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Fue en la mañana del viernes 4 de marzo, a las 7:25 hora colombiana, 12:25 GMT. Nadie lo vio. Nadie escuchó. No dejó rastro. No hay evidencia. Aún. Un cohete se chocó, a altas velocidades, con la cara oculta de la Luna, y sin control.
Se trató de una parte de un vehículo que, se cree, está en la órbita terrestre desde 2014, aunque no se tiene claridad exacta sobre su origen.
Inicialmente, se había dicho que se trataba de uno de SpaceX, empresa de viajes espaciales de Elon Musk, pero esta información fue desmentida.
Lo último que se supo es que, al parecer, era un cohete Long March 3C, propulsor de la misión lunar Chang’e 5-T1 lanzada en 2014, aunque China también lo negó, diciendo que la etapa superior había entrado nuevamente a la atmósfera y se había quemado en su paso.
Aún así, el astrónomo que hizo el cálculo, Bill Gray, asegura que China confundió las partes del cohete y que él está 99,9 % seguro de que es el Chang’e 5-T1.
Aunque ninguna agencia espacial ha confirmado el choque con la Luna, la comunidad de astrónomos que le ha hecho seguimiento al caso considera que sí ocurrió y que podrán tener la confirmación en los próximos días o semanas.
¿Por qué nadie lo vio?
No era un peligro, porque aunque iba a gran velocidad (2,6 kilómetros por segundo), el cráter que dejó se esperaba que fuera de solo 19 metros de diámetro. Tenía un peso estimado en tres toneladas.
Pero ocurrió en la cara oculta de la Luna que no es visible desde la Tierra, específicamente en el cráter Hertzsprung
¿Habrá confirmación?
Aunque el cráter fue pequeño, es un ejemplo de lo que seguirá pasando si la basura espacial sigue contaminando la órbita cercana y más alejada de la Tierra. Según la Agencia Espacial Europea, hay 36.500 piezas de basura espacial de más de 10 cm.
Y aunque algunos monitorean o reportan cuántas piezas obsoletas o sin funcionamiento están vagando por el espacio, no hay quién rastree o recoja esos desechos espaciales, por lo que se corre el riesgo constante de que estos pierdan el control y choquen con la Tierra, la Luna u otros astros. Podrían, incluso, chocar con la Estación Espacial Internacional o con algún satélite y dañarlos.
Los que rastrean estas piezas, tal como ocurrió con este caso, son algunos astrónomos y científicos aficionados, voluntarios, que ofrecen su tiempo y recursos para hacer cálculos de algunos cohetes o desechos y estimar sus órbitas.
Por eso hubo también confusión inicial sobre el propietario original del cohete. Porque no había cómo asegurarse del surgimiento del cohete sino que tuvieron que reconstruir su recorrido, rastrear su ruta, y asumir o crear conjeturas cercanas.
Por ahora, los astrónomos esperan poder confirmar, en unos días o semanas, si el choque no controlado ocurrió y cómo fue el cráter que dejó como resultado.