Educación: ¿presencial o virtual? Esa no es la pregunta correcta.

Hace siglos-muchos siglos atrás-, la humanidad decidió que la educación requería de escenarios, metodologías y contenidos escolarizados. O sea, que el aprendizaje silvestre de la vida cotidiana y la familia no alcanzaba. ¿No alcanzaba para qué? En términos generales, no era suficiente para preservar el cada vez más rico y complejo acervo de conocimiento de la humanidad. En términos prácticos, no daba la talla para seguir construyendo ciudadanía, para consolidar la convivencia social, para fortalecer el ejército, para desarrollar la economía, etc. Los grupos sociales (tribus, pueblos, naciones, estados) requieren de ciertos sistemas de educación estandarizada y formalizada (escolarizada) para seguirse desarrollandose como comunidad. De ahí, la Escuela, la Universidad, el Museo, la Biblioteca.

Con esta narración, entre metafórica y simple, explico por qué nació la educación escolarizada.

BPROGRAMA BUEN COMIENZO (37).JPG

Ahora, muchos siglos después, la Universidad ha venido enfrentando el dilema de ofrecer más cobertura o mantener la calidad. ¿Por qué dilema? porque la filosofía económica que nos controla (o nos inspira, si suena menos duro) señala que el conocimiento es un bien escaso. En economía, un bien escaso es aquel que no existe en cantidades infinitas a precio cero. En otras palabras, educar cuesta. Así que, cada paso que damos para ampliar cobertura o mejorar la calidad implica algún nivel de inversión de recursos escasos (tiempo, materiales, suelo, etc.).

El problema de la cobertura tiene que ver con la posibilidad de dar educación a los más pobres y a aquellos que viven más alejados de las grandes urbes. La calidad tiene una doble connotación: una educación que sea consistente con los retos del desarrollo sostenible de la humanidad y la naturaleza y, a la vez, consecuente con el proyecto de vida de cada estudiante.

Resolver ese dilema debería seguir siendo el eje de las preocupaciones de los hacedores de políticas educativas. Sin embargo, la coyuntura de la pandemia del Covid-19 nos está enfrascando en lo que considero es una discusión bizantina: ¿debemos volver al campus presencial o continuar con la educación virtual?

 

Ni lo uno ni lo otro; sino ambos.

Estamos reduciendo el proceso formativo a una mediación. Ni la plataforma zoom, ni un salón con sillas, mesas y tablero, educan; son sólo recursos. La educación es mucho más que eso.

Una experiencia curricular incluye relaciones entre personas, un componente cognitivo (problemas de aprendizaje, objetos de estudio, objetivos y contenidos -conocimientos, habilidades y valores-) y un componente afectivo: métodos, medios, formas y sistemas evaluativos. En el currículo, la plataforma digital o el aula de clases, apenas alcanzan a ser medios.

Sin embargo, la diversidad de medios es ahora una gran oportunidad para redoblar los esfuerzos en pro de una educación con pertinencia, calidad y amplia cobertura. O sea, lo que pretendo con este ensayo es reducir a sus verdaderas proporciones el debate entre presencial o virtual pero, a la vez, quiero elevar a un nivel superior la cuestión sobre el potencial de estrategias como alternancia, blended learning (aprendizaje híbrido) y ubicuidad.

Las primeras dos, alternancia y aprendizaje híbrido, se refieren a una especie de distribución del tiempo -organizada por los educadores-, entre el aula  de clases y la plataforma de comunicación remota. Pero, de otro lado, la ubicuidad como la explica Diego Mazo, rector de la Institución Universitaria CEIPA, es una categoría que abre al estudiante el abanico de oportunidades para elegir su mejor lugar y momento para continuar con el aprendizaje.

En la sociedad del conocimiento, en la cual no deben existir barreras de tiempo o espacio para aprender, la educación puede ser un proceso continuo en ambientes discontinuos.

 

Al pan, pan y al vino, vino.

