Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

Boston siente que se esfuma lentamente su memoria

Este barrio de la comuna 10 (La Candelaria), con 110 años de historia, guarda pocas cosas de su pasado.

  • Panorámica del barrio Boston tomada en 1999, cuando aún no pululaban en el sector los edificios de apartamentos. FOTO archivo

    Panorámica del barrio Boston tomada en 1999, cuando aún no pululaban en el sector los edificios de apartamentos. FOTO archivo

  • La calle Echeverri (58), a una cuadra del parque, es una de las vías que se volvió referente del barrio Boston. FOTO julio césar herrera

    La calle Echeverri (58), a una cuadra del parque, es una de las vías que se volvió referente del barrio Boston. FOTO julio césar herrera

29 de marzo de 2018
bookmark

No importan el día ni la hora que sean: por el parque del barrio Boston todo el tiempo cruza gente, y en sus bancas, amparadas a las sombras de árboles viejos y muy altos, siempre hay un solitario que lee, un grupo de veteranos que conversa mientras toman tinto, o galladas de muchachos que acarician mascotas mientras observan las palomas picotear granos de arroz o de maíz.

Rogelio Correa, de 83 años, dice que si él está allí es porque siente que es el espacio más tranquilo de Medellín para disfrutar una lectura.

“Yo nací aquí, estudié en el colegio El Sufragio, de los salesianos, y me conozco esto al dedillo”, cuenta este exprofesor de primaria y secundaria, jubilado en el 87. Se emociona un poco al emprender su viaje hacia el pasado. Las árboles se mecen y en las hojas que caen parece hallar los episodios que le ayudan a recordar cómo era Boston cuando él estaba muchacho.

“Este parque siempre estuvo, porque yo salía del colegio y caminaba por aquí, y no veo que haya cambiado, solo lo noto descuidado. Pero si usted me pregunta qué hacía de muchacho, le digo que lo mismo que hacíamos todos en esa época: jugar y disfrutar, porque no había tanta delincuencia como ahora”.

En una de esas, eleva la mirada. Y hace un apunte esencial en una persona que conoce la historia de su entorno, del barrio que lo vio gatear y pronunciar sus primeras palabras: “¿Ve ese edificio que está allá?... ese sí es muy nuevo, por acá esto se llenó de edificios, hay mucho inquilinato, pero no creo que eso le haya hecho daño a Boston, es el progreso y llega gente nueva, que le aporta al sector”, comenta, mientras sigue con un libro abierto entre sus manos.

A muchos de los que cruzan por los senderos del parque dice conocerlos o, al menos, reconocerlos.

“Acá hay mucha confraternidad y tranquilidad, aunque estamos a solo cinco o diez minutos del Centro”, apunta.

Coltejer y la Santa Elena

Anclado en el costado oriental del Centro está Boston, cuyo nacimiento data de 1908 y que construido sobre una extensa finca que perteneció a un señor de nombre Vicente Benedicto Villa y que se llamaba La Ladera.

Según un relato de Cristina Silvia Rodríguez en el portal Legado Antioquia, el terreno para la construcción del parque lo donó Germán Villa, pero él quiso que se le pusiera el nombre de Boston “en recuerdo de la ciudad (de Estados Unidos) donde hizo sus estudios”. Pero hubo oposición a este pedido.

Según Hernán Restrepo Duque en una crónica de EL COLOMBIANO (27 de septiembre de 1976), “don Carlos A. Molina, vicepresidente del Concejo Municipal y director de la revista ‘La Miscelánea’, fue el vecino a quien no le gustó ese nombre y presentó un acuerdo al Concejo para que al parque se le llamara Plaza de Sucre”. Su intención quedó plasmada en un acuerdo del 26 de agosto de 1908. Pero la realidad es que el parque se sigue llamando Boston en el imaginario de la gente.

“El lugar que marco la referencia por aquí fue la sede de Coltejer (ya no está). Yo trabajé ahí y conocí este barrio desde joven, era de gente bien, gente pudiente”, relata Guillermo Vásquez Jaramillo, de 78 años y que comparte banca en el parque con Eduardo Rodríguez, jubilado de 82 años.

Eduardo no reside en Boston, pero dice que desde joven le ha gustado venirse al parque, “porque es un lugar muy tranquilo y muy fresco donde nadie molesta”.

Están sentados bajo unas cañabravas que copan veinte metros de terreno y forman dos arcos en túnel que cubren y les dan sombra a dos senderos del parque.

“Lo que marcó la historia de este barrio fue la quebrada Santa Elena, que cruzaba ahí abajito, donde está La Playa, pero la taparon y todo cambió mucho, aunque quedamos más tranquilos, porque se crecía muy seguido y nos inundaba todo esto, y además ya olía maluco”, asegura Rogelio Correa.

“La muchachada”

En Boston antes hubo mucha vida barrial, pero con el cambio en los usos del suelo, aunque hay ciertos grados de convivencia, también ha habido aislamiento familiar.

Allí fue muy famosa “La Barra de Boston”, creada en 1919 e integrada por personalidades de la ciudad y vecinos del sector, “porque por acá lo que había era doctores, recuerdo mucho al doctor Mario Tobón y al padre José León Arango, que era casi un santo”, relata Horacio. Según dice, el religioso murió en 1987.

En su tesis de grado “Boston, de barrio a zona de servicios”, escrita en 2015, el sociólogo Juan Diego López Ríos, de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la U. de A., plantea que “a partir de unas dinámicas inmobiliarias y económicas, un barrio tradicional va desapareciendo, dando paso a unas relaciones sociales más difusas entre los habitantes y estos, a su vez, con el espacio”.

Fue lo que sucedió en Boston, que ha virado al comercio. En este siglo, el crecimiento del Centro y la expansión hacia las montañas, fueron expulsando a sus viejos pobladores, muchos de ellos de clase alta, como pasó con las familias que al inicio poblaron Prado Centro, uno de sus vecinos.

“Boston ha sido connotado como un barrio tradicional, tranquilo y estratégicamente ubicado; en el nuevo siglo ha sido foco de importantes intervenciones infraestructurales que han ido valorizando notablemente el suelo en este espacio; es así como se va perfilando como un corredor estratégico de movilidad, comercial e inmobiliario que va más en función de la renta que en la conservación de esa vida barrial fortalecida a través de la memoria colectiva de sus habitantes”, plantea López.

Si personajes como Rogelio, que llevan en la memoria lo que fue el sector, emigraran, Boston perdería su memoria, aunque no su historia.

Pero él dice que no se irá: si después de tantos años aún sus pies están sobre este suelo, es porque tiene arraigo a su territorio, aunque el centro o motor que le dio vida al barrio ya no exista.

“Boston creció alrededor del Circo Teatro España, que fue el primer teatro de verdad que tuvo Medellín, en Bolivia con Girardot; era tan grande que presentaban comedias, ópera, venían los mejores cantantes y había corridas de toros”, recuerda el historiador Germán Suárez Escudero.

Relata que era una estructura en metal, que luego fue trasladada al sector de La Alpujarra, donde hoy está el edificio Inteligente de EPM, y que al final desapareció, “cuando empezaron a construir los grandes teatros, como el Ópera, el Junín y el Bolivia”.

Suárez Escudero ratifica que, en efecto, el barrio inicialmente fue habitado por personas de la alta sociedad de la ciudad y destaca su trazado de calles, “en estilo escuadra, como en Laureles”. Hoy, con la proliferación de edificios, inquilinatos y negocios, sus pobladores carecen del arraigo que tuvieron los pioneros.

Pero a la par con los 79 comerciantes que ocupan el parque, las 21 casas de inquilinato y los más de 30 edificios de más diez pisos identificados por Juan Diego López Ríos en su tesis, están sus carreras Girardot y Córdova, que evocan a los héroes de la Patria; y las calles Caracas, Perú, Bolivia y Argentina, que le rinden honores a otros países.

En el templo El Sufragio reposan dos placas que también les reiteran a los pobladores que no se ha ido el vínculo de su Boston actual con el del pasado: una que dice que Manuel J. Atehortúa fue el primer director de la Junta Constructora; y otra que reza que “el doctor Juan B. Isaza V., donó el terreno en que está edificado este templo, rogad por él”. Y esas dos placas no se esfumarán tan fácil.

Infográfico
Boston, memoria que se va y se va
El empleo que buscas
está a un clic

Nuestros portales

Club intelecto

Club intelecto
Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD