Por John Saldarriaga
La muerte solo significa “el descanso, la inmovilidad eterna, la nada”. Estas palabras las expresó Fidel Castro cuando no tenía barba, sino apenas un bigote recortado, en una carta a su novia Naty Revuelta. Ahora, él es uno de los habitantes de aquella nada.
Era 1953. El revolucionario era entonces un muchacho de 27 años y estaba en la prisión de la Isla de Pinos, donde pagaba con encierro la osadía de haberse tomado, sin gafas y casi a ciegas, el Cuartel Moncada.
Él, que aludía de esa forma a la muerte, siempre la tuvo cerca. No solo por su actividad guerrillera, en la que se salvó varias veces de irse a “la inmovilidad eterna”; ni por los 638 atentados, entre intentos y consumados, que se planearon para acabar con su vida,...
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