Hay un conjunto de realidades que necesitamos reconocer para continuar con una discusión sobre cobertura y calidad en nuestros tiempos:

– un buen campus universitario puede ser aprovechado de maneras diversas durante una jornada de aprendizaje: debates con docentes y compañeros, talleres en ambientes físicos, eventos feriales, tertulias informales, deporte, cultura, etc. Pero, cuando aquel se utiliza fundamentalmente para que el estudiante reciba información de sus profesores (clase magistral), entonces, no sólo es un desperdicio sino que se convierte en una barrera injustificable para acceder al conocimiento. Así, por ejemplo, los estudiantes de jornadas nocturnas que llegan literalmente “corriendo” a la universidad desde sus lugares de trabajo, pierden el tiempo de desplazamiento cuando la clase consiste en una sesión teórica de transmisión de información, a la cual se pudo acceder desde una plataforma de comunicación remota.

educacion tradicional, educacion moderna

– una buena propuesta educativa virtual ofrece muchas oportunidades para facilitar el acceso a la información y al conocimiento, a la comunicación bidireccional entre el docente y sus estudiantes e, incluso, a la co-creación y difusión de nuevo conocimiento.

– la educación superior ofrecida bajo modalidad presencial combina inevitablemente la comunicación y los contenidos que se intercambian en el aula con aquellos a los que se puede acceder desde canales, buscadores y plataformas digitales especializadas.

– La informática y el Internet son un recurso enorme para fortalecer procesos de enseñanza, aprendizaje, creación y difusión de conocimiento. La virtualidad (comunicación en línea -sincrónica y asincrónica-, acceso a contenidos y escenario de divulgación) es una oportunidad del mundo moderno para ampliar la cobertura educativa con calidad y pertinencia. ¿Por qué pertinencia? Porque desempeñarse en redes, desenvolverse en ambientes interculturales y co-crear sin barreras de tiempo o espacio, hoy son competencias fundamentales para la profesión y la vida.

– Con la madurez que tienen la pedagogía y la didáctica, la educación de calidad puede expandir su cobertura a todo el planeta, combinando diferentes escenarios de aprendizaje, de comunicación, de acceso y de co-creación de conocimiento. Se aprende en el hospital, en la granja, en el aula de clases, en el museo, en las plataformas virtuales, etc. Maestros y estudiantes se comunican face to face o por medios remotos de manera sincrónica o asincrónica. El menú de oportunidades es amplio. Cada vez más amplio.

– En los países de la OCDE -organización a la que ya pertenece Colombia-, 52, 6% de los jóvenes de 18 a 24 años de edad está estudiando, 33,1% no estudia, pero trabaja y el  14,3% restante es Ni-Ni. Para no ahondar en cifras, es claro que tenemos un gran reto en materia de cobertura.

– Muchas de las personas que no acceden a la educación superior lo hacen por barreras de tiempo (laboran) y/o espacio (viven en el campo o son víctimas de la maraña vehicular de las grandes ciudades.

 

Simbiosis entre virtualidad y educación presencial: más cobertura, más pertinencia.

Si bien el conocimiento es un bien escaso (tiene costo), invertir en él es una decisión altamente rentable. Un ciudadano políticamente culto, un trabajador bien entrenado, un artista bien cultivado, un médico altamente cualificado, un ingeniero creativo, un científico riguroso, un trabajador social comprometido, con seguridad aportarán con creces al desarrollo social, cultural, político y económico de una sociedad.

