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Mantener controladas a 100 cabras no es fácil. Es común que una, o varias, se pierdan o huyan y que el campesino termine correteándolas, buscándolas por todo el terreno.
Le pasó a Gonzalo Roa Hernández y a su nieto Camilo Andrés. Hace unos tres meses, en búsqueda de una de esas cabras, se encontraron algo que al inicio les pareció una piedra, pero que, por pura curiosidad, decidieron investigar.
“Todos los días salimos a buscarlas, seguido se nos pierden, y bajando por la quebrada vimos la punta del hueso ahí asomada. Me dio curiosidad, así que le dije a mi nono que le diera un golpe con la machetilla, a ver qué pasaba”, cuenta Camilo Andrés, de 12 años, a EL COLOMBIANO.
Y eso hicieron, cuenta el señor Gonzalo. “Le di el golpe y eso totió duro, así que pensamos que era un hueso porque me acordé que mi papá, hace muchos años, como a 200 metros de aquí, encontró varios huesos”.
Fue el joven el que sospechó primero que se trataba de algo más, “porque ya sabe, los chinos de hoy en día son más avispados”, y dieron aviso a las comadres, personas del Museo Arqueológico y Paleontológico de Agualinda, una vereda de Cúcuta, y de la Junta de Acción Comunal.
Lo que ellos aún llaman “hueso” resultó ser un colmillo, de 1,86 metros, de un Haplomastodon, un mastodonte americano extinto hace por lo menos 1.8 millones de años.
Lo que le pasó a los Roa le ha pasado a muchos antes y seguramente le pasará a otros después. Los hallazgos llamados “fortuitos” son comunes y claves para la historia del país.
¿Cómo reconocerlos? ¿Qué hacer si encuentra algo?
Pasos a seguir
Lo primero que debe hacer es identificar la pieza. Para hacerlo hay inventarios y colecciones de referencia que son públicas y que están en internet, con descripciones o fotografías, o en los museos.
Si no puede hacerlo, las autoridades pueden facilitar peritajes, donde mandan especialistas e investigadores a evaluar las piezas.
“Semanalmente nos llegan muchas solicitudes que tal vez son piezas del siglo XIX o XX asociadas con desperdicios domésticos, lozas, vidrio, objetos de estudio también, pero que para la arqueología no son tan importantes. Aunque es mejor que sea un experto el que lo determine para no perder información valiosa”, cuenta Hernán Alberto Pimienta, curador de la Colección de Antropología del Museo Universitario de la Universidad de Antioquia.
Explica también que la primera opción no es acudir a los museos pues, aunque son custodios, no se encargan de reportar ni tienen potestad en licencias.
Paula Andrea Gallego Muñoz, antropóloga especialista en Arqueología, agrega que es fundamental avisar, en las primeras 24 horas, a cualquier autoridad gubernamental, alcaldías, policía o al mismo Servicio Geológico o al Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Icanh. Serán ellos los encargados de darle manejo y seguir los protocolos para cada tipo, que ya están establecidos.
Tampoco se deben mover las piezas, “porque la conservación no es muy buena y al manipularlas indebidamente se pueden dañar irreversiblemente. Hay métodos propios”, agrega Gallego. Además, al hacerlo se pierde información del contexto, que da cuenta sobre cómo fue elaborada, con qué materiales, para qué uso, qué representó, con qué otros materiales se asocia o a qué poblaciones perteneció.
Normas del patrimonio
El patrimonio cultural de la nación le pertenece a todos. Allí está incluido el paleontológico, el geológico, arqueológico y el histórico.
Protegerlo es también responsabilidad de todos, del Gobierno y de cada ciudadano, y está consagrado incluso en la Constitución. Cada tipo de patrimonio tiene una autoridad competente para su conservación y protección.
El geológico, entendido según el decreto 1352 del 31 de julio de 2018 como los lugares con valores patrimoniales, es responsabilidad del Servicio Geológico Colombiano, al igual que el paleontológico, integrado por los restos de organismos, por fósiles y yacimientos, que pueden ser encontrados en la superficie, en el subsuelo o bajo el agua.
Si se trata de piezas arqueológicas o históricas, será el Ministerio de Cultura el encargado, con el Icanh.
Todas se consideran patrimonio dado su valor excepcional, por ser únicas e irremplazables, “porque representan épocas de la historia y se vuelven parte de la identidad de una nación. Por eso, tienen normatividad asociada”, explica Gallego.
La ley 1185 de marzo de 2008, que adiciona o modifica la ley 397 de 1997, establece que los bienes arqueológicos son parte de la identidad de los colombianos y que no se pueden heredar, comprar, regalar o usarse para pagar deudas, agrega Pimienta.
Finalmente, el curador recuerda que al identificar un hallazgo la recomendación es no destruir ni las piezas ni el sitio en el que se encontraron, no solo porque la ley lo prohíbe, sino también porque tienen muchas historias por contar, y son parte de la memoria y la identidad colectiva del país.