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Sentir que desde que empezó a lavarse más las manos y usar bien el tapabocas le ha dado menos “gripa” tiene lógica y está respaldado con datos del Instituto Nacional de Salud (INS). Su más reciente Boletín Epidemiológico Semanal (13 de febrero de 2021) muestra que “a nivel nacional se ha identificado una disminución en la morbilidad por infección respiratoria aguda (IRA) en los servicios de consulta externa y urgencias”.
En el grupo IRA están todas esas enfermedades del aparato respiratorio que son causadas por microorganismos como virus y bacterias. Pueden ir desde un resfriado común hasta una neumonía, según información del Ministerio de Salud. El número de consultas en los primeros meses del año por este tipo de enfermedades, dice el INS, bajó un 35,5 % comparado con 2020. Y hay disminución en comparación con los tres años anteriores.
Además, las consultas a urgencias por estas afecciones marcaron por debajo del umbral esperado el año pasado. Pero no son las únicas enfermedades en las que se ha disminuido. Este mismo informe dice que en el país, hasta la última semana de 2020, se notificaron “728 casos sospechosos de sarampión y rubéola, un 83,4 % menos que en el mismo periodo de 2019, lo que se puede atribuir al aislamiento causado por la pandemia de covid-19, el lavado de manos y uso de tapabocas”. De las sospechas, solo se confirmó un positivo.
Aunque los Centros de Control y Prevención de Enfermedades Infecciosas (CDC) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han hecho estudios y aclarado en sus sitios web que es muy baja la probabilidad de que la covid-19 se transmita por medio de los alimentos, muchos al inicio del confinamiento se volvieron más estrictos con la limpieza de la comida, sobre todo las frutas y verduras que se consumen crudas.
El Boletín de la última semana de enero de 2021 del INS evidencia que los brotes de enfermedades transmitidas por alimentos bajaron un 52,1 % con relación al año anterior. La situación puede ser explicada, dice el INS, “por el cierre de restaurantes, instituciones educativas y ventas ambulantes; así como la no asistencia a las instituciones de salud por síntomas gastrointestinales, el lavado de manos frecuente también pudo incidir en la inocuidad de los alimentos preparados en los hogares”.
En este último grupo de enfermedades están esas intoxicaciones causadas por microorganismos en el agua, especias y alimentos. Algunas de las más comunes en Colombia, citadas por el Ministerio de Salud, son las bacterias estafilococo áureo, coliforme fecal y salmonella.
Como recuerda el infectólogo Juan Carlos Cataño, docente de las Facultades de Medicina de la UdeA y CES, “la pandemia nos ha llamado la atención sobre esta medida de salud pública tan importante, y también del uso del tapabocas. Si uno se fija en la historia, los orientales lo usan hace mucho tiempo para evitar infecciones respiratorias. Estas dos medidas ayudan a que evitemos la diseminación de patógenos dentro de la comunidad y eso tiene un impacto significativo en las tasas de incidencia y mortalidad por enfermedades infecciosas”.
El médico húngaro Ignaz Semmelweis es considerado “el padre del lavado de manos”, cuenta Cataño. Él detectó en 1840 que esta medida es vital para reducir infecciones. Trabajaba en una sala de maternidad y observó una mayor mortalidad (por una infección llamada fiebre puerperal) en las mujeres que daban a luz asistidas por los médicos en ese lugar que las que parían en casa.
Dictó una medida de lavado de manos obligatoria a los médicos antes de atender un parto (argumentando que por su trabajo podían traer la infección en sus manos) y las muertes disminuyeron de 16 %. La historia la cuenta la revisión científica Apuntes históricos sobre el lavado de las manos (2015).
No dejar los buenos hábitos
En enero del año pasado, la OMS publicó los 13 desafíos de salud mundial para esta década. El número cinco es detener las enfermedades infecciosas, sobre todo esas que se pueden prevenir con una vacuna. Hay otras que se pueden evitar con condiciones de saneamiento y también están las de transmisión sexual, que necesitan amplio acceso a preservativos y educación sexual.
“El impacto que tendría seguir implementando medidas como el tapabocas, en ciertos escenarios, el lavado constante de manos y los protocolos de limpieza en sitios de comida es impresionante. Son herramientas de salud pública que no se deben subestimar”, apunta Jaime Acosta, magíster en microbiología médica y enfermedades infecciosas.
Él recomienda la higiene rigurosa de manos cada vez que se pueda, sobre todo, antes de comer, después de ir al baño y al llegar a casa de la calle. “Esos lavamanos que ahora están por todas partes deberían quedarse para disminuir el riesgo de llevar patógenos a nuestro interior”, dice.
Incluso cuando se tenga más control de la covid-19 se debería seguir usando la mascarilla en ambientes aglomerados, con personas de salud vulnerable o intercambio cultural. El especialista indica escenarios como los aeropuertos y terminales de transporte, los congresos nacionales e internacionales, las guarderías, los centros comerciales y los espacios mal ventilados y aglomerados.
“Los seres humanos siempre hemos convivido con patógenos y también hemos sido fuente de riesgo. Virus y bacterias pueden estar dentro de nosotros”, dice Acosta. Por eso, usar la mascarilla cuando esté enfermo no debería verse como una exageración sino como un acto de buenos modales y de protección a la comunidad. En la oficina, transporte público, el supermecado.
Aunque antes era común parar en la calle a comprar alguna fritura o comerla sin lavarse las manos, los datos muestran que preparar los alimentos en casa y lavar bien los alimentos crudos disminuye las infecciones gastrointestinales. Eso puede continuar.
Quiero pasarme la vida aprendiendo cosas nuevas y me hice periodista para asegurarme. Escribo sobre tecnología y gastronomía en la sección de Tendencias.