Por lo tanto, estamos ante una oportunidad que exige dos tipos de inversiones:

inversiones fuertes en ampliación de acceso a la informática y a Internet, por todo el territorio nacional y a todos los estratos socio-económicos. Ello implica, además de redes, acceso a dispositivos y entrenamiento para el uso de los mismos. Este es el nuevo alfabetismo: aprender a leer, escribir, navegar por Internet y usar plataformas digitales. El amplio acceso debe ser para las familias y las instituciones educativas. Ahora no sólo hay que llevar agua, gas y energía eléctrica a los hogares.

inversiones para la reinvensión curricular y cualificación de docentes, de modo tal que la educación sea un proceso de calidad, sin barreras de tiempo y espacio. Eliminar el muro que separa a las modalidades -presencial y virtual- y ofrecer programas híbridos para que los estudiantes “asistan a clases” desde cualquier lugar y en diferentes momentos.  Hermanar el aula de clases con el ciber-espacio, combinar la comunicación sincrónica (face to face o remota) con la asincrónica, enlazar todas las bibliotecas, museos y demás repositorios de información y conocimiento, es una tarea que no se puede abordar desde lo táctico, sino desde lo estratégico y pedagógico: una nueva concepción curricular en la que los objetivos de aprendizaje, los contenidos, las metodologías y las evaluaciones se repiensen para desarrollarse en ambientes discontinuos, desde una perspectiva de la ubicuidad.

Algo es real, ni el docente, ni la biblioteca tienen el monopolio del conocimiento. También es una verdad de a puño que, aunque hay un conocimiento fundamental que no se puede abandonar -la filosofía, las ciencias naturales, la matemática, etc.- y hay retos perennes: la felicidad del ser humano, la justicia social y el desarrollo sostenible, también es cierto que la humanidad debe desarrollar su capacidad de adaptación a las condiciones cambiantes del entorno social y natural. Por ende el sistema educativo tiene que ser flexible, adaptarse a las nuevas realidades y reconocer los nuevos retos y oportunidades; lo que no significa que deba perder su rigor científico y pedagógico.

Estudiante o maestro: no importa donde estés, el proceso formativo no se debe detener.

 

 

¿Educación virtual o virtualidad en la educación?

Giovanny Cardona Montoya, julio 19 de 2020.

 

Los modelos de “escuela” han mutado a lo largo de los siglos. La tradición oral, la lectura del texto escrito o la video-conferencia son manifestaciones de forma de la esencia de las instituciones educativas: la preservación de la cultura. Que las nuevas generaciones apropien el acervo cultural de la humanidad -las ciencias, las artes, las técnicas, etc.-, esa es la razón de ser de la escuela.

A pesar de que la coyuntura que viven los sistemas educativos en el mundo, como consecuencia del requerido distanciamiento social, ha revivido el interés por el uso de las tecnologías de información y comunicaciones (TIC) en los procesos formativos, la realidad es que la virtualidad lleva más de un cuarto de siglo permeando todos los centros de formación: la escuela técnica, el colegio, la universidad; todos.

Ahora se oyen voces -inclusos voces muy autorizadas- que declaran que la virtualidad nunca sustituirá a la presencialidad; que debemos volver al campus -a los edificios con aulas y bibliotecas- cuando la pandemia lo permita. Pero, ¿acaso nos estamos haciendo la pregunta correcta?

- Nos negamos a abandonar el pasado.

BPROGRAMA BUEN COMIENZO (37).JPG

Quienes vivimos la actual coyuntura somos personas nacidas en el siglo XX o en el XXI. De hecho, más del 90% de la población mundial nació después de la segunda guerra mundial. Por lo tanto, tenemos una idea muy lineal y clásica de lo que es una escuela: un salón, una sillas enfiladas hacia el frente, un tablero. Si bien, hay multiplicidad de alternativas, como los talleres, los laboratorios o las granjas, la realidad es que el aula tradicional sigue siendo el eje principal alrededor del cual giran los imaginarios sobre la educación escolarizada.

Pero, la arquitectura del aula de clases no es un capricho o una moda. El aula de clases es el escenario de interacción entre docentes y estudiantes alrededor del conocimiento; y aquel responde a condiciones socio-económicas,  políticas y culturales de la época.

Y, cuando hablamos de época nos referimos a condiciones temporales características de clusters de generaciones que han vivido bajo un paradigma socio-cultural determinado: tal vez la modernidad y la sociedad industrial (siglos), la explosión demográfica (más de un siglo) o la segunda post-guerra mundial (casi un siglo) puedan servir de hitos para diagramar la época en la que se ha desarrollado el actual sistema educativo.

Pero, cada época es un constructo teórico de cualidades dialécticas que indican que persisten rezagos de épocas anteriores, a la vez que se engendran las células de una posterior. Así que, aunque la modernidad tiene su esencia en el uso de la lógica y la razón, las escuelas públicas conservaron por siglos la enseñanza de la religión como componente de sus currículos.  De igual, manera, la necesidad de ampliar la cobertura educativa -por las crecientes aspiraciones de la mujer y la necesidad de cualificar trabajadores para el sector industrial- y la dificultad para crear escuelas fuera de los grandes centros poblacionales, dieron origen a la “educación a distancia”, la cual fue evolucionando del correo a las mediaciones de radio y televisión, para luego fortalecerse con las oportunidades que emergen de la informática e Internet.

- La Sociedad del Conocimiento: el presente hito.

binario mundo

Desde hace medio siglo la productividad del conocimiento ha sido el motor del crecimiento económico mundial (Drucker, Castells). Y esta realidad -aceleración y globalización de la producción, acumulación, difusión y uso de la información y del  conocimiento- es uno de los ejes de la nueva época. La hegemonía de las escuelas como escenarios de transmisión de información y conocimiento ha caído. La nueva era reclama de las instituciones educativas y particularmente de sus procesos curriculares y de sus docentes, un repensarse de cara a las nuevas posibilidades que ofrecen las TIC y a las nuevas necesidades que enfrentan las sociedades.

Algunos retos de la nueva escuela son heredados de la época anterior: asegurar la suficiente cobertura educativa, detener el holocausto ambiental y crear posibilidades para que millones de personas marginadas accedan a los medios para satisfacer sus necesidades materiales y espirituales. Otros retos se derivan de las nuevas realidades: preparar jóvenes para desempeñarse en red, convivir con diversas culturas, enfrentar la incertidumbre y mitigar la angustia que generan, la velocidad de los cambios y el creciente debate alrededor de paradigmas morales históricamente consolidados.

Por lo tanto, el necesario debate acerca de las instituciones educativas después de la pandemia no se puede enfocar en un supuesto antagonismo entre la virtualidad y la educación denominada “presencial”. En esta sociedad del conocimiento no hay educación de calidad si ésta no incluye dispositivos tecnológicos, acceso a suficiente y permanente  información, comunicación en red y uso de softwares especializados.

- Repensar la institución educativa.

education-548105_640

Una propuesta curricular es un sistema consciente de relaciones entre profesores y estudiantes alrededor de las necesidades de aprendizaje, los contenidos, las metodologías y la evaluación de resultados. Por lo tanto, el aula de clases es sólo un componente, un ambiente que facilita la experiencia curricular. El aula ideal de clases (el salón en una escuela, la plataforma zoom, la granja agrícola, la sala de cirugías, etc.) depende de los componentes señalados (objetivos, contenidos, métodos) y de las particularidades y condiciones socio-económicas y culturales de los participantes del proceso de formación.

La educación de calidad debe llegar a jóvenes cuya actividad principal es el estudio, pero también debe atender a los campesinos, a las personas que trabajan en el día y deben estudiar en la noche, a las personas con limitaciones físicas (de movilidad, auditivas, de la vista, etc.). Frente a necesidades tan diversas, las mediaciones virtuales son una excelente herramienta que complementa (siempre) o sustituye (en muchos casos) a la educación que se puede realizar en encuentros presenciales.

Si bien, hay actividades de aprendizaje que deben llevarse a cabo en escenarios especializados (el hospital, la granja, la obra de construcción), también es verdad que la virtualidad no se reduce a una comunicación en línea entre estudiantes y profesores (la video-conferencia). La virtualidad en la educación tiene que ver con el acceso y uso de información pertinente producida por toda la humanidad (bases de datos, virtualtecas); el uso de softwares y simuladores especializados para diferentes actividades sociales y económicas; y la co-creación de conocimiento en red (comunidades de conocimiento).

Con seguridad los encuentros en el campus físico de una universidad tienen un sinnúmero de bondades para el aprendizaje y la co-creación de conocimiento, entre otras, gracias a los efectos emocionales que puede tener el contacto personal y la comunicación face to face. Pero, eso no significa que los encuentros en línea, al igual que la comunicación asincrónica, no puedan ofrecer otras ventajas en el proceso de formación. La comunicación en red tiene una mayor cobertura (estudiantes con dificultades de movilidad), acerca al diálogo a profesores extranjeros (calidad sin costos de desplazamiento) y a estudiantes de otras regiones y países (interculturalidad).

En síntesis, las fortalezas de la virtualidad o de los campus universitarios en los procesos educativos no son fuente de antagonismos. La educación de calidad en la actualidad debe asegurar que el acervo de conocimiento de la humanidad se preserve y ello incluye las capacidades desempeñarse en red y convivir en un mundo multicultural.

Las particularidades de los saberes especializados (las ciencias puras, las ciencias sociales, las tecnologías, las técnicas, las humanidades, la estética), las condiciones socio-económicas de los estudiantes, el desarrollo de las didácticas por parte de los pedagogos y los retos de futuro, deben ser los factores que determinen la combinación ideal de mediaciones (presenciales y virtuales) para asegurar una amplia cobertura educativa con calidad.

En cambio, estamos en mora de revisar los calendarios rígidos, los contenidos excesivamente estandarizados que desconocen las particularidades del estudiante, las metodologías tradicionales y unidireccionales que aún acostumbran muchos docentes y las evaluaciones “enciclopedistas” que verifican la asimilación de contenidos pero no las capacidades o competencias que deben desarrollar los estudiantes para vivir en esta compleja sociedad del conocimiento: aprender a aprender, aprender a hacer, aprender a preguntar, aprender a debatir, aprender a conocer y respetar la diferencia, aprender a descubrir, aprender a co-crear…

 

 

 

 

 

Las TIC y la Interacción Social en el futuro.

Giovanny Cardona Montoya, abril 26 de 2020.

 

Aunque el Covid nos cogió por sorpresa, el mundo ya venía mutando gradualmente: nos hemos acostumbrado a climas extremos, a reducir la movilidad por la baja calidad del aire y, lentamente vamos cambiando hábitos (no usar plástico, reciclar, etc.)

Sin embargo, hoy afrontamos una gran incertidumbre por la salud y la seguridad económica. Tal vez nos parezca una sin salida, incluso, podemos pensar que lo que está sucediendo es algo sin precedentes. Ni lo uno, ni lo otro.

Si de precedentes se trata, la historia está llena de hechos lamentables que han tenido que ser sorteados por poblaciones enteras: las guerras del medio oriente, el ébola en África, la malaria en selvas tropicales, la gripe española, el mismo SIDA que recorre el planeta en la actualidad. O sea, esta no es la primera vez que grandes grupos poblacionales enfrentan retos de proporciones descomunales. Sólo que, tal vez, es la primera vez que nos sucede a nosotros. Esa es la diferencia.

Vivimos en un mundo en el que la competitividad se da en entornos abiertos, cambiantes e inciertos, todos los días enfrentamos supuestas sin salidas…y seguimos adelante.

¿Quién hubiera creído que Gran Bretaña se retiraría de la Unión Europea o que más de un millón de venezolanos migrarían a Colombia en tan solo 18 meses? ¿Quién hubiera sospechado que el Muro de Berlín caería en 1989 y que la Unión Soviética se disolvería sin que se disparara un solo tiro?, Nadie esperaba que en pleno siglo XXI un barril de petróleo llegase a costar centavos. El mundo no es tan predecible como creíamos.

idea-1880978_640

La economía también está llena de transformaciones que han conllevado la mutación o el cierre de empresas. Los propietarios de tiendas de ventas de CD y DVD al igual que Blockbuster vieron como Internet