Colombia internacional: una tarea pendiente

Concertación económica internacional: ordenando la Aldea Global.

Acabo de leer el libro de Gordon Brown (ex – primer ministro del Reino Unido): Beyond the crash. Overcoming the first crisis of globalization, publicado en 2010 por Free Press. Aunque no creo que se le pueda considerar un bestseller, debemos reconocer que su autor fue observador en primera fila, de la génesis de la crisis financiera global, la cual rompió el cascarón en 2008 y aún no cesa de tensionar el ambiente económico internacional.

Pero, lo que más me llama la atención del libro no es la reseña que Brown hace de la crisis, sino la insistencia del autor en la necesidad de una “concertación global”. Y es que la realidad muestra que los escenarios de decisiónes regionales y multilaterales han crecido a través de las últimas décadas, en concordancia con las tendencias globalizantes de la economía, la tecnología y la cultura. En otras palabras, aunque los Estados siguen siendo los principales actores de las Relaciones Internacionales en el orden político, la realidad es que la internacionalización de las dinámicas sociales está obligando a una mayor concertación entre los gobiernos para mantener un orden en este -parodiando a Baghwati- “spaguetti bowl” en el que se está convirtiendo la Aldea Global.

Colombia regional y global: ¿relaciones internacionales improvisadas?

Todo este escenario del que estamos hablando obliga a cada país a tener una política exterior consistente, con cuerpo de Estado, de modo tal que sirva de faro a la gestión doméstica y, a la vez, dé continuidad en el largo plazo a las relaciones que se mantienen con los demás actores de la escena internacional: estados, empresas multinacionales, organizaciones interestatales y ONG. Pero en el caso colombiano las cosas no parecen ser muy claras en este sentido.

Para empezar, digamos que Colombia es uno de los países más grandes del mundo desde la perspectiva económica: nuestro PIB es el 3º de América Latina y aproximadamente el 30º a nivel global. En extensión territorial y población, nos encontramos, también, entre los 30 países más grandes del mundo. Igualmente, nos hallamos entre los 25 mayores productores mundiales de petróleo.

Estos datos los traemos a colación para indicar que Colombia tiene un gran peso en la economía global, lo que se debe reflejar en su participación en los escenarios internacionales donde se toman muchas de las grandes decisiones que sirven de derrotero para el futuro del planeta: OMC, ONU, BM, UNCTAD, FAO, Conferencias mundiales sobre medio ambiente, etc.

Pero la realidad es contraria a los intereses del país. Colombia es una nación que se caracteriza en el escenario  global por manejar un “bajo perfil”, por no liderar ninguna causa y por demostrar posiciones gregarias en los grandes debates del planeta. No conocemos una propuesta importante surgida y liderada desde nuestro país en temas que nos son tan sensibles –y donde somos protagonistas de primer orden-: narcotráfico, biodiversidad, recursos fluviales y marinos, café, petróleo, para citar sólo algunos ejemplos.

Si el gobierno colombiano –y algunos expresidentes de este país- ya consideran que la lucha contra el narcotráfico ha sido un fracaso, entonces, ¿porque no lideran una nueva propuesta?; si la cancelación del Pacto Cafetero en 1989 ha sido la base de la mayor crisis de los caficultores colombianos en un siglo, entonces ¿por qué nuestro país no lidera la generación de nuevas estrategias globales para mejorar las condiciones del mercado?; si Colombia tiene un potencial agrícola enorme, y éste puede ser la base para menguar las condiciones de conflicto armado en el campo y de caos e inseguridad en las ciudades, entonces, ¿por qué Colombia no hace parte del G-20 agropecuario que, al interior de la OMC, negocia con Estados Unidos y la Unión Europea para que estas potencias bajen sus niveles de proteccionismo rural (aranceles, subsidios, contingentes, etc.)?

Posiciones tan pasivas como éstas, nos hacen preguntarnos qué esperamos lograr al solicitar el ingreso de Colombia a la APEC o a la OCDE. ¿Tenemos un plan estratégico o simplemente queremos figurar?

