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Viaje a las estrellas es solo un sueño, aunque posible

Con la tecnología existente hoy, a duras penas este siglo podría enviarse una nave al sistema más cercano.

  • Ilustración de cómo podría ser uno de los planetas alrededor de Trappist-1. FOTO ESO/M.Kornmesser
    Ilustración de cómo podría ser uno de los planetas alrededor de Trappist-1. FOTO ESO/M.Kornmesser
14 de marzo de 2017
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El escudo protector de Ávalon no resistió los impactos de tantos asteroides. Jim Preston despierta por accidente de su hibernación. Faltan 90 años para llegar a Homestead II, ese lejano planeta colonia.

Apenas han transcurrido 30 años del viaje. Los otros 5000 pasajeros duermen. Desespero. Ciencia ficción. Solo una película pero los viajes interestelares vuelven a ser el sueño de la humanidad.

En agosto pasado astrónomos reportaron el descubrimiento de un planea en Próxima Centauri, una estrella enana, roja a tan solo 4,24 años luz, el sistema más cercano a nosotros.

¡No estamos solos! Un momento. Parece rocoso. Está en zona de habitabilidad. No se sabe más.

Enero de 2017. Un gran descubrimiento: siete planetas rocosos alrededor de la estrella Trappist-1 a 39 años luz. Tres en zona de habitabilidad. De nuevo, no se sabe más. Parecen rocosos. ¿Tienen atmósfera? ¿Hay vida?

Un viaje es la solución. Irrealidad. Funcionarios de la Nasa, que participó en el hallazgo, bajan el entusiasmo: se necesitan 800 000 años, con las actuales tecnologías, para llegar al sistema en Trappist-1 luego de recorrer 369 billones de kilómetros (nuestro Sol está a solo 150 millones de kilómetros), una distancia, en términos galácticos, corta de todas formas.

¿Entonces? Propuestas sobre la mesa. Primer objetivo: Próxima b, el planeta más cercano a nosotros, pero a la velocidad de la nave Voyager 1, el objeto humano que más lejos ha llegado, tomaría 76 000 años cuando menos.

En desarrollo

Antes de hablar de sistemas de propulsión existentes y la velocidad de diferentes naves, sobre la mesa hay una idea en marcha.

Breakthrough Starshot es un esfuerzo de empresarios y científicos con una apuesta inicial de 100 millones de dólares puestos por el millonario ruso Yuri Milner, una iniciativa con el respaldo del físico Stephen Hawking.

De fructificar hacia 2040 se lanzaría una pequeñisima nave, más bien un velero espacial, que tardaría 21 años en pasar a una unidad astronómica (150 millones de kilómetros) de Próxima b para tomarle unas fotos y seguir de largo hacia rumbo desconocido. La nave no tendría posibilidad de frenar, aunque científicos del Max Planck Institute en Alemania trabajan en ello.

Las imágenes tomadas tardarían 4,2 años en llegar a la Tierra.

Para lograrlo en ese lapso la nave tendrá que adquirir una velocidad constante de un quinto la de la luz, 60 000 kilómetros por segundo. Todo un reto tecnológico al considerar que las Voyager andan a unos 57 000 por hora y recorre la 1 cerca de 520 millones de kilómetros al año.

En solo 3,5 días Starshot alcanzaría el borde del Sistema Solar, que a las Voyager les ha tomado 40 años; en cinco meses llegaría a la Nube de Oort y estaría 7,5 años en ella, esa región más externa del Sistema a entre 1 y 2 años luz. Luego pasaría 13 años en el medio interestelar, región plagada de polvo, otras partículas y rayos cósmicos que la podrían impactar y afectar.

Starshot es posible pero es un proyecto mucho más costoso de los 100 millones iniciales, tal vez 10 000 millones de dólares.

Sería una nave pequeña, de algo como un centímetro repleto de sensores, cámaras y baterías, con una vela de cuatro metros desplegada, todo pesando un gramo.

Una vez lanzada al espacio en un cohete convencional y tras haber recorrido dos millones de kilómetros, recibiría un rayo láser de cien gigavatios, un millón de veces más potente que los actuales láseres más constantes.

Eso la impulsaría en pocos minutos para adquiriría la velocidad de crucero.

Próxima b

De sobrevivir y funcionar como se espera, Starshot pasaría casi 20 aburridos años viajando. Si se cumple itinerario (es decir si se solucionan los retos tecnológicos pendientes), despertaría hacia 2060 para comenzar el acercamiento al planeta.

¿Pero se justifica el viaje? La humanidad ha soñado con hallar vida en otros mundos y saber que no está sola, así para personajes como el propio Hawking sería mejor evitar un encuentro con vida si es inteligente y avanzada.

En un simposio desarrollado por la Nasa el año pasado, algunos científicos, como Ellen Stofan, investigadora de la agencia espacial, expresaron que en la próxima década se podría tener la confirmación de existencia de vida fuera de la Tierra. No necesariamente en otros planetas.

