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Mariana Pérez, la paisa a la que la Fundación Bill Gates le quiso comprar su planta de tratamiento de aire

Inventó la única planta de tratamiento de aire que funciona en América Latina y sobre la cual la fundación del magnate se interesó por el uso de tecnología DAC

  •  Mariana muestra una de las baldosas que se producen con los residuos de la planta de Girardota. FOTO EL COLOMBIANO.
    Mariana muestra una de las baldosas que se producen con los residuos de la planta de Girardota. FOTO EL COLOMBIANO.
  • Mariana Pérez, la paisa a la que la Fundación Bill Gates le quiso comprar su planta de tratamiento de aire
  • Mariana con su papá Manuel y el primer prototipo que utilizó en la feria escolar. FOTO: EL COLOMBIANO
    Mariana con su papá Manuel y el primer prototipo que utilizó en la feria escolar. FOTO: EL COLOMBIANO
  • Aspecto aéreo de la planta en Girardota donde se procesan 70 toneladas diarias de aire con una eficiencia del 82% de remoción de contaminantes.
    Aspecto aéreo de la planta en Girardota donde se procesan 70 toneladas diarias de aire con una eficiencia del 82% de remoción de contaminantes.
  •  Mariana con parte del equipo de la empresa Ecolair, en la que laboran 20 personas, en la sede de Guarne. FOTO: EL COLOMBIANO
    Mariana con parte del equipo de la empresa Ecolair, en la que laboran 20 personas, en la sede de Guarne. FOTO: EL COLOMBIANO
22 de marzo de 2023
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Tiene 25 años y más de la mitad de su vida la ha invertido en crear y desarrollar un proyecto del que hoy se siente orgullosa, no solo porque gracias a él creó empresa, sino porque sabe que sus logros le dan también un respiro al planeta y contribuyen a mejorar la calidad del aire que todos respiramos. De hecho, el año pasado la Fundación Bill Gates quiso comprar su compañía.

El mundo de Mariana Pérez Palacio ha girado en torno a máquinas, diseños, metales, tornos y todo aquello que rodea la metalmecánica, un sector que su padre Manuel Pérez maneja al dedillo y al que desde niña la acercó y le despertó preguntas que él siempre intentó responderle, como aquella que le formuló un día y que la conectó a un sueño que se ha convertido en su proyecto de vida para ella y su familia.

Mariana habla y uno se va perdiendo en un mar de términos y explicaciones técnicas sobre el trabajo que ella desarrolla desde niña. Pero cuando uno se adentra en su historia se da cuenta que está ante la mujer que inventó una planta de tratamiento de aire y que tiene en su haber 12 patentes, que certifican sus desarrollos en tecnología de Captura Directa del Aire (DAC, por sus siglas en inglés), y en la producción de una sustancia química que permite capturar los contaminantes del aire.

Una niña muy curiosa

Esta historia comenzó un buen día cuando Mariana, de 8 años, preguntó de forma ingenua por qué sobre el techo del carro de su papá se formaban unos círculos negros.

“El lugar donde vivíamos era una avenida principal en un barrio de Envigado. Pasaban muchos carros y busetas. En la ignorancia de mi momento, vi que después de haber lavado el carro por la mañana, en la tarde el carro estaba completamente sucio. Eran como unas manchas en forma de gotas. Le pregunté a mi papá y entonces me dice que el humo que emiten los carros lo mojó la lluvia. Entonces le respondí que si la lluvia podía mojar la suciedad hiciéramos una máquina que moje el humo y recoja la contaminación”.

Su padre, en lugar de ignorar el momento de lucidez de su hija, la animó a plantear cómo lo haría. Y ella comenzó a soltar ideas que luego se convirtieron en un proyecto para la feria de su colegio, el Liceo Francisco Restrepo Molina. Diseñó un primer prototipo, con un tarro y unas mangueras, que hoy atesora como el más preciado de sus bienes.

