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El aislamiento obligatorio para contener el avance del coronavirus ha llevado a un cambio en el volumen y el comportamiento en la compra de carne de cerdo y pollo en el país.
La menor dinámica en hoteles y restaurantes (canal horeca) ha afectado el consumo de carne, lo que se traduce en un reducción de las ventas y en una afectación de la demanda de ambas proteínas, con un mayor impacto en el negocio de pollo, porque es en este canal en el que tiene una mayor representatividad.
“El menor costo relativo de la carne de pollo hace que sea de uso intensivo en puestos de comida callejera y los puntos de venta conocidos como corrientazos, de gran relevancia en las capitales”, se lee en el informe del grupo de investigaciones económicas de Bancolombia.
Los analistas explicaron que desde la gesta hasta el sacrificio, el ciclo del sector porcícola comprende aproximadamente 40 semanas, mientras que la producción de carne de pollo comprende un periodo de unas 10 semanas (incluyendo incubación).
“Esto significa que en el caso del negocio avícola de carne, de mantenerse una cuarentena que alargue el cierre de restaurantes, la oferta local se ajustaría a la baja más rápidamente de ser viable una reprogramación de pedidos con sus proveedores o unidades de negocio de genética propias”, se lee en el reporte.
Por su parte, la oferta de carne de cerdo, al tener un ciclo más largo, mantendría una dinámica creciente, a menos que el ajuste se dé por la vía de la disminución de las importaciones, que equivalen al 21 % del consumo nacional.
“Una mayor tasa de cambio del dólar, el déficit de proteína en China y el reciente cierre de algunas plantas de sacrificio en Estados Unidos (por cuenta del coronavirus) llevarán a menores importaciones de carne de cerdo y sus subproductos”, anotaron los investigadores económicos, quienes destacaron como la comercialización de huevo se convierte en la prueba empírica de que es la proteína de mejor desempeño en épocas de desaceleración.