Una llamada telefónica con la promesa de un contrato, puede terminar en pesadilla para los veterinarios y zootecnistas, por cuenta de una extorsión que nació en la cárcel y se extendió al Oriente de Antioquia.
De acuerdo con las denuncias recibidas en los últimos 15 días, la farsa comienza cuando estos profesionales, residentes en el Valle de Aburrá, son contactados por celular. Se presume que los tramadores obtienen el número por las tarjetas personales y publicidad que distribuyen por internet.
En la llamada, se hacen pasar por dueños de fincas o mayordomos, cuyos animales enfermaron. El cuento está tan bien urdido, que se aprenden los síntomas del cólico equino y de la infertilidad bovina.
“El caballo se lo regalé a mi hija hace dos años y medio. Esta mañana relinchaba, la barriga la tiene inflamada, no orina, no pea, nada. Y tengo a mi hija llorando, me parte el corazón verla así”, contó uno de los falsos finqueros, buscando convencer al veterinario, según una grabación conocida por EL COLOMBIANO.
En estos relatos hay un factor común: citan a los médicos de animales a veredas alejadas de los municipios de Alejandría y Concepción, en el Oriente antioqueño. Les piden los datos del carro (matrícula, color y modelo), con la excusa de tener a un trabajador pendiente que los recibirá a la entrada del pueblo, y números de allegados, por si se pierden saber cómo ubicarlos.
La extorsión inicia cuando los profesionales llegan al área y, por la escasa cobertura en telecomunicaciones, se quedan sin señal de teléfono.
Los delincuentes llaman a los allegados y familiares, fingiendo ser de una disidencia guerrillera. Les dicen que tienen secuestrado al veterinario y que deben transferir dinero a una cuenta bancaria si quieren su libertad.
La reacción de los dolientes es llamar a su ser querido, pero como este no tiene señal telefónica caen en el fraude, procediendo a negociar con los falsos secuestradores. Mientras esto ocurre, el veterinario está dando vueltas en la zona, perdido, porque nadie sale a su encuentro.
Uno de los casos tuvo una variación, con una doble extorsión. Jhon Ruiz Buitrago, decano de la facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia del CES, contó que los afectados fueron una estudiante de la facultad y el veterinario de campo que ella acompañaba. Hace dos semanas salieron a atender la supuesta urgencia. Al llegar a un punto cercano, recibieron la llamada de la tal disidencia guerrillera, la cual les advertía que los tenía vigilados, suministrando la descripción exacta del vehículo.
“Que como habían entrado sin permiso a su territorio, les iban a quemar el carro, a menos que pagaran la extorsión”, precisó el decano.
Las víctimas pagaron, al igual que sus familiares, con lo que los bandidos se llevaron cerca de $5 millones, transferidos de manera virtual a sus cuentas. Al final, nunca nadie apareció en la vereda, aunque no se descarta que los criminales tuvieran algún compinche en la zona, que les informara de los movimientos de los incautos.