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En la madrugada del primero de enero de 2015, cuando Sebastián Román llegó al apartamento donde se hospedaba durante sus vacaciones en Barcelona (España) encontró un mensaje en su Facebook que le produjo alegría y, a la vez, temor: “Hola hijo ¿cómo estás?, soy Cristos Koressis”.
Estas palabras pueden ser cotidianas para algunas personas pero no para él que, a sus 23 años, nunca había hablado con su padre. Ese mismo día, en la tarde, le contó a Marta Román, su madre. Por fin su papá le había respondido los mensajes enviados por la misma red social tres años atrás.
Su mamá, residente en Colombia, le hizo una confesión: apenas seis días antes de la aparición de su padre, ella le había enviado por Facebook algunas fotos de Sebastián acompañadas de la frase: “Hola Cristos, él es tu hijo”.
Una historia de bar europeo
Los papás de Sebastián se conocieron en abril de 1989 en un bar. La pereirana Marta estaba viviendo su aventura viajera en Europa y trabajaba como mesera en una discoteca cercana al puerto de Amberes (Bélgica). Por su lado, Cristos era un marinero griego curtido por el sol.
Marta, con 25 años, quería formar una familia junto a Cristos. Él, en cambio, primero quería tener un negocio. Su relación, al cabo de algunos pocos meses, se acabó. Embarazada, decidió volver a su ciudad natal, allí nació Sebastián.
Nueve meses pasaron hasta que Marta quiso presentarle a su hijo. Viajó sola a Patras (Grecia), de donde es oriundo Cristos. Lo buscó y le entregó la foto de su bebé. Él negó ser su padre, al parecer, ya tenía otra pareja. En ese momento, Marta tomó la decisión de criar sola a Sebastián.
Durante seis años Marta logró establecerse. Sin embargo, su alma nómada la llevó de nuevo a España y dejó al menor bajo el cuidado de sus abuelos maternos.
Cuando Sebastián cumplió nueve años visitó a su madre en el país ibérico. Fueron seis meses juntos y de ahí no se volvieron a ver hasta que él cumplió 20 años, en aquella época prestaba servicio militar en el Ejército. Ya era un hombre, quemado por el sol y sin mucho pelo en la cabeza. “Te pareces tanto a tu papá”, le dijo ella.
Sebastián recuerda con unas pocas fotos guardadas le mostraba quien era su padre “aunque no me contaba muchas cosas porque había perdido la comunicación con él, crecí con la imagen de esas fotografías. Cuando estaba pequeño sentía curiosidad de saber quién era él”, cuenta.
Sebastián volvió a su base militar a finales de 2011 y recibió una llamada de su madre que creía haber encontrado a su papá por Facebook. “No sentí la misma emoción de cuando era pequeño aunque me alegré muchísimo. Solo quería saber quién era. Ella me dijo que le mandó mensajes pero que nunca se los respondió”.
Tres meses pasaron hasta que logró salir de la base militar Tres Esquinas, en Caquetá, y pudo ver una borrosa foto en el perfil de Facebook de su papá. Ahí comenzaron los mensajes para contactarlo.
Cristos nunca respondió. “Ahí tomé la decisión de no buscarlo más. Si no lo había necesitado en todo ese tiempo, ahora no iba a ser la excepción”, aclara Sebastián.
El momento indicado
Este año, cuando ya no esperaba nada, el momento llegó. Sebastián estaba de fin de año en Europa cuando recibió el mensaje de su padre.Por primera vez se vieron en el aeropuerto de Barajas, Madrid. “Nos abrazamos pero no lloramos”, recuerda. Pasaron juntos el mes más largo de sus vidas “El tiempo no se recupera sino que se aprovecha”, resume Sebastián.