A pesar de tener el segundo núcleo urbano más poblado y ser una de las primeras regiones en reportar casos de coronavirus (el 9 de marzo se registró el primero), el departamento de Antioquia se proyectó a mediados del año pasado como una de las regiones ejemplo en el manejo de la pandemia en el país.
Con un porcentaje de letalidad del 0,5 % en la primera semana de junio, (mientras Cali reportaba un 4,44 %, Cartagena un 4,47 % y Bogotá un 2,42 %), su capital, Medellín, se mostró como una de las ciudades que mejores cercos epidemiológicos efectuaba y mayor seguimiento hacía a los pacientes para prevenir cuadros críticos.
El uso de big data, inteligencia artificial, mayor número de testeos para trazar la cadena de contagios y el empleo doméstico de oxímetros y oxígeno medicinal fueron algunas de las razones que las autoridades aseguraron hacían parte de la clave de aquella historia de éxito, que llegó a los titulares de diarios y noticieros internacionales.
Once meses después, mientras el sistema hospitalario aún no logra salir de la alerta roja, variables como el número de casos diarios (por encima de los 2.000 al cierre de este artículo) y el acumulado de fallecimientos (2.697 durante los 30 días de abril) llevaron a Antioquia y Medellín de regreso a los titulares, pero en condición de epicentro de la pandemia.
Médicos exigidos al máximo, la amenaza de un racionamiento del oxígeno medicinal y hasta la congestión en los servicios funerarios se convirtieron en parte de una fotografía que retrata el momento más crudo de la crisis sanitaria en el departamento.
El punto de inflexión
Para comprender este cambio, expertos y funcionarios se remontan a marzo de 2020, cuando, tras la declaratoria de la crisis sanitaria, el sistema hospitalario comenzó a prepararse para expandir su capacidad al máximo.
Andrés Aguirre Martínez, director del hospital Pablo Tobón Uribe, planteó que el bajo número de contagios y el bajo porcentaje de letalidad que se registró a mediados del año pasado podrían deberse a tres factores principales.
“Lo que favoreció a Antioquia es que los primeros casos llegaron del extranjero y no había una circulación libre del virus. A eso se sumó el uso de unas capacidades importantes para identificar y diagnosticar los pocos casos que había. Lo tercero fueron las cuarentenas”, señaló Aguirre, proponiendo que la conjunción de esas tres variables explicaría el éxito inicial.
Sin embargo, advirtió, tras el levantamiento gradual de las restricciones a la movilidad a partir de junio de 2020, cuya prolongación era insostenible por sus daños en la economía, el virus comenzó a esparcirse.
Leopoldo Giraldo Velásquez, gerente para la contención de la covid-19 en Antioquia, recordó por su parte que el objetivo inicial del confinamiento de 2020 era el de “aplanar la curva”, mientras el sistema hospitalario lograba prepararse para la pandemia.
Según detalló el funcionario, hasta ahora el departamento ha pasado por cuatro picos de contagios principales. El primero, entre julio y agosto; el segundo, entre octubre y noviembre; el tercero, entre diciembre y enero; y el cuarto, desde las últimas semanas de marzo hasta hoy.
De acuerdo con su análisis, el relajamiento en los protocolos de bioseguridad por parte de las personas y el levantamiento de las restricciones a la movilidad generaron que durante las fiestas navideñas el virus se propagara con mayor velocidad.
“En la parte individual y en espacios como casas, unidades residenciales, espacios abiertos al público y empresas se fue relajando el cumplimento de los protocolos”, señaló Giraldo, quien también atribuye al programa de vacunación un cambio en la percepción del riesgo. Cuando las personas vieron la aparición de los primeros biológicos, percibieron menos letal el virus, dijo.
Con un enfoque similar, Rita Almanza Payares, líder de epidemiología de la Secretaría de Salud de Medellín, advirtió que durante los últimos meses esa dependencia ha documentado que el número de personas y empresas que relajaron los protocolos de bioseguridad creció.
“Lo que nosotros observamos es que las personas han bajado mucho la guardia con los protocolos. Aquí se suman varias cosas, el mayor número de casos, la flexibilización de las medidas y los eventos que han generado aglomeraciones recientemente”, señaló Almanza.
Según informó la funcionaria, para la primera semana de mayo, la tasa de reproducción efectiva del virus (que mide cuantas personas pueden contagiarse a partir de un caso) estaba en 2,2 a nivel municipal. Lo que equivale a que una persona con el virus está contagiando a dos, esas dos a cuatro y así sucesivamente. Este indicador estaría relacionado con la alerta emitida por la Gobernación en donde se advirtió la presencia de las variantes del virus, provenientes de Reino Unido (B.1.1.7) y Brasil (P1), agregó Almanza.
Para Natalia Suárez Sanabria, epidemióloga y docente de la Universidad CES, otra variable que debe tenerse en cuenta es el hacinamiento en los sistemas de transporte público masivo. Un problema asociado a la flexibilización de las restricciones de movilidad, agregó.
Controlar el pico
Aunque al cierre de este artículo la ocupación hospitalaria del departamento se mantenía en el 98,23 %, Giraldo Velásquez señaló que la disminución progresiva en el número de contagios diarios abre una luz de esperanza para que en las próximas semanas la presión hospitalaria disminuya paulatinamente.
Cabe recordar que el número de casos, que alcanzó un máximo de 4.371 el 10 de abril, tras un mes de cierres parciales alcanzó un total de 2.313, con corte al pasado 8 de mayo.
No obstante, según advirtió Giraldo, el camino definitivo para retomar el control de la pandemia pasa por el avance del plan de vacunación.
De acuerdo con los estimados de la Gobernación, al cierre de esta edición (ver Infografía), el porcentaje de médicos vacunados que ya tenían una segunda dosis era del 84,5 % y el de adultos mayores de 80 años era del 89,5 %.
Según detalló el gerente, aunque el departamento tiene una capacidad de aplicación de cerca de 35.000 dosis diarias, el avance de la inmunización regional está sujeta al éxito del país en abastecerse.
Frente al panorama inmediato, Giraldo advirtió que el incremento en la movilidad durante las últimas semanas, asociado principalmente a las manifestaciones ciudadanas, podría oscurecer las proyecciones, con miras a la reducción de la ocupación hospitalaria y la estabilización del número de contagios diarios.
Con base en ese diagnóstico, Aguirre Martínez propuso que uno de los factores clave que influirán en el desarrollo de la pandemia, será la conciencia de cada persona a la hora de cuidarse del virus. Un factor que constituye el centro del problema, propuso, ya que la mayor parte de la población ve la enfermedad como un peligro para unos pocos.
“Muchas personas tienden a ver el coronavirus como un problema de una minoría, cuando es un asunto de salud pública que nos compete a todos”, concluyó Aguirre Martínez