Desde que descubrió la internet en 1994, el español Javier Creus está enfocado en analizar los cambios sociales, económicos y culturales derivados de la “sociedad red”.
Su modelo Pentagrowth o las cinco palancas del crecimiento acelerado plantea la conexión de redes, agregar inventarios, empoderar a los usuarios y a los ciudadanos, la instrumentación a terceros y compartir el conocimiento.
EL COLOMBIANO conversó con él para detallar aspectos de su propuesta, que ya registra algunos negocios exitosos.
¿Cómo se define la industria creativa?
“Es la industria que contribuye a dar más valor a lo que tenemos, y que es capaz de lograr que las cosas signifiquen más cosas o sirvan para hacer más cosas”.
¿Cuál sería un ejemplo de su aplicación?
“Vemos muchos ejemplos en todas partes de cómo va mejorando la funcionalidad de las cosas. Hay ejemplos en la cultura de cómo se crean significados comunes frente a una obra”.
“De dónde surgen la industria creativa y la economía colaborativa?
“Son cosas que siempre han existido. En el pasado la gente arreglaba sus propios zapatos, antes de que existieran los zapateros, es decir, que es una capacidad que siempre ha estado aquí. Ahora internet y los dispositivos móviles nos están ayudando mucho a que aquellas actividades que se hacían en familia, en el clan o en el barrio como prestarse cosas, compartir cosas o mantener una plaza en común, pues es algo que ahora podemos hacer todos los habitantes del planeta”.
¿En qué radica la novedad?
“No es tanto que sea algo nuevo, solo que ahora ha cambiado de escala y esa es la novedad. Así que alguien que hasta hace poco tenía una idea creativa estaba confinado a su mercado y ahora puede extenderla por todo el mundo. Lo que ha cambiado no es tanto la capacidad, es la forma de articularse, de organizarse con otros, de proyectarse y de afectar a todo el mundo”.
¿Cuál es el país que tiene más adelantado el modelo?
“En Estados Unidos hay algunos ejemplos muy claros de economía colaborativa, principalmente en la vertiente empresarial. En Europa también hay buenos ejemplos y en Latinoamérica se está empezando a desarrollar, aunque la situación es un poco diferente. En los momentos en los que sube la renta, en los países que crecen, la gente está ávida de propiedad, o sea, quiere equipamiento para el hogar o vehículos y allí hay una contratendencia”.
Entonces, ¿cuándo aparece el modelo colaborativo?
“Lo que permite la economía colaborativa es generar confianza entre extraños, en América Latina esto parece muy importante porque hay mucha desconfianza en la calle respecto al otro. Saber quién es el otro, quién te va a llevar en el carro, vale mucho al momento de tomar esa decisión”.
¿Cómo explicarle a un lector la bondad de este esquema?
“Diciéndole que a partir de las capacidades y redes que estamos construyendo los ciudadanos, se puede hacer mucho más con mucho menos”.
Y, ¿qué potencial tendría Colombia para explotar esto?
“La sociedad colombiana tiene varias cosas: una potencia y una dimensión relevante, industrias potentes, una población educada, y algo muy importante que es el horizonte de paz que invita a extender la confianza más allá de donde ha estado en los últimos años”.
¿Cuál es o dónde está el interruptor que debe accionar una persona para poner a andar esto?
“La cuestión está en no solo pensar en los recursos que uno o una organización o un equipo tienen, sino pensar en todos los recursos disponibles que están por fuera de la organización o de tu propia visión”.
¿Cuáles serían ejemplos de esos recursos externos?
“No hace falta inventar nada. Ya están creadas organizaciones muy grandes a partir de Facebook. Piensen en todo el conocimiento disponible y que se puede usar, por ejemplo, Wikipedia para escribir tu propia guía de viajes, siempre y cuando la compartas. Imaginen las capacidades nuevas que tienen los ciudadanos, que van armados con móviles y son capaces de hacer muchas cosas por sí mismos y muchas más combinados entre ellos. Así, las oportunidades que surgen son tan grandes que no son oportunidades para uno solo y se pueden encontrar socios interesados en explotar esa posibilidad”.
En modelos económicos se habla de comunismo o capitalismo, ¿qué toma la economía colaborativa de esos esquemas?
“Estamos hablando de una tercera lógica. Las discusiones se baten entre dos lógicas: el estado redistributivo, por ejemplo, que en tiempos de escasez dice: que los que tengan mucho me den un poco que yo le daré a los que no tienen nada. Y el mercado que habla desde la misma lógica de la escasez y dice que: cuando hay poco de algo el que pague más que se lo lleve”.
Cuando eso pasa, ¿cómo obra la industria creativa?
“Esta tercera lógica es de producción ciudadana, es una lógica de abundancia y por eso nos cuesta encajarla dentro del paradigma actual, porque cuando hay mucho contenido en Wikipedia, ¿qué hacemos? No hace falta hacer nada porque desborda. Cuando hay muchas piezas para reciclar o recambiar en los aparatos electrónicos, ¿qué hacemos? No tenemos el marco mental adaptado a esta tercera lógica. Lo que me gustaría es que a medida que vayamos enfrentando problemas tengamos la mezcla ideal de redistribución, de mercado o de capacidades de producción ciudadana óptimas para resolver la dificultad”.
¿Qué hacer para que este modelo encaje?
“Estamos entrando en la época posindustrial y seguimos usando conceptos de la época industrial. Creemos que la ventaja está en la escala y parece que la ventaja está en el enfoque, en lo que somos capaces de orquestar. Estamos necesitando un nuevo marco mental. Ahora, estamos investigando el Social Operating System, que es cómo sería un nuevo sistema operativo social e integrar esto desde la raíz y modificar los fundamentales que hoy tenemos del pensamiento que están basados en la propiedad, el trabajo y la libertad de empresa. Hoy todos somos capaces de generar valor y habrá que repensar qué consideramos valor”.
Justamente, un aspecto clave en los negocios hoy, es la utilidad, ¿qué contempla la economía colaborativa en ese frente?
“Cuando se diseña un negocio colaborativo la primera preocupación es la de desbordar valor, crear mucho valor para todos los que participan. Cuando te concentras en generar mucho valor, puedes mirar cómo capturar una parte de ese valor. Otra cosa es que se puede arrancar un emprendimiento colaborativo con capital disponible común, es decir que no arrancar desde cero, sino aprovechar contenidos, herramientas, diseños e investigaciones disponibles, con lo que la inversión inicial se hace más pequeña. Igualmente, eso propicia que mucha más gente pueda acometer sus emprendimientos con un nivel de productividad y el retorno puede ser mayor”.
¿Cómo se acoplaría la industria tradicional a este esquema de pensamiento?
“Lo primero que debe hacer es una relectura de los activos que tiene. Muchas veces, ellos, se lanzan a imitar lo más moderno sin tener en cuenta aquello de lo que disponen. En esta relectura es fácil encontrar activos infrautilizados que metidos en redes pueden dar más rendimiento. Es importante en esta relectura sacar las etiquetas, el ejemplo es el de la recepción para los clientes de un hotel, la cual está encadenada para dar atención a los clientes, pero si a esa recepción le quitas la etiqueta y lo que tienes es una ubicación en un punto céntrico, abierta 24 horas, con personal que habla varios idiomas y conectada a internet, pues seguramente se te ocurrirán otros usos”.