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La estrategia de la Policía para bajar los homicidios en el Aburrá

Estos son los detalles del plan especial de las autoridades que ayudó a quebrar la estadística de asesinatos en el Valle de Aburrá.

  • El comandante de la Policía Metropolitana, general Eliécer Camacho. FOTO EDWIN BUSTAMANTE
    El comandante de la Policía Metropolitana, general Eliécer Camacho. FOTO EDWIN BUSTAMANTE
Policía revela los siete pilares de la estrategia antihomicidio
11 de noviembre de 2019
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La desaceleración en el índice de homicidios es una tendencia que se viene sosteniendo en el segundo semestre del año en Medellín, Bello y el Valle de Aburrá.

Según la estadística oficial (a octubre 21), el peor mes fue mayo, cuando la capital antioqueña sumó 75 asesinatos y la población bellanita padeció 22; pero en septiembre se logró la mejor reducción, con 38 y 5, respectivamente (ver el gráfico).

Una de las principales razones para explicar esto es que las disputas entre las estructuras de crimen organizado, que sacudieron estos lugares en el primer semestre de 2019, se apaciguaron.

En Bello se enfrió el conflicto en las comunas de Niquía y Altos de Niquía, entre “el Mesa” y “Niquía Camacol” contra “Pachelly”; mientras que en Medellín sucedió lo mismo con 18 de las 19 disputas detectadas (ver el mapa).

Para comprender las razones por las cuales se redujeron las muertes violentas, EL COLOMBIANO dialogó con el comandante de la Policía Metropolitana, general Eliécer Camacho, y sus oficiales de la Seccional de Inteligencia Policial (Sipol).

Ellos confirmaron que sí un hubo un acuerdo de no agresión entre bandas, pero aseveraron que eso fue una consecuencia de la acción de las autoridades que los acorralaron.

“La contundencia de nuestras operaciones hizo que ellos tuvieran que parar las confrontaciones, porque estaban perdiendo dinero, personal y cayendo a la cárcel. Tanta gente encarcelada les afecta las finanzas, porque ellos destinan plata para el sostenimiento en prisión y les pagan abogados, todo eso para que no delaten. Por información de Inteligencia y testimonios de algunos capturados, sabemos que los cabecillas hicieron reuniones en las cárceles para mermar sus confrontaciones”, afirmó Camacho.

Desde su perspectiva, la estrategia antihomicidios ha funcionado en el segundo semestre del año por la implementación de siete pilares: 1). Un inventario unificado de bandas; 2). La persistencia para incautar armas; 3). Ataque directo a la renta de las drogas; 4). Innovación en los cuadrantes de vigilancia; 5). Un nuevo Centro de Fusión contra el Crimen; 6). Implementación eficaz de la tecnología; 7). La mitigación de las disputas entre bandas.

A continuación, la entrevista con el General:

La disminución de la violencia coincidió con eventos internacionales en Medellín, con miles de visitantes extranjeros: la 49° Asamblea General de la OEA (junio 26 al 28), la Cumbre Mundial de Ciudades y Alcaldes (julio 10 al 12) y Colombiamoda (julio 23 al 25). ¿Ese acuerdo entre mafiosos tuvo auspicio de instituciones que se beneficiaron con los eventos?

“No tenemos información de eso, pero los bandidos hicieron esos acuerdos porque se les acabó la zona de confort. Además, las estrategias comenzamos a aplicarlas en mayo, antes de esos eventos, y no todas son efectivas al instante. Y si usted ve, la tendencia de disminución de homicidios se sostuvo después de los eventos”.

¿Qué es el Inventario Unificado de Bandas?

“Las diferentes agencias de seguridad (Gaula, Sijín, Sipol, Dijín, CTI, Ejército, Fiscalía, etc.) construyeron un Inventario de Estructuras Criminales del Valle de Aburrá. Antes cada agencia tenía su propio dossier, ahora todas hablamos el mismo idioma y definimos en conjunto las misiones.

Priorizamos el combate contra 94 grupos ilegales, responsables de las principales dinámicas delictivas, que tienen jefaturas de mando definidas y autonomía financiera. Esto permitió articular los operativos y dar golpes más certeros. En el mapa criminal también identificamos otros 191 subgrupos, más pequeños, que alimentan a los otros con jóvenes para reclutar”.

¿De ahí salieron los afiches de los más buscados?

“Ha sido importante visibilizar a los cabecillas en los afiches y las recompensas. Eso los puso a huir, cuando antes andaban como Pedro por su casa; el caso de Bello es el mejor ejemplo. Estos volantes son disuasivos porque los metemos bajo las puertas de las casas de los familiares de los delincuentes. Hoy en día hay 173 cabecillas reseñados en la última tanda de afiches (2019) de los más buscados, y ya cayeron 44”.

¿Por qué habla de la persistencia para incautar armas?

“Este año (hasta octubre 16) la Policía ha capturado a 1.055 personas con armas ilegales; en el mismo periodo de 2018 iban 940. La mayoría de este arsenal es original, nada de artefactos hechizos. Creemos que la principal ruta de tráfico es EE.UU.-México-Antioquia. La Policía está empoderando a las patrullas de los cuadrantes con información estratégica de la Sipol para que su vigilancia no sea rutinaria, sino puntual en los sitios en los que más confluye el porte de armas. Y la Fiscalía incrementó los allanamientos, lo que ha derivado en importantes hallazgos de caletas (como la del pasado 11 de febrero, cuando en un inquilinato de Bello decomisamos una ametralladora M60, cinco fusiles, siete pistolas y proveedores expansivos).

Otro aporte lo hace el Laboratorio de Balística, que ha obtenido evidencia para asociar los asesinatos con las armas de fuego decomisadas a bandas, lo que permite imputar ese cargo a sicarios y cabecillas por línea de mando. Así sucedió con ‘Pocho’ (jefe de ‘la Agonía’) y ‘Juancito’ (‘Betania’).

De todas maneras, aún no ha habido un golpe estructural contra los traficantes de armas y el mercado negro de municiones. Estamos todavía en las investigaciones”.

Sigue la demanda de
drogas y eso alimenta
a las bandas, ¿qué logros hay en este aspecto?

“Este año han sido decomisadas 15,5 toneladas de estupefacientes en el Valle de Aburrá, 9 de ellas en Medellín. El 80 % de las capturas que hacemos a diario tiene que ver con drogas. Mínimo una vez al mes, en conjunto con la Fiscalía, se golpea una plaza de vicio y se abren procesos de extinción de dominio a las casas implicadas. Esto ha generado que los grandes centros de acopio se vuelvan móviles y los jíbaros manejen pequeñas cantidades.

Es verdad que en Medellín se mantiene la alta demanda de estupefacientes y los programas para curar a los adictos son ineficientes. En eso hay que seguir trabajando”.

¿De dónde viene la droga?

“Los grupos armados del Bajo Cauca son los principales abastecedores de cocaína y sus derivados en el Valle de Aburrá; mientras que la marihuana cripa proviene del departamento de Cauca. Los traficantes ya no están entrando las toneladas a la ciudad, sino que las dejan en pueblos cercanos, y los administradores de las plazas tienen que ir allá y traerla en pequeñas cantidades”.

¿Cuál fue la innovación en los cuadrantes de vigilancia de los barrios?

“En el Valle de Aburrá había 529 cuadrantes de Policía, de los cuales 413 actuaban en Medellín. Las patrullas venían haciendo vigilancias rutinarias y a pesar de eso había muertos. Entonces hubo que innovar: 1). Los cuadrantes se redujeron a 390 (286 en Medellín), y con los uniformados que quedaron libres se crearon grupos especiales de reacción, con planes focalizados contra delitos específicos; 2). Se reestructuraron las funciones de los cuadrantes, para que no solo hicieran vigilancia, sino que recopilaran información para Inteligencia y evidencia judicial.