En la misma dirección podemos decir que se mueve nuestra política regional: no somos protagonistas de la OEA, no lo somos en UNASUR, y nuestra muy querida Comunidad Andina de Naciones, CAN, se desmorona por falta de liderazgo, a pesar de que el país que más se ha beneficiado de su importante comercio ha sido Colombia.  Con pocas excepciones, como la creación del Grupo de Contadora durante el gobierno de Belisario Betancur, raras veces se ha visto a Colombia liderando proyectos internacionales cuando se ha tratado de mejorar las condiciones del subcontinente latinoamericano.

Pero, poco se puede esperar de un país que justifica ““el envío de diplomáticos “no profesionales” (léase, las élites políticas y económicas) a los puestos más apetecidos en el exterior (más del 56% del total, según datos del Ministerio) con el argumento de que el reducido tamaño de la carrera diplomática, así como la mala calidad de sus funcionarios, sobre todo los del más alto nivel, no dejan otra opción.””

Según Arlene Tickner “En Estados Unidos, por ejemplo, existe una regla no escrita de que no más de un 30% de los embajadores nombrados por el presidente deben ser “políticos”. Hace poco, el presidente Sebastián Piñera de Chile anunció que un 80% de los suyos eran diplomáticos profesionales, monto similar al que existe en Filipinas. Por su parte, Brasil y Francia no admiten “políticos” más allá del 2% de los casos.”

Moraleja: la Aldea Global no es un hecho terminado, pero si es un proceso ineludible. Cada vez estamos más conectados internacionalmente y, por ende, es más difícil tener políticas domésticas ajenas a las realidades regionales y mundiales. Un país como Colombia, debe crear una estructura diplomática adecuada para sus necesidades y las potencialidades que ofrece la globalización. El país debe definir un “norte” en materia de política exterior, el cual debe involucrar lo regional y lo multilateral, tanto en las dimensiones de diplomacia como de comercio.

El Pacífico Asiático, el Caribe –no olvidemos lo que nos acaba de suceder con Nicaragua- Suramérica, la OMC, la FAO, entre otros, deben ser objetivos de largo plazo de nuestra política exterior. No podemos seguir supeditados a las decisiones que toman las grandes potencias o al caos en nuestro vecindario, mientras nosotros “vemos la corrida desde el burladero.”

Expansión del Mercosur: ¿desaparecerá la CAN?

English version: http://www.elcolombiano.com/blogs/lacajaregistradora/

Autor: Giovanny Cardona Montoya

Traductor: Andrés Fernando Cardona Ramírez

¿De qué estamos hablando?

Desde que en 1960 se creara la ALALC, redefinida en 1980 como ALADI, en esta región se ha planeado crear un bloque económico latinoamericano o, al menos, suramericano. En el marco de la ALADI surgieron la CAN y el Mercosur, dos proyectos de integración que buscan, cada uno por su lado, la consolidación de un territorio aduanero subregional equivalente a una Unión Aduanera (UA). Por lo anterior, la firma del acuerdo CAN-Mercosur se podía entender como un puente entre dos subgrupos que nacieron para fundirse en uno solo.

¿Se desmorona la CAN?

Sin embargo, la firma del TLC entre Colombia y Estados Unidos -hace ya cinco años-  y la crisis política vivida por Paraguay a mediados de este 2012, han sido los detonadores de un cambio significativo en la estructura de los dos grandes bloques suramericanos. La salida de Venezuela de la CAN, acompañada de su posterior ingreso al Mercosur parece ser sólo el inicio de un proceso de expansión de éste y de deterioro del bloque andino, puesto que ya se ventila el ingreso de Bolivia y de Ecuador al bloque que lidera Brasil.

Con la salida de Venezuela de la CAN cayó uno de los intercambios comerciales más significativos del bloque: las exportaciones desde Colombia hacia Venezuela. Sin embargo, a pesar de que el comercio intra-andino sólo representa el 7% de las exportaciones de los 4 países del bloque, se debe destacar que casi ¾ partes del mismo son de bienes manufacturados; y ello es muy significativo para economías mono-exportadoras, que dependen en gran medida de los mercados de hidrocarburos.

Según estadísticas oficiales, Venezuela llegó a representar más del 50% de las compras intra-andinas, siendo el 2º principal mercado mundial para las exportaciones colombianas. En 2008, Venezuela importó a la CAN mercancías por un valor superior a 8 mil millones de dólares, mientras el resto del bloque compró poco más de 7 mil. Para 2011 – ya sin Venezuela-, Ecuador y Bolivia representa casi el 40% de las importaciones intra-bloque. Por lo tanto, un posible ingreso de Bolivia y Ecuador al Mercosur no es un tema poco relevante para los exportadores de Perú y Colombia, los supervivientes de la CAN.

 COMUNIDAD ANDINA: EXPORTACIONES, SEGÚN ZONA ECONÓMICA, 2008-2011(Millones de dólares)

ZONA ECONÓMICA                  2008          2009                2010             2011       

TOTAL MUNDO                            93.654      77.680               98.003        131.626

COMUNIDAD ANDINA             7.005         5.774               7.810           9.187

Bolivia                                                479              535                   636              714

Colombia                                              2.456        2.116           3.063                     3.428

Ecuador                                           2.491        1.586           2.127                2.770

Perú                                                       1.579          1.538            1.984                   2.275

MERCOSUR                                        5.516          3.578            5.517                   7.462

Chile                                                      4.284         2.328            3.187                   5.130

México                                                   1.037            865            1.034                   1.272

Venezuela                                        8.080       5.449         3.174                4.335

Resto del Mundo                             25.528         23.791          30.394                41.489

Fuente: http://estadisticas.comunidadandina.org/eportal/contenidos/compendio2012.htm

¿Será Mercosur el futuro de Colombia?

Si reducimos el tema a una cuestión aduanera, entonces, hay que destacar algunos temas principales:

– el proteccionismo del Mercosur es más elevado que el de la CAN. En consecuencia, ingresar al Mercosur implicaría elevar nuestras barreras, lo que rompería con un modelo económico aperturista que se ha posicionado en la política comercial colombiana desde hace un par de décadas. ¿Estamos dispuestos a ello?

– Entre el año 2006 y el 2012, el promedio arancelario colombiano ha bajado de 12% a 6,2%. Sin embargo, la mayoría de las importaciones están gravadas, adicionalmente, con un IVA, y en el caso de bienes agrícolas se utiliza el sistema de Franja de Precios Andina.

– Colombia ya tiene TLC con Estados Unidos y con la Unión Europea, hecho que no se presenta en ninguna de las naciones del Mercosur.

– Todo lo anterior nos lleva a concluir que ni Perú -que también tiene un modelo de apertura económica-, ni Colombia, tendrían posibilidad de ser miembros plenos del Mercosur, si así lo desearan. La posición más coherente y viable sería la actual: tener un acuerdo comercial con el Mercosur, sin ser miembros plenos de éste. Algo similar al modelo chileno.

Pero, si llevamos el tema más allá de lo aduanero, entonces, quedan más preguntas que respuestas:

No tener un bloque regional fuerte (por ejemplo la Unión Aduanera Andina) debilita nuestra capacidad de negociación con países de otras latitudes. Tal es el caso de nuestra poco activa participación en los escenarios de negociación de la OMC.

– El ingreso de países andinos al Mercosur reduce el potencial de mercado regional para las manufacturas colombianas. La pérdida del mercado venezolano fue notoria en el comercio colombiano de los últimos años, si sucede lo mismo con Ecuador, el impacto también será significativo. Es claro que Argentina y Brasil pueden aprovechar impactos de desviación de comercio o de erosión de preferencias colombianas en los países andinos, desplazándonos como sus proveedores principales.

– Recordemos que la estrategia chilena de tener acuerdos con todo el mundo, pero sin incursionar plenamente en un bloque que le restringa su autonomía en materia de políticas aduaneras, se ha acompañado de políticas de desarrollo económico que lo han llevado a una gran diversificación de sus mercados: Este asiático, Norteamérica, Latinoamérica y Europa Occidental son mercados importantes para las exportaciones del país austral. El caso colombiano es muy diferente, tenemos una gran concentración del mercado exportador en Norteamérica y la Unión Europea, con productos mineros  o de otros sectores con bajo nivel de complejidad tecnológica.

Reflexión final: lo crítico de esta situación  no es que nuestros vecinos busquen refugio en el Mercosur, lo verdaderamente grave es que la política comercial colombiana no se está definiendo en nuestro país, sino que tendrá que ser una reacción a las estrategias activas de las demás naciones.

La CAN, como el Mercosur, ha tenido una retórica activa pero un accionar débil. Ambos proyectos han tratado de crear bloques con un importante nivel de supranacionalidad que no se materializa. Sin embargo, mientras estén latentes, pueden ser fuente de bienes públicos que estimulen el desarrollo interno y que fortalezcan las capacidades de negociación con países industrializados y con bloques del mundo.

¿Sabe Colombia para dónde vá en materia de comercio exterior? ¿Tenemos claro cuál es nuestro horizonte? Me temo que no.

Lupa Empresarial: Integración y Cooperación Internacional

Acaba de ver la luz, el  número 14 de la Revista Lupa Empresarial de CEIPA. En esta oportunidad, la publicación presenta varios artículos que reflexionan sobre diversas experiencias relacionadas con la internacionalización de las empresas y con la dinámica de los organismos internacionales que se han gestado en la dinámica de la globalización.

Llaman la atención los artículos presentados por las analistas Pamela Curvale y Cynthia Cabrol, quienes desnudan algunos de los mayores retos que enfrentan los procesos de integración y cooperación de las naciones en vía de desarrollo y, particularmente, en América Latina.

De un lado, la llamada Cooperación Sur-Sur debe superar grandes barreras asociadas a la debilidad institucional, la falta de experiencia y la ausencia de una tradición fuerte en integración entre países subdesarrollados. Por otra parte, se muestran las debilidades del Mercosur, ya que sus integrantres son renuentes a abrir camino a niveles de supranacionalidad.

De otro lado, aparecen dos artículos de corte jurídico: sobre Propiedad Intelectual y Derechos de Autor. La Dra. Rocío González estudia la importancia del tema en las pymes, a la vez que la licenciada argentina Lina Hartel presenta un análisis sobre los retos que enfrenta el sistema multilateral que se ocupa de los ADPIC, cuando el objeto de negociación tiene que ver con la cobertura global en salud pública y el acceso a los medicamentos.

Por último, se presenta una reseña literaria del libro de Antoine Van Agtmael, “El siglo de los mercados emergentes”, el cual hace una revisión integral de los factores que podrían explicar el éxito de empresas que nacieron en países en vía de desarrollo exitosos, como los BRIC, Argentina, Corea, Suráfrica o México, entre otros.

 

Higher Education Reform in Colombia: What is at stake?

Versión en español:  http://www.elcolombiano.com/blogs/lacajaregistradora/?p=811

Traductor: Andrés Fernando Cardona Ramírez.

 

Colombia is a country that occupies unremarkable places in of the two indicators measuring global Welfare: Competitiveness and Income Distribution.

When referring to competitiveness, our country is noted weaknesses in infrastructure, innovation and legal environment. Regarding income distribution, Labor Minister, Rafael Pardo, pointed out that 14 million Colombians do not have a decent job. In addition to this, the Colombian minimum wage is among the lowest in South America and education coverage is far from the average level of developing countries like ours.

However, competitiveness and income distribution are not always compatible. In other words, they may not be under certain ideologically conceived points of view. These will take part in the discussion that will re-start in the country about the future of higher education.