Mariana con su papá Manuel y el primer prototipo que utilizó en la feria escolar. FOTO: EL COLOMBIANO
Mariana con su papá Manuel y el primer prototipo que utilizó en la feria escolar. FOTO: EL COLOMBIANO

“Ahí fue decisivo el apoyo de mi papá porque él me orientaba con preguntas que yo iba resolviendo. Pero además, el modelo educativo nos retaba cada año a mejorar el proyecto escolar y uno también va aprendiendo a investigar y a aplicar metodologías”, dice Mariana recordando que en esa época se convirtió en monitora de su curso. “Ahí es cuando uno se da cuenta que la disciplina que le inculcan a uno en la casa es fundamental. No importa que a uno lo molesten porque sea nerd en el colegio. Ser así me sirvió mucho y me trajo hasta acá”.

Esa “máquina”, que en realidad no lo era porque aún no contaba con motor, se ganó el premio en la feria escolar y fue la motivación para escalar el siguiente nivel, que llegaría al culminar sus estudios secundarios. Vino otra feria, la del Parque Explora, que entrega estímulos a proyectos en ciencia y uno de sus premios daba cupo para representar al país en Estados Unidos, en un certamen de innovación y tecnología.

Allá llegó Mariana con su prototipo más avanzado, empacado en la maleta en la que debía llevar su ropa. A ella no le importaba nada más que asegurar que el equipo llegara en óptimas condiciones.

Este prototipo ya tenía motor y una sustancia con algunos principios químicos. “Pero quería ir más segura y por eso busqué que una entidad externa hiciera una medición de eficiencia, es decir, que probara qué contaminantes entraban y qué aire salía”.

Tocó las puertas de la Universidad de Antioquia y para su sorpresa, el ingeniero responsable del laboratorio, sin tapujo alguno, le creyó a la jovencita que le traía este proyecto escolar y le dio la seguridad que necesitaba para aventurarse con el prototipo en la feria de EE.UU. Sí funcionaba.

Impulso inversionista

Su papá sonríe al recordar esos inicios de Mariana y el empeño de su hija para sacar adelante Ecolair, la empresa que hoy construye las plantas de tratamiento del aire con tecnología DAC. Suelta nostálgico la historia de cómo su muchacha estuvo a punto de morir. “Tenía dos meses y se nos cayó de la cama. Se le paró el corazón del susto, los médicos aportaron todos sus conocimientos para reanimarla, pero para mí fue un verdadero milagro que ella sobreviviera”.

Y hoy cuando Manuel la mira orgulloso no duda que ella es una de esas mentes brillantes que necesita la humanidad: “Que Dios la ayude a conservar sus ideas, su mente, para que el valor de sus aportes le hagan bien al planeta”.

Eso que ve su papá en ella, lo vieron también dos inversionistas colombianos en la feria de Estados Unidos: un potencial negocio de gran impacto ambiental. “Mi sueño es que en cada municipio del país, en cada ciudad del mundo, haya una planta de tratamiento de aire, así como existen las plantas de tratamiento de agua, más en un planeta en el que cada vez respiramos un aire más contaminado”.

Los inversionistas le entregaron $60 millones para que trabajara en un prototipo más industrial. Apenas recibió los recursos buscó la forma para que un laboratorio, de los mismos que miden las emisiones en grandes chimeneas, probaran que su “máquina” era eficiente en la limpieza del aire.

“Y no me creían. Hicieron todo lo posible para que desistiera, que no botara la plata, en esa época la prueba valía $13 millones. Pero yo les pedía que la hicieran y al final me citaron por allá un 23 de diciembre, como quien no quiere la cosa”, recuerda Mariana, quien no deja de manifestar que superar estigmas en esa industria por ser joven y mujer ha sido el pan de cada día.

Planta piloto

Ella confiaba en que su desarrollo funcionaba para limpiar el aire, pero “oh, sorpresa” como ella lo relata, el resultado la dejó sin aliento: la prueba arrojó que la eficiencia en la remoción de contaminantes era del 95%. En otras palabras, por su “máquina” (el nombre que le dio es FIVA) entra el aire con material particulado, dióxido de carbono y de azufre, compuestos orgánicos volátiles y otros contaminantes, y sale limpio.

“La felicidad fue enorme porque no solo se salvaba la inversión sino que con ello se marcaba el inicio de Ecolair, que hoy tiene 20 empleados”, asegura Mariana que hoy, lejos de ejercer su profesión de médica veterinaria, es la líder de proyectos estratégicos de su propia compañía y es la jefe de su papá.

