Desde hace un par de años, la inteligencia artificial dejó de ser una promesa futurista para convertirse en herramienta cotidiana. La usamos para cocinar, buscar en internet, resumir textos y hasta como compañía. Pero entre los muchos usos que tiene, el más controvertido es sin duda la creación de imágenes, ilustraciones y secuencias animadas.
Lo que empezó como un experimento de laboratorios académicos ya se ha introducido en franquicias de entretenimiento masivo y mucha gente que consume estos contenidos no se percata. Pero el auge de esta tecnología en estudios de animación, editoriales y demás abre varios debates sobre ética, autoría, transparencia y el valor del arte, así como el rol de artistas y diseñadores en esta era de máquinas creativas.
Hay varios ejemplo, pero el más reciente llegó desde la industria de los videojuegos. El lanzamiento de Call of Duty: Black Ops 7 se vio eclipsado por el hallazgo de que muchas de sus tarjetas de jugador estaban ilustradas con imágenes generadas por IA. La web Creative Bloq describe cómo algunos usuarios detectaron dedos malformados, rostros descentrados y fondos sintéticos en los calling cards, lo que desató un debate sobre el uso encubierto de herramientas generativas.
Activision, el estudio creador de la popular franquicia, emitió un comunicado en el que admite emplear “una variedad de herramientas digitales, incluidas las de IA, para apoyar a sus equipos”, pero insiste en que el proceso creativo está liderado por personas.
Sin embargo, en ese punto la polémica se agravó porque si la IA supuestamente ahorra costes de producción, ¿por qué los jugadores no perciben una reducción de precios en el producto final?
Pero esta controversia no es exclusiva de los videojuegos. En junio de 2023, Marvel estrenó la serie Secret Invasion en Disney+. La secuencia de apertura, un collage animado que representa metamorfosis y rostros deformados, fue creada por una empresa mediante IA.
El director Ali Selim confirmó al medio Polygon que la secuencia la hizo Method Studios y explicó que buscaban evocar la sensación de impostura que define a los extraterrestres skrull.
Esa revelación provocó indignación en varios fans, además hubo ilustradores y animadores que consideraron que el uso de IA quitaba trabajo a artistas reales. De hecho, un diseñador visual que participó en la producción lamentó públicamente que la herramienta sirviera para abaratar costos y desplazar a profesionales.
Más allá de la animación digital, incluso los creadores de libros han incurrido en esta práctica. La editorial británica Bloomsbury reconoció en 2023 que la portada de una novela de Sarah J. Maas fue elaborada mediante IA, lo que desató protestas en redes sociales y reabrió la discusión sobre si el ahorro para las empresas justifica la sustitución de ilustradores humanos.
Casos como este demuestran que la incorporación de inteligencia artificial generativa no se limita a tareas marginales, sino que afecta elementos visibles del producto final y puede impactar en la percepción de calidad y autenticidad.
Los defensores de estas tecnologías argumentan que la IA puede ser una herramienta complementaria que acelera procesos y libera tiempo para que los creadores se enfoquen en labores conceptuales. El director de Secret Invasion justificó su elección diciendo que buscaba un estilo acorde con una historia de impostores y que la IA ofrecía algo distinto.
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En el ámbito de los videojuegos, ejecutivos de Activision subrayan que las herramientas digitales permiten optimizar flujos de trabajo sin prescindir del talento humano.
El problema no es la tecnología en sí, sino la forma en que se implementa: la falta de transparencia, el uso en elementos visibles y la ausencia de beneficios para los consumidores, lo que puede percibirse como un engaño.
El debate también tiene un componente cultural. Durante décadas, los elementos visuales “menores” han sido espacios donde ilustradores experimentan y aportan personalidad a productos estandarizados. Reemplazarlos con piezas generadas por IA diluye esa identidad y alimenta la impresión de que todo puede automatizarse.