If we talk about competitiveness, there is a variable that has a fundamental weight: entrepreneurship. The success of many of the emerging markets leading the locomotive of the world economy today is due in large part to the emergence and consolidation of new industries: new firms in knowledge-intensive sectors, companies that add value to their processes, goods and services as a central strategy for success.

In terms of entrepreneurship, the Universities are doing a lot, but achieving little. Venture has become a commonplace word in colloquial university talk, especially with the powers of administration and the like. It abounds classes of entrepreneurship, teaching how to formulate business plans and contests that reward the best formulated plans. But, at the same time, we do less and less to deepen the foundations of entrepreneurship: innovation.

The number of new engineering students is declining, which is a discouragement to deepen in mathematics, physics, chemistry and biology.  It’s not that we should all be biologists or mathematicians. But a country that wants to be competitive, or a company that claims to be innovative, requires massive think tank to patent new products, design new processes, model new products or services and register software that solves societal needs. And that is not achieved without these sciences. Even a country like Colombia, that has great power in agriculture, agribusiness and natural resources, has few resources dedicated to research, development and study in careers that deal with the rural world and the environment.

If we look at the bulk of business plans that are developed in universities, we find they are based on ideas that have to do with business or traditional industries, marketing, couture, food processing or restaurants and other venues for trade in mass consumption goods. This is not bad, but the reality is that this situation shows how narrow the entrepreneurial universe of our university students truly is, and, more critically, most of these enterprises are not based on structured processes of innovation and the proposed aggregate value tends to be superfluous.

Colombia is a country that does not invest in research and technology. We don’t excel in patents and licenses. Those who go at the head of the pack in competitiveness do: Germany, Korea, Japan, China. In fact, if we look at the research groups that COLCIENCIAS classifies, few stand out for patents, registrations of new software or products or even spin offs. It’s not bad to have books or articles published in indexed journals, fortunately some thrive on this front, but there is an imbalance in the distribution of the few resources devoted to research and innovation.

But the university is not a machine that produces skilled labor. The University is the setting in which the future of a country is outlined. And we are at a turning point in world, and national history: industrialized society, follower of a strong consumerist philosophy, is in crisis, the country is in the midst of a pivotal moment paying dues for what has been one of its biggest karmas of the past half century: armed conflict, also, after 20 years, the Colombian political system, like that of our South American neighbors, seems to be undergoing a great transition. What is the response of the Universities to address these challenges? What type of country will we build for the challenges in Human Rights, Political Participation, Environment, Competitiveness and Culture, for example?

I bring up the last point so I can ask about the ethical, aesthetic, political and humanistic formation of our collegians. The university is called to form well rounded citizens and in its core, ensure openness to diverse speech, to metaphors and political reflections. In the past 20 years, university education systems seem to have fallen into the realm of realist paradigm: individualistic pragmatism and inflexible, lacking social commitment, oblivious to the political concerns, and closed to reading alternative views.

So, if we are to reform the education system to raise our competitiveness and improve income distribution in an environment that shapes humans with faculties of grownup quality as Kant says, not just laborers, the question is how are you going to finance it?

Universal coverage on quality education is not a minor undertaking. In Colombia out of every 100 students who enter college, only 50 graduate. And out of 100 young people that complete high school, only 35 enter college. And let’s not go back any further, because even on the road between high school and elementary school, are just as many broken dreams along the way. In other words, the investment that needs to be made for this purpose is of comparable magnitude to the reform of the social security system or the law of reparation for victims of armed conflict. Because the problems facing higher education do not begin there … but take off in early childhood and pre-school.

It was not for our benefit that the U.S., during the FTA negotiations, put on the table the requirement that the Universities be profit organizations…  our partners point out a huge potential business. Although Colombia did not accept said requirement, the fact that Santos’s government, in the initial proposal, included private investments to fund the future of education, shapes an idea of ​​who have been the instigators of the reform.

Young students: back to reading Keynes, Prebisch, Marx, Ricardo and Friedman so you can participate in the debate.