A Manuel lo congratula esa situación. “Un día yo me imaginé que ella iba a ser ingeniera industrial porque en el taller yo le enseñaba toda la parte mecánica y ella aprendía con tanta facilidad y lo disfrutaba tanto. Hoy me supera en cosas que a mí no se me dan como lo administrativo, lo de comunicaciones... En todo caso ella es muy buena jefe”.

El lugar donde funciona hoy Ecolair es el mismo en el que Mariana pasó parte de su infancia, una casa en la vereda El Salado, de Guarne. En un rincón de la gran bodega que montaron para la empresa aún está el viejo taller en el que ella y su padre pasaban las tardes.

Allí se ensamblan las piezas y se procesa parte del material que se produce en la planta de tratamiento de aire que funciona en Girardota, la primera localidad que le abrió las puertas al proyecto ambiental. El alcalde Diego Agudelo entendió lo que significaba este desarrollo para mejorar la calidad del aire.

“Nosotros les creímos porque tenían argumentos técnicos, patentes (...) Nos dijeron que ellos solo necesitaban un sitio para instalar la planta, ojalá el lugar con más carga contaminante en el aire de la localidad” y hasta ahora, según el alcalde Agudelo, los resultados son excepcionales.

Aspecto aéreo de la planta en Girardota donde se procesan 70 toneladas diarias de aire con una eficiencia del 82% de remoción de contaminantes.
Aspecto aéreo de la planta en Girardota donde se procesan 70 toneladas diarias de aire con una eficiencia del 82% de remoción de contaminantes.

No solo filtran 70 toneladas diarias de aire, con una eficiencia en la remoción de contaminantes del 82%, sino que con el material de desecho que procesa la planta están produciendo bolsas biodegradables y baldosas.

“Hoy estamos construyendo una fase mucho más grande, es una máquina 3.5 veces más grande que la que nació en el 2020, por ende vamos a capturar, 3.5 veces más”, dice Mariana sobre lo que viene tras la planta piloto que opera en Girardota.

El interés de Gates

Y aunque a nivel local ha sido difícil convencer sobre los beneficios de la tecnología DAC, en Estados Unidos el gobierno de Joe Biden destinó inversiones por 3,2 billones de dólares en este sector.

En esa búsqueda de inversionistas, un buen día del año pasado Mariana vio que la Fundación Bill Gates, en uno de sus programas hacía énfasis en tecnología DAC.

Entusiasmada aplicó a una convocatoria para presentar su modelo FIVA. “Hice la inscripción y me sorprendió mucho porque solo me pidieron una explicación breve y la página web”.

Una semana después la contactó la CEO de la Fundación para pedirle una reunión, virtual o presencial, porque querían hablar de su tecnología. “Casi al mismo tiempo fuimos sorprendidos por la visita de un par de personas a la planta de Girardota que llegaron sin avisar, recorrieron el sitio y se fueron. Ya luego en la entrevista con la Fundación nos dimos cuenta de que ellos enviaron a esas personas a ver la planta”, recuerda Mariana.

Mariana con parte del equipo de la empresa Ecolair, en la que laboran 20 personas, en la sede de Guarne. FOTO: EL COLOMBIANO
Mariana con parte del equipo de la empresa Ecolair, en la que laboran 20 personas, en la sede de Guarne. FOTO: EL COLOMBIANO

El proyecto que les planteó era bien ambicioso: llegar a los rellenos sanitarios de Colombia e instalar en cada uno plantas de tratamiento de aire con los recursos que la Fundación pudiera donar. Pero “ellos dicen no, porque su interés es comprar la compañía”.

Firme en su sueño, ella también les da las gracias y les dice que no.

Las razones para cerrar la posibilidad a un negocio muy rentable son claras para Mariana: “Porque llevo ya muchos años en esto, 12 años de mi vida, metida de tiempo completo, como para entregar algo que he hecho desde cero. Para ellos es un negocio más, para mí es mi razón de ser.

Yo le digo a mi equipo: aquí no estoy por dinero, yo quiero ver una planta de tratamiento de aire en cada ciudad de Colombia y ojalá del mundo, es un sueño ambicioso. No me voy a rendir. Este proceso sin duda ha sido difícil, largo, pero sigue siendo impulsado por un sueño y las ganas de hacer historia”.

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