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Durante la gestación, cientos de partículas dan forma al cuerpo del bebé. Una de ellas son los cromosomas, encargados de guardar la información genética. Normalmente, las personas tienen 46 cromosomas, pero aquellas que nacen con síndrome de Down tienen una copia extra en el cromosoma 21.
Algunas complicaciones que causa este cromosoma de más son defectos gastrointestinales, trastornos inmunitarios, problemas de tiroides y, frecuentemente, cardiopatías congénitas, que son el principal motivo de morbimortalidad en los pacientes con síndrome de Down, especialmente en los primeros dos años de vida.
De acuerdo con el cardiólogo infantil, Miguel Ruz, de 800 nacimientos, uno puede presentar síndrome de Down, y entre el 40 % y el 60 % padece alguna cardiopatía congénita. “No existe una razón exacta por la que se desarrollen las cardiopatías”, aseguró el especialista.
La comunicación interventricular y la comunicación interauricular son las cardiopatías más frecuentes. Sin embargo, de acuerdo con Ruz, con un diagnóstico temprano y tratamiento adecuado, el 95 % de los pacientes superan la enfermedad y pueden llevar una vida normal.
Ocurre cuando hay una fuga entre los ventrículos y esto provoca que los pulmones y el corazón tengan que hacer mayor esfuerzo.
Según el especialista Ruz, “los niños con esta afección se cansan con facilidad, porque no hay suficiente oxigenación, presentan sudoración, cansancio durante la alimentación y poco aumento de peso”. Generalmente, los síntomas aparecen en los primeros meses de vida del niño con síndrome de Down.
Igual que en la comunicación interventricular, esta anomalía se presenta cuando hay un orificio entre las aurículas.
De acuerdo con David Combariza, médico epidemiólogo y presidente de la Junta Directiva de la Corporación Síndrome de Down, los síntomas son parecidos a los que propicia la comunicación interventricular, pero estos pueden aparecer entre los dos y los tres años de edad.
Si estas afecciones no se reparan tempranamente, aumenta el riesgo de que se presente insuficiencia cardíaca, hipertensión pulmonar, arritmias o accidentes cerebrovasculares.
La cirugía es el método principal para tratar las cardiopatías congénitas y consiste en la colocación de un parche de pericardio para cerrar el orificio. En el caso de la comunicación interventricular, la intervención se hace entre el cuarto y quinto mes de vida. Para la comunicación interauricular, alrededor de los tres y cuatro años.
Según Combariza, para definir si es necesario operar, se debe tener en cuenta el tipo de cardiopatía y la severidad, porque el orificio puede cerrarse naturalmente.