Lo que hace atractivo a Próxima b como objetivo es que es el planeta más cercano detectado, casi con toda seguridad (se detectó por medio indirecto). Las otras características no se conocen bien.

Su estrella es una enana roja que emite menos luz que el Sol, pero el planeta está más cerca de ella que la Tierra de la suya: a unos 7000 a 8000 kilómetros, y reside en la zona de habitabilidad, una región que como sugiere Elizabeth Tasker, profesora de Física en la Universidad Hokkaido en Japón, no dice nada.

Para que exista vida se deben cumplir otras condiciones, como tener un campo magnético y una densidad dada, por ejemplo.

Ahora solo se conocen datos aproximados, ni siquiera se sabe si es rocoso o no, que tampoco sería evidencia clara de que contuviera agua o alguna actividad biológica.

Vivir tan cerca de una estrella roja tiene sus inconvenientes, como las lenguas de fuego que en ciertas ocasiones emite, calentando e irradiando más sus alrededores.

“Si Próxima b es habitable, podría ser un lugar ideal para movernos. Quizás hemos descubierto el futuro hogar de la humanidad. Pero para estar seguros, debemos hacer muchas más observaciones, correr muchas simulaciones de computador y, ojalá, enviar naves para tener el primer reconocimiento directo de un planeta extrasolar”, en palabras de Rory Barnes, del Laboratorio Virtual de Planetas, de la Universidad de Washington.

Para responder varias de esas preguntas, los telescopios espaciales como el Hubble y el James Webb a partir de 2019 serán muy útiles, así como el Telescopio Europeo Extremadamente Grande en los Andes chilenos dada su gran capacidad de observación.

De todas formas no hay nada como ver de primera mano y el interés por llegar a Próxima b se mantendrá con el proyecto de Milner, que aún no lo toma en serio toda la comunidad de astrónomos.

La soledad

Los siete planetas alrededor de Trappist-1 atizaron el furor por los viajes interestelares, pero alcanzarlos sigue siendo una lejana esperanza. De prosperar la misión Starshot, la serie Trappist estaría a unos 80 años, un viaje para los próximos siglos si antes no se desarrollan nuevas tecnologías o se hacen hallazgos más interesantes o... cercanos.

Hoy, de los 3586 planetas extrasolares alrededor de 2691 estrellas solo 6 están en un radio de 20 años luz de nosotros. En un radio de 10 años luz apenas se encuentra Próxima b, aunque hay otras seis estrellas en ese rango, como la de Banard y Sirio, la más brillante de nuestro cielo en las que no se conocen planetas.

Esto hace difícil la tarea de encontrar otro mundo habitable en el vecindario.

Otras tecnologías

Los viajes espaciales dependen de la cantidad de combustible y del tipo. Hay alternativas teóricas pero con un peso tan exagerado que no solo las hacen costosas sino poco prácticas.

Con la tecnología de iones, energía tomada del Sol mediante paneles, la Deep Space 1 alcanzó 56 000 kilómetros por hora en 1988. Tardaría 81 000 años hasta Próxima b.

Helios 2, gracias a la velocidad adquirida en el perihelio solar, llegó a 240 000 kilómetros por hora, aunque no es un impulso para sostener por mucho tiempo.

Juno, ahora alrededor de Júpiter, alcanzó 265 000 kilómetros por hora gracias al impulso del gran planeta, pero tampoco es una velocidad constante. Si lo fuera, le tomaría hasta 15 000 años llegar al planeta más cercano y 159 000 a Trappist-1.

La idea de Roger Shawyer de propulsión por electromagnetismo entró con mucho escepticismo, pero hace dos años la Nasa obtuvo logros. Con ella la nave New Horizons que tardó 11 años en llegar a Plutón lo haría en 18 meses pero Próxima b estaría todavía a 13 000 años.

Por propulsión nuclear eléctrica o termal, cuyos conceptos han avanzado y que permitirían llegar a Marte en solo 90 días (cuando esté en oposición), a Próxima Centauri lo haría en 1000 años.

Fuera de estos métodos en ensayo, en teoría hay varios más. Todos deben salvar inmensos retos tecnológicos y tal vez sea cuestión de tiempo, además de los costos.

De funcionar hoy la propulsión por pulsos nucleares, una misión costaría al menos 2,5 billones de dólares.

Así, en vez de andar volando alto. Por ahora estamos limitados a ver esos mundos con ayudas ópticas para tratar de delimitarlos y entrar en detalles hacia señales de posible actividad biológica.

No es para tirar la toalla. En 59 años de actividad espacial, lo más lejos que ha puesto un pie un ser humano es a 0,00000004 años luz de distancia: la Luna. Y solo ha llegado hasta los 0,2 años luz a los que va la Voyager 1 tras 40 años de viaje.

Fuentes: Nasa, U. de Washington, Universe Today, EarthSky, Enciclopedia de Exoplanetas, Nature.

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