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Un año atrás, el 26 de noviembre de 2019, el presidente Iván Duque anunciaba que en el marco de la Ley de Financiamiento que por aquel entonces contemplaba el Gobierno se incluirían tres días sin IVA para artículos tecnológicos, vestuario y calzado, entre otros, buscando permitir que “se liquidaran rápidamente inventarios en favor de la clase media”.
El sábado, 21 de noviembre pasado, es decir 361 días después de aquella noticia, el país finalizó la tercera de esas jornadas en la que de acuerdo con información de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales de Colombia (Dian) las ventas totalizaron 5,8 billones de pesos, un crecimiento de 280 % respecto a las del mismo día en 2019.
Justamente la última de estas fechas especiales fue en la que más demanda se presentó, si se tiene en cuenta que en el primer día sin IVA realizado el 19 de junio las ventas totalizaron 5,4 billones (109,2 % más que en igual jornada de 2019), mientras que en el segundo, que tuvo lugar el 3 de julio, ascendieron a 2,7 billones (creciendo 49 %).
No obstante, de este último dato en particular hubo dudas, en tanto el 4 de julio pasado José Andrés Romero, director de la Dian, había dicho que las ventas terminaron en 4 billones, lo que contrasta con los 2,7 billones reportados en el balance final difundido, algo sobre lo que la entidad le dijo a EL COLOMBIANO, se debió a una proyección que finalmente no se materializó.
Dicho esto, y con la reciente evaluación, las ventas totales de los tres días sumaron 13,9 billones, número sobre el que José Manuel Restrepo, ministro de Comercio, Industria y Turismo, analizó que en definitiva la medida es un “instrumento valioso para la reactivación económica”.
El funcionario destacó que se trata de una herramienta para dinamizar el consumo en tanto creció la demanda no solo de los bienes para los que aplicó el beneficio, sino para otros que no contaban con este, al igual que sucedió con la dinámica de las ventas en línea, que según la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico (CCCE), significaron 1,2 billones (ver Radiografía).
Si bien el balance en líneas generales es positivo, lo que dicen expertos es que a futuro se debe trabajar en informar más a los consumidores para sacarle provecho a jornadas de este tipo, teniendo en cuenta que el costo fiscal –en los dos primeros días sin IVA– apenas fue de 285.000 millones de pesos, y evidencia que la demanda se centró en artículos no cobijados por la medida.
Y es que por ejemplo, Lucía Bolaños, Ph D. en Derecho e investigadora de la Universidad Libre de Cali, indica que la proporción entre ventas “que sumaron cerca de un punto del Producto Interno Bruto (PIB)” y el costo fiscal muestra que las compras fueron impulsadas por bienes para los que el beneficio no estaba presente, y que además otra dificultad es que los tres días los jalonaron las ciudades principales y grandes superficies, con lo que al final no impactó a todas las regiones.
En tanto, Liliana Heredia, profesora del Departamento de Contabilidad y Finanzas de la Javeriana de Cali, consideró que la idea de un día sin IVA pone a prueba el nivel de información y cuidado del bolsillo de los consumidores, que en algunos casos lo que dejan de pagar con la exención del impuesto, lo terminan retribuyendo en pago de intereses por hacer compras diferidas a varias cuotas con tarjeta de crédito.
Heredia anotó que al final para el Gobierno la iniciativa fue un paso adelante para reactivar la economía; para la Dian no terminó siendo un impacto significativo en términos de recaudo; para el comercio resultó favorable en lo que respecta a la demanda; y para los consumidores se vieron compras más impulsivas que analíticas.
Para Jaime Alberto Cabal, presidente de Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco), en resumidas cuentas “los tres días sin IVA llegaron para quedarse”, pero eso sí, a futuro será importante ampliar el beneficio a nuevas categorías, incrementar el valor máximo unitario de compra y extender los plazos de facturación y entrega de productos.