio de 2017
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A pocas horas de que Venezuela vote por 545 asambleístas que decidirán cómo darle un giro a la Constitución de 1999, la tensión se generaliza. Mientras el Gobierno anunció que dará prisión de hasta 10 años a quienes salgan a protestar en contra de la Constituyente, la oposición desafía al oficialismo con una “escalada” de las manifestaciones callejeras que exigen retirar la propuesta de Nicolás Maduro.

Con la “gran toma de Venezuela”, a la que sectores opositores convocaron en todos los estados, los ciudadanos lograron bloquear vías neurálgicas de la capital venezolana, mientras los supermercados se mantuvieron repletos, temiendo que cualquier cambio constitucional agrave la escasez de productos básicos.

La Iglesia católica reiteró su rechazo a los comicios de este domingo 30 de julio, y dijo en un comunicado que solo serán “un instrumento parcializado y sesgado que no resolverá, sino que agravará los agudos problemas del alto costo de la vida, la escasez de alimentos y medicamentos que sufre el pueblo”.

Entretanto, Estados Unidos le pidió a las familias de su personal diplomático en Caracas “dejar ese país” y el presidente de la Eurocámara, Antonio Tajani, amenazó con sanciones a “altos funcionarios venezolanos” si Maduro persiste en su iniciativa, que techan de “anticonstitucional”.

Las expectativas para el sábado y el domingo son inciertas. “Solo hay un común denominador entre todos los que tienen divisiones, y es que si algo va a pasar, pasará este fin de semana, y que, sea lo que sea, el lunes el país amanecerá en otra dimensión”, mencionó Carlos Romero, politólogo e internacionalista de la Universidad Central de Venezuela.

¿Cuáles son los escenarios más factibles?, ¿cuáles serían los efectos cada uno para esa nación?

Un gobierno paralelo al de maduro

Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio Venezuela de la Universidad del Rosario, no cree en las salidas violentas para el país vecino: “la oposición ha sabido jugar sus cartas para quitarle legitimidad al Gobierno. Primero lo llevaron a un referendo revocatorio y luego a una consulta en la que más de siete millones de personas rechazaron las propuestas de Maduro”.

Quienes están en desacuerdo con la Constituyente han sabido reinventarse a pesar de los obstáculos jurídicos que el Ejecutivo y la Rama Judicial les ha puesto en el camino y, en esa medida, lo más probable para este experto es que en dos días o menos haya un gobierno paralelo en Venezuela: una Asamblea Constituyente, impuesta por el Gobierno, pero también un Parlamento de mayoría opositora que apoya el 80 % de la población; un presidente (Nicolás Maduro), que pierde cada vez más popularidad, y un llamado a elecciones presidenciales por parte de la Asamblea Nacional, que se harán muy seguramente haciendo caso omiso a las restricciones del oficialista Consejo Electoral.

“Eso llamaría a una fractura del establecimiento venezolano. La pregunta es: ¿hasta que punto las fuerzas armadas sostendrán un régimen que ya no puede sostener a su ciudadanía?”, interroga Rodríguez.

Reinicio de los diálogos con el gobierno

Las puertas de un posible diálogo entre Gobierno y oposición no se han cerrado del todo. El diputado Juan Andrés Mejía contó que los legisladores han estado enviándose mensajes con el Gobierno, por medio de los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero (España), Martín Torrijos (Panamá) y Leonel Fernández (República Dominicana), pero que hasta ahora “no ha habido respuesta positiva”.

Las condiciones siguen siendo las mismas que hace un año, cuando el intento se echó por la borda: la libertad de presos políticos, el llamado a unas elecciones regionales retrasadas y, ahora, que el Gobierno desista de la Constituyente.

“Si cancela la Constituyente sería una oportunidad para Maduro de lavarse la cara ante el mundo” afirmó el líder opositor Henrique Capriles, que antes se había mostrado reacio a los diálogos.

“El diálogo es la única forma de resolver los problemas de este país sin irse a las armas”, continuó María Teresa Belandria, internacionalista venezolana y asesora en seguridad y defensa para la oposición. No obstante, advierte, cualquier intento será extremadamente lento y repleto de difíciles consensos, lo que retrasará aún más una solución a la crisis del vecino país.

Insurrección motivada por las divisiones

Si los planes del Gobierno persisten el domingo con la Constituyente, su estabilidad corre el riesgo de tambalear a partir del lunes, afirma Carlos Romero, de la Universidad Central de Venezuela. “La Constituyente no es la panacea para lograr un equilibrio de poderes. Es la apertura de un gran control en manos de uno solo”, añade.

Al riesgo normal que corre el oficialismo, se suman las profundas divisiones en la oposición y entre los militares, que podrían animar una insurrección. “Hay algunos que creen que debe haber una salida política, pero hay otros sectores que ven en esta coyuntura la oportunidad de un golpe militar”, advierte Romero, y detalla que mientras los diputados Julio Borges y Henry Ramos no se niegan a negociar, María Corina Machado y Capriles son más reacios y piden que Maduro se vaya ya.

Ahora bien, en la oposición tampoco existe un líder que esté por encima de esas fracturas y que tenga la representatividad para enfrentarse de tú a tú con Maduro en un escenario como un golpe.

Esa posibilidad, no obstante, es extrema y conduciría a un agravamiento de la violencia que hundiría más al tercer país más inseguro del mundo.

Por eso, Rafael Arráiz Lucca, historiador e intelectual venezolano, cree que aunque cualquiera de las salidas es difícil de prever, “sea la que sea”, no puede perder de vista lo esencial: que Venezuela no debe entrar en un régimen monárquico, donde la voluntad del presidente es la ley, “como si estuviéramos cuatro siglos atrás”, y que sea quien sea el que quede en el poder, su objetivo primordial será cumplir con la Constitución vigente (1999).

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