<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
x
language COL arrow_drop_down

¿Le molestan los ruidos cotidianos? Puede tener misofonía

  • La misofonía es una reacción extrema y adversa frente a determinados sonidos cotidianos. Incluso, puede llevar a niveles de ansiedad y comprometer las emociones de la personas. Foto Sstock
    La misofonía es una reacción extrema y adversa frente a determinados sonidos cotidianos. Incluso, puede llevar a niveles de ansiedad y comprometer las emociones de la personas. Foto Sstock
05 de junio de 2021
bookmark

Va en un bus. La persona que tiene al lado mastica chicle con la boca abierta y una joven adelante destapa un paquete de papas tostadas y se las come. El conductor toca la bocina. Llegan a la esquina, el semáforo está en rojo y el bus se detiene: cerca están podando un jardín con una guadañadora. Son cuatro sonidos al mismo tiempo en menos de 30 segundos, sus oídos no los soportan, ¿se sintió identificado?

Detrás de todo esto hay algo: una intolerancia a ruidos cotidianos o repetitivos que podrían llevar a padecer misofonía (diferente a la hiperacusia. Ver Glosario), un término acuñado en 2001 por los médicos estadounidenses Margaret y Pawel Jastreboff, según la Academia Americana de Audiología.

La Universidad de Newcastle de Reino Unido reveló que esta condición significa literalmente “odio al sonido” y que quienes la padecen experimentan reacciones intensas e involuntarias a ciertos ruidos realizados por otras personas como, por ejemplo, masticar alimentos, sorber con un pitillo o el tecleo de un computador, entre otros.

El estudio indicó que afecta a entre el 6 % y el 20 % de las personas y aquellas que lo padecen de manera más grave “pueden ser incapaces de tolerar situaciones familiares, laborales, públicas o sociales”.

Desde el cerebro

En el trabajo publicado en la revista científica Journal of Neuroscience, los investigadores explicaron que, además de tratarse de un trastorno del procesamiento del sonido, lo que existe es un tipo anormal de comunicación entre el centro auditivo del cerebro, la corteza auditiva y las áreas de la corteza premotora ventral (encargada de guiar los movimientos y el control de los músculos).

Para llegar a esta conclusión, analizaron los escáneres cerebrales, por resonancia magnética funcional, de 75 personas con y sin misofonía. Recolectaron sus reacciones en las siguientes situaciones: sin ruido, con sonidos desencadenantes (masticar), otros diseñados para ser desagradables (gritos) y otros más clasificados como neutros (lluvia).

“Nuestros hallazgos indican que para las personas con misofonía existe una comunicación anormal entre las regiones auditiva y motora del cerebro que se podría describir como una ‘conexión supersensibilizada’”, dijo el neurocientífico Sukhbinder Kumar, de la Universidad de Newcastle.

De acuerdo con Liliana Dottor, fonoaudióloga y profesora de la Universidad del Rosario, lo que ocurre es una molestia que por lo general se relaciona a “situaciones negativas” de esos sonidos. Y agrega: “No necesariamente está asociado a si es suave o fuerte, sino que son desagradables o molestos y generan reacciones extremas”.

Explicó que cuando se expone a cualquier tipo de estimulación auditiva (sonido), este llega al oído e impacta con las diferentes estructuras (oído externo, medio e interno) para que se pueda procesar y tener la posibilidad de conducirlo al sistema nervioso central. Es decir, el oído es el mecanismo que permite llevar el sonido hacia el cerebro, el cual dice qué es realmente lo que se está escuchando o no y cómo puede llegar a interpretarlo.

“No se conoce un listado de sonidos que se puedan convertir en misofonía , eso va a depender de las asociaciones de cada persona con las situaciones negativas o malas experiencias que ha tenido con ese ruido en particular”, manifestó la docente.

Así mismo, dejó claro que ni el volumen ni la distancia (cercanía) influyen en la reacción de quienes padecen esta condición. “Con lo que sí se relaciona es con el tiempo de duración porque en la medida en que la persona está expuesta a ese estímulo “va a generar un ciclo vicioso que le producirá una reacción adversa”.

Desequilibrio emocional

Milton Murillo, médico psiquiatra, dijo que al tratarse de un rechazo a ciertos estímulos auditivos, en las personas con misofonía se presenta una incomodidad o malestar, debido a esa intranquilidad que experimentan en el momento.

“Lo más frecuente es un temor que lleva casi a tener que evitar de manera inmediata o a quitarse de encima ese sonido, y cuando no lo pueden hacer podría producir niveles de ansiedad muy intensos similares a cuando alguien está en peligro”.

A esto se suma otra sensación que, aunque es menos frecuente, también se evidencia: la agresividad o la irritabilidad ante el sonido para intentar quitárselo de encima. “La violencia es una de las consecuencias de quienes tienen misofonía y a veces se presenta como el único mecanismo de defensa posible ante el estímulo auditivo que es incomodo”.

Sobre las señales físicas, el experto indica que puede presentarse (en algunos casos): taquicardia (el ritmo del corazón se acelera), sudoración, una inquietud en los movimientos, resequedad en la boca, dolor de cabeza y hasta dolor de estómago.

Según Murillo, no es una condición frecuente y menos como un hallazgo único, es decir, una persona que solo sufra de misofonía y que no tenga ninguna otra alteración que lo acompañe (ansiedad o fobias específicas).

También explicó que no existe una edad concreta en la que se presente esta condición, pues hay niños que desde muy temprano la desarrollan. “Si se mira desde el punto de vista de la ansiedad y lo cercano a la fobia, puede ser secundario a experiencias traumáticas o alguna experiencia emocional que condicione a que esos sonidos se vuelvan adversos y esto puede aparecer en la adolescencia o en la edad adulta”.

Hacerlo más llevadero

Los expertos coinciden en que la misofonía se debe evaluar desde la psiquiatría, la neurología y la fonoaudiología para hacer una valoración completa que permita varios puntos de vista.

Por el lado auditivo, la fonoaudióloga Liliana Dottor indicó que se realiza primero una revisión para descartar problemas físicos o médicos que puedan tratarse previamente, luego hacen una serie de cuestionarios y escalas para clasificar la situación que se presenta porque “hay un diagnóstico diferencial entre tinnitus, misofonía, hiperacusia y fonofobia”. (Ver glosario).

De ser necesaria una intervención, el siguiente paso son las terapias sonoras (abordar la sensibilidad con generadores de sonido) o comenzar un proceso de consejería en el que se explica cómo funciona el órgano con el fin de concientizar sobre el por qué se presentan estas situaciones.

Desde la salud mental, el médico Murillo señaló que se trata cuando está relacionado con un trastorno de ansiedad o una fobia por medio de dos componentes: el psicoterapéutico (terapia cognitiva conductual o analítica) y la parte médica (o farmacológica). “Cuando son sonidos simples, pero que sí generan una molestia, en la medida que se pueda lo recomendable es recurrir a la tolerancia”.

Con el componente psíquico que tiene la misofonía, los expertos consultados reiteran que hay que prestarle mucha atención, en especial a esas primeras señales (o ruidos molestos) y más en este momento de la historia (ver Para saber más). Concluyen que es muy importante atender la salud mental a tiempo

20 %
es el porcentaje máximo de las personas que afecta la misofonía: U. de Newcastle.

Te puede interesar

El empleo que busca está a un clic

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD