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Desde 2012 el país venía presentando un descenso en el índice de pobreza, tendencia que según Juan Daniel Oviedo, director del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), “se estancó” a razón, entre otras cosas, de la entrada de migrantes venezolanos a las actividades laborales del país.
De acuerdo con cifras de esa entidad, el índice de pobreza monetaria (deficiencia del ingreso per cápita para adquirir la canasta familiar), pasó de 26,9 % durante 2017, a 27 % en 2018. La cifra rompe con la tendencia a la baja que se venía dando desde 2012, momento en el que fue 32,7 %.
“Los descensos no son significativos y podríamos hablar de un estancamiento. Sin embargo, el país tiene posibilidades de que la fuerza laboral que llega por la migración venezolana, en condiciones estables, ayude a mejorar estos indicadores”, dijo Oviedo (ver Paréntesis).
Para José Roberto Acosta, profesor experto en economía del Cesa, el hecho de que la cifra de 13,07 millones de ciudadanos que no tienen el dinero para comprar “lo básico” si bien sí tiene en cuenta a esa porción de venezolanos, tampoco disminuye porque los dos últimos gobiernos se han centrado en generar políticas asistencialistas; es decir, que basados en la entrega de subsidios y no en la generación seria de oportunidades dignas de empleo, o educación”.
En el indicador de pobreza multidimensional, por carencia o deficiencias en términos de vivienda, trabajo, salud y educación, el Dane comparó con el dato 2016.
¿Por qué? según argumentó Oviedo, el número de encuestas no fue significativo y las zonas rurales eran muy cercanas a los centros urbanos. En 2018, 19,6 % fue la pobreza multidimensional y aumentó 1,8 puntos porcentuales frente a 2016. En ese año se visitaron 156 municipios y en 2018 fue 545. “1.107.000 personas se sumaron a la situación de pobreza multidimensional. Variación estadísticamente significativa”, agregó Oviedo.