No se detiene la matanza de elefantes en África. Los condenan los mercados de China y Singapur en los que se paga a mil dólares el kilo de marfil de sus colmillos, el mismo que da lustre al más grande mamífero sobre la tierra. Aniquilados en Zambia y Angola, ahora los cazadores furtivos asaltan las manadas que sobreviven en Botsuana, su último refugio. Esta semana se denunció la matanza en ese país de 90 animales. Eran ejemplares de más de 30 años. Los mataron para arrancarles sus colmillos. Sus enormes cuerpos quedaron para disfrute de los buitres y vergüenza de la humanidad.
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