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A pocas horas de la reunión de la junta directiva del Banco de la República, la mayoría de los analistas económicos esperan una penúltima reducción del 0,25 % de su tasa de intervención, para situarla en 5,25 %.
Cabe recordar que los recortes en la tasa de interés del Emisor abaratan el crédito y, por esa vía, reactivan el consumo y la inversión.
Esa proyección se basa en el dato a julio del Índice de Precios al Consumidor (IPC), con que el Dane mide la inflación, que bajó 0,05 % frente al incremento en igual mes del año pasado, señaló el analista macroeconómico de Alianza Valores, Felipe Espitia.
Así lo indicó también el codirector del Banco Central, Adolfo Meisel, en una entrevista reciente con Dataifx, al afirmar que con ese resultado “se genera un espacio para posibles reducciones”.
Así mismo, el “rebote” del crecimiento de la economía en el segundo trimestre del año, cuando fue de 1,3 %, sería una buena señal para el Emisor, que ya nota los efectos del ciclo bajista de la tasa.
Por su parte, un 92,5 % de los expertos consultados en la Encuesta de Opinión Financiera (EOF) de Fedesarrollo esperan que la junta directiva baje en 0,25 % su tasa. Solo 5,7 % de analistas vislumbra un recorte de 0,50 % y un 1,9 % estima que se mantendrá en 5,50 %.
En lo que resta del año, el socio fundador de Valora Inversiones, Camilo Silva, prevé una nueva reducción de la tasa de 0,25 % hacia diciembre, al igual que Alianza Valores, para cerrar el año en un nivel de 5 %. Tal pronóstico aguarda que la inflación repunte en los próximos meses, pero que cierre muy cerca del rango meta del Emisor, de entre 2 % y 4 % (ver Análisis).
“La decisión dependería de la evolución de los indicadores de los sectores de industria y comercio en el segundo semestre”, comentó Silva, quien estima al cierre del año una inflación de 4,1 % y un crecimiento económico de 1,6 %.
Incluso, agregó, si a final de 2017 la economía del país continúa bastante débil y la inflación está controlada, la última reducción de la tasa de intervención podría ser de 0,50 %.
En ese escenario, el Banco de la República le daría prioridad al crecimiento económico por encima de mantener controlado el alza de la IPC.