En redes sociales se había difundido varias veces el rumor de su partida y en cada ocasión un continente entero reaccionaba con la esperanza de encontrarlo vivito y coleando, riendo como siempre, tranquilo, con la sabiduría adquirida de los años y una cierta actitud despreocupada porque sabía que su hora estaba cerca.
Todos lo sabían pero igual duele en el alma saber que ya no está. Quienes se aprendieron sus chistes más famosos, quienes desearon lucir el disfraz del Chapulín y jugar alguna vez con una chicharra paralizadora, los que llegaron a golpear a sus amigos con un chipote chillón o los que simulaban un ataque de chiripiorca se despiden rindiendo el tributo que merece un artista que se va pero que jamás va a morir.