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En San Valentín se vive el amor en tiempos de redes

A propósito del día de San Valentín, una pregunta: ¿qué tanto ha cambiado la manera de expresar afecto?

  • ilustración Esteban parís
    ilustración Esteban parís
14 de febrero de 2019
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Clara Aparicio, la enamorada del escritor Juan Rulfo, recibía cartas en la que el mexicano le declaraba su amor.

Chiquilla. He llegado a saber, después de muchas vueltas, que tienes los ojos azucarados. Ayer nada menos soñé que te besaba los ojos, arribita de las pestañas, y resultó que la boca me supo a azúcar; ni más ni menos, a esa azúcar que comemos robándonosla de la cocina, a escondidas de la mamá, cuando somos niños”.

De cartas así podrán hablar los abuelos, eran sus métodos de conquista, de reiterar amor.

A generaciones posteriores les ayudaron poetas como Mario Benedetti y Pablo Neruda y diseñadores que adornaban esquelas perfumadas. Se pusieron de moda las credenciales, que tenían el tamaño de una tarjeta de crédito. Eran muy populares las de Timoteo, Ziggy el muñeco narizón, el perro Snoopy y también de Garfield, el gato que odia los lunes.

Se las regalaban entre enamorados en las décadas de los 80 y 90, unas tenían hasta gotas de perfume para recordar el olor del ser amado, otras venían acolchadas con agua por dentro y mirellas y corazones brillantes. Le facilitaban la vida a más de uno: “Todavía conservo una caja en la casa de mi papá”, cuenta Érica Higuera.

Porque las credenciales no solo las regalaban los novios, también los amigos y hasta los familiares y los hombres que querían conquistar: “Solo quería decirte... que te amo, te adoro, te necesito, no podría vivir sin ti”, decía una que recuerda Jessicka Torres y que recibió de un alguien que finalmente sí pudo vivir sin ella.

Los tiempos modernos

¿Cómo recibiría una joven de 19 años (la edad que tenía Clara antes de casarse con Rulfo) una carta como las que enviaba el escritor?

Misivas así no hay muchas ahora, hay en cambio mensajes digitales adornados con caras cuyos ojos son dos corazones, enviados en servicios de mensajería como Whatsapp y Messenger, “porque ahora es más fácil decir te quiero con emoticones, que para mi gusto reducen todo el sentido del amor. Hay más opciones de expresión, pero paradójicamente eso forma una especie de categorización de todo lo que podamos sentir”, cuenta María Reátiga H, psicóloga Clínica de la Universidad del Norte de Barranquilla y de la Complutense de Madrid.

Un te quiero o un te extraño en un chat de un centenial (nacidos a partir de 1997), cuenta Mateo Robledo, siempre tiene que ir acompañado de un emoji, “y entre más tenga mucho mejor”. Un ejemplo: “Hermosa te quiero ”.

Al preguntar en las redes sociales de EL COLOMBIANO cómo ha cambiado la forma de conquistar y manifestar el amor, llegaron estas respuestas: “¿Cuál amor? Ese tal amor no existe”, dijo en Facebook Hamilthon de La Espriella Hinestroza. “Ha cambiado mucho, antes era mejor, las redes han dañado todo”, expresó en Twitter José Mario Caraballo. El usuario @Rafa_HernO precisó que ahora se envían imágenes digitales “con mensajes llenos de errores de ortografía”.

Esas formas merman el romanticismo, según la psicóloga Reátiga. “Nosotros respondemos de acuerdo con la sociedad y el contexto en que vivimos. Lo que hoy predomina es el amor líquido”.

La fragilidad de los vínculos

Fue el sociólogo polaco Zygmunt Bauman quien trajo ese concepto para describir el tipo de relaciones interpersonales de la posmodernidad.

Bauman precisó que los vínculos entre seres humanos, en esta era, carecen de solidez, y que la tendencia es construir relaciones cada vez más fugaces, con un grado inferior de compromiso. Nexos superficiales, etéreos.

Es notorio, para la psicóloga Reátiga, que los jóvenes de hoy dicen te amo con mucha facilidad. “En otros tiempos ese término se decía si mucho tres veces en la vida. Para mí está banalizada una frase que tiene un significado muy profundo”, señala.

El panorama se ve muy negativo, pero no hay que perder la esperanza. Lo importante es entender que hoy las relaciones son de otra manera. “Cualquiera que sean los tiempos, los vínculos se construyen de la misma manera, de experiencias compartidas gratas, placenteras o dolorosas. Hay que cultivar apertura, sinceridad, reconocimiento, cuidado y compromiso por el otro”. Y si de paso quiere enviar una carta para expresar su amor puede intentarlo, a lo mejor en próximos años terminan en un libro como las cartas de Rulfo a Clara.

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