La crisis de Bello nos obligó a implementar microcuadrantes en puntos críticos, con territorios más pequeños por unidades, pero cuando la patrulla daba la vuelta a la esquina, ahí nos dejaban el muerto. Tocó crear polígonos especiales: le asignamos a la patrulla un recorrido en línea recta, en vías específicas y de pocas cuadras, nunca dobla la esquina, y así les cerramos la movilidad a las bandas. La patrulla va y viene por el mismo vector, incluso la Alcaldía de Bello ayudó con un decreto que permite a la Policía andar en contravía en esos casos. Eso marcó la diferencia”.

¿Qué es el Centro de Fusión contra el crimen?

“Otra de las innovaciones fue la creación del Cefco – Facom (Centro de Fusión contra el Crimen Organizado y su unión con las Fuerzas Articuladas contra el Crimen Organizado). Es un experimento único en el país: en un mismo lugar, con el auspicio de la Alcaldía de Medellín, se concentran representantes de todas las agencias que luchan contra el crimen organizado en la Policía y la Fiscalía, con participación de las comisiones investigativas que provienen de las direcciones nacionales de Bogotá, incluyendo a la Dirección de Investigación Judicial (Dijín) y la Dirección Antinarcóticos (Dirán). El objetivo de este centro de fusión es atacar a las bandas más grandes y a los cabecillas de alto valor, como ‘la Terraza’, ‘el Mesa’, ‘los Chatas’ y ‘Pachelly’, entre otras.

Es una herramienta nueva, que une las fortalezas de cada agencia. Aún estamos en proceso de ajustar esa articulación. Entre las ventajas que tiene el apoyo de las direcciones nacionales están su experiencia y recursos para enfocarse en un blanco específico, así como la facilidad de dedicarse exclusivamente a esa misión.

Entre 2016 y 2019 se han capturado 4.056 personas relacionadas con el crimen organizado en el Valle de Aburrá, 157 son cabecillas, 402 coordinadores y 3.497 integrantes. Aunque las bandas se regeneran, su capacidad e influencia es cada vez menor”.

¿Cuál es el aporte de la tecnología en la estrategia?

“Con apoyo de la Alcaldía de Medellín, llegó de la mano de la repotenciación del helicóptero Halcón, drones con capacidades nocturnas, software para georreferenciar la posición de las patrullas y cámaras LPR inteligentes para rastrear las placas de vehículos.

Antes los drones se usaban para vigilancia en eventos masivos y en el estadio, ahora los implementamos en operativos. Por ejemplo, cuando hubo disputa de bandas en Zafra y se armaba la balacera, las patrullas tardaban en llegar porque tenían que entrar a laberintos, subir escaleras, y los delincuentes se fugaban; en cambio el dron vuela en línea recta, llega primero y detecta hacia dónde corrieron, así guiamos a las patrullas en tierra.

Las cámaras LPR están en sitios estratégicos para contrarrestar los hurtos, por eso las 300 que hay están en las principales vías, pero en una segunda fase habrá que ubicarlas también en zonas críticas de confrontación entre combos. Y, por supuesto, dotar también a otros municipios vecinos de Medellín”.

¿Y cómo se mitigaron las disputas entre bandas, además de los acuerdos entre ellas?

“Ese es el producto de haber aplicado las medidas que le conté. Eso ocasionó que se enfriaran los conflictos y pugnas internas entre bandas; de los 23 identificados, solo uno está activo ahora (‘los Chivos’ contra ‘los Pájaros’ en la frontera de Belén y Altavista), mientras los otros están latentes.

Cada semana las agencias tienen una reunión de seguimiento a la situación, donde se trazan las estrategias conjuntas de intervención”.

Infográfico

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