Un estudio del Journal of the American Geriatrics Society evidenció que hay una relación entre la grasa almacenada en el músculo y la demencia como el alzhéimer. En la investigación se encontró que el aumento durante cinco años de grasa almacenada en el músculo del muslo fue un factor de riesgo de deterioro cognitivo.
El riesgo era independiente del peso total de las personas, de otros depósitos de grasa corporal y otras características musculares como la fuerza o masa muscular. Esto quiere decir que hay una relación directa entre el exceso de grasa en el músculo y las demencias.
Los científicos implicados en la investigación evaluaron la masa muscular de 1.634 adultos entre 69 y 79 años en los años 1 y 6 y se evaluó su función cognitiva en los años 1, 3, 5, 8 y 10 y se descubrió que el aumento de la adiposidad muscular entre el año 1 y 6 estaba asociado con deterioro cognitivo más rápido y mayor con el paso del tiempo. Otro dato importante fue que los resultados fueron similares en hombres y mujeres blancos y afrodescendientes.
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“Nuestros datos sugieren que la adiposidad muscular desempeña un papel único en el deterioro cognitivo, distinto del de otros tipos de grasa u otras características musculares. Si ese es el caso, entonces el siguiente paso es entender cómo la grasa muscular y el cerebro ‘hablan’ entre sí y si la reducción de la adiposidad muscular también puede reducir el riesgo de demencia”, afirmó Caterina Rosano, autora del estudio de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Pittsburgh citada en el diario español La Razón.
La científica agregó: “Los médicos deben reconocer que la adiposidad muscular es un factor de riesgo importante para el deterioro cognitivo, distinto de la adiposidad general y la pérdida de masa muscular”.
En otro estudio publicado en la revista Radiology se encontró que la mioesteatosis se relaciona también con un mayor riesgo de sufrir acontecimientos adversos graves y de morir prematuramente.
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Al igual que en el estudio anterior, es una relación independiente de la edad, marcadores de obesidad como el IMC y sus riesgos son comparables a los del tabaquismo o la diabetes tipo 2.
Es por eso que buenos hábitos como una alimentación balanceada y actividad física pueden contribuir a prevenir este tipo de situaciones en los que la salud se pone en riesgo.
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