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Beatriz Uribe dejó abierta la veta de crecimiento en Mineros

Antes de dejar la presidencia de la compañía que más oro legal produce en Colombia, Uribe Restrepo habló con EL COLOMBIANO sobre lo alcanzado, la paz y el Gobierno.

  • Beatriz Uribe Restrepo anunció su retiro desde el 18 de febrero pasado que se hizo efectivo el jueves pasado. FOTO JAIME PÉREZ
    Beatriz Uribe Restrepo anunció su retiro desde el 18 de febrero pasado que se hizo efectivo el jueves pasado. FOTO JAIME PÉREZ
04 de mayo de 2015
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Beatriz Uribe Restrepo hoy ya no se levantará para ir a las oficinas principales de Mineros, como lo hizo desde 1976. Comienza una etapa de “vivir sin agenda”, como revela con una alegría mezclada con nostalgia.

Deja en manos de Andrés Restrepo Isaza a la compañía que presidió desde hace 15 años y que se fijó la mega (meta grande y ambiciosa) de alcanzar las 500 mil onzas de oro e 2020.

En tanto, bajo la batuta de Uribe, Mineros multiplicó por ocho sus ingresos, hasta los 302 mil millones de pesos; su utilidad operacional es 14 veces mayor y hoy es de 105.589 millones; su producción se duplicó en Colombia y se triplicó hasta las 183.296 onzas (5,7 toneladas), si se suma lo alcanzado con Hemco, filial en Nicaragua desde hace dos años.

Y con ello también ganó la inversión del Gobierno: por impuestos y regalías se pasó de pagar 1.481 millones de pesos a 16.589 millones.

Esos resultados brillan para esta compañía con un patrimonio que supera los 630 mil millones de pesos y cuyo mayor accionista es el Grupo Colpatria. Y todo pese a los continuos y costosos ataques de la guerrilla, la falta de garantías para explorar en el sur de Bolívar y un asedio creciente de la minería ilegal en títulos de la compañía en el Bajo Cauca antioqueño.

Uribe Restrepo dejó el camino allanado a su sucesor para continuar una expansión de sus operaciones dentro y fuera del país (ver recuadro), de lo que ella no se refiere por la modestia que la caracteriza, no obstante ganarse un espacio como una de las empresarias más relevantes de la última década en el país.

En medio de despedidas y muestras de afecto de los más de 3.200 empleados de la minera, dialogó con EL COLOMBIANO sobre un legado del que solo habla en plural:

¿Qué se lleva en el corazón luego de 15 años al frente de la compañía?

“El agradecimiento de tener un trabajo que me encantó y que durante tanto años nunca dije ‘qué pereza irme para la oficina’. Me queda la satisfacción de todo ese cariño que me expresa la gente. Uno mira la Mineros de hoy y la de hace 15 años, todos estamos más viejos, en las mismas oficinas, pero es otra: pasó de ser una mina a ser una empresa minera”.

¿Le da nostalgia dejar a Mineros?

“Claro que sí. Mineros es parte de mi vida mía, no solo por todos los años que estuve en ella, sino por la gente. Estas empresas tienen tantos retos, tan grandes, en tantos campos, que uno le entrega el cuerpo y el alma. Ahora espero seguir aportando desde la junta directiva”.

Usted modernizó la compañía y la llevó a cumplir altos estándares, ¿cuál fue su clave en esa transformación?

“Cuando asumí la Presidencia, de las primeras cosas que hice fue juntarme con algunos empleados y les dije: ‘yo creo que en esta empresa es mediocre el trabajo, desde el presidente hasta el portero, y la única salida es volvernos buenos en lo que hacemos’. Y fue cuando nos metimos a estudiar de sistemas de calidad y logramos meter la empresa en procesos, indicadores, mejores controles. Luego dimos el mismo paso en la certificación ambiental, cuando no había minera que la tuviera. Fue un trabajo de toda la gente de Mineros”.

Qué le sacó más canas, ¿los ataques de la guerrilla o la inercia del Gobierno?

(Piensa por algunos segundos). “Mover la parte burocrática es muy difícil para todo el sector privado y en minería se suma la oposición desencadenada en comunidades y tener que bregar con la guerrilla por tantas décadas. El sector minero sigue muy desamparado por el Estado y faltan políticas efectivas. La experiencia que tenemos en Nicaragua es que todos los proyectos mineros son Proyectos de Interés Nacional y Estratégico (Pines), ojalá fuera así en Colombia”.

¿Este Gobierno no va al ritmo del sector?

“Así se haya mejorado en institucionalidad y tengamos hoy a los mejores funcionarios para este sector, habría que dejarlos por lo menos 10 años, a ver si la minería bien hecha en Colombia puede coger alas, desafortunadamente no es así. Estamos en un país donde no es fácil hacer minería con el constante cambio de normas y reglas de juego. Permanentemente hay en el Congreso más de treinta proyectos de ley que afectan el sector minero-energético”.

Los trabajadores le reconocen esa férrea postura de no ceder a ninguna extorsión de la guerrilla, a pesar de ataques, amenazas, ¿cómo resistió tantos años?

“Si uno cede a una extorsión está perdido. El primer valiente fue el 1984 el presidente de junta, don Carlos Pacheco cuando dijo a los demás miembros: ‘quien se quiera quedar, debe tener claro que esta empresa no cede a presiones’. No hay dudas: se puede acabar la empresa, pero no se paga una extorsión. Y es causal de despido intentar hablar con guerrilla, paramilitares o lo que se les parezca”.

En esa perspectiva, ¿cómo ve el proceso de paz?

Uno espera que el proceso culmine exitosamente, pero con un precio justo. El país no puede comprometer temas más allá de los que ya están en la mesa. Se confía en que la guerrilla tenga la suficiente racionalidad para entender que para ellos no puede ser gratis ese proceso, como tampoco lo es para el país”.

Su escritorio ya se ve despejado, ¿qué pendientes le deja a su sucesor?

“Muchas cosas (risas), lo más importante es continuar con la ruta de crecimiento de la empresa y sea cada vez más relevante en el contexto nacional e internacional, sin perder nunca el compromiso con una minería absolutamente responsable”.

¿Qué le ha sugerido a su sucesor para presidir a la empresa?

“No se lo he dicho, pero la mejor forma de manejar esta empresa es amándola, sentirla como propia. De eso se desprende tener colaboradores que crean en su trabajo y que estén montados en el mismo barco, apuntando a intereses comunes”.

¿Está allanado el camino para alcanzar la meta de producir 500 mil onzas de oro en 2020?

Como dijo el presidente de Alquería hace poco: una Mega (meta grande y ambiciosa) no es un presupuesto, es un sueño. Así lo hemos interpretado y hemos cambiado la manera de soñar: en principio se pensó que se haría con inversión propia y búsqueda de proyectos individuales; ya lo hemos cambiado por participar total o parcialmente en empresas que estén en producción o en etapas avanzadas de factibilidad. En esas condiciones, creo que se puede lograr ese sueño”.

Hablando de sueños, ¿cuál era el suyo cuando llegó a trabajar en Mineros?

“No me atrevía ni a soñar, porque hasta principios de este siglo, el sueño de Mineros era sobrevivir, hasta que nos dijimos que no solo se trataba de eso, sino de crecer y proyectarnos, cambiamos el sueño. Uno no puede dejar de soñar nunca porque se le acaba la ilusión”.

¿Ver a Mineros en Perú, Bolivia, México?

“Quisiera haberlo visto, seguramente observaré de lejos una actividad internacional mucho mayor de la que hemos logrado”.

En todo caso, se aprecian un obstáculo para el crecimiento local con la minería ilegal en sus títulos, ¿cómo superar ese lío?

“Es muy difícil, si tuviera fórmula para controlar el tema de minería ilegal, mal haría en no dársela la Gobierno para que la aplicara. Desde el plano teórico está claro que si el Estado apoya la minería formal, le facilita las cosas, quita espacio a la minería informal. Cuando los trámites son tan complejos con el Gobierno, eso promueve la ilegalidad. Si Mineros se tarda años en obtener un permiso, pues se los gastará en eso para no infringir la ley. Pero un minero pequeño que se enfrenta a todos los permisos por obtener, echa por la vía fácil y abre explotaciones ilegales”.

¿A qué se va a dedicar?

“A vivir sin agenda” (risas). Haré las cosas que me gustan, trabajar en temas que me atraigan, dedicarle más tiempo a la lectura, a viajar. Pero no quiero comprometer la mente.

6,3
veces creció el patrimonio de Mineros desde 2007, hasta los $630.328 millones alcanzados a 2014.
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