En medio del desastre que ha significado el gobierno de Gustavo Petro en materia de gestión pública, vale la pena hacer una reflexión y aplaudir de pie por la manera como Medellín y Antioquia han sacado el empuje y el temple, si se quiere la tenacidad montañera, para evitar que las marrullas y los malos manejos de los hoy asiduos a la Casa de Nariño se lleven por delante lo poco o mucho de calidad de vida que se ha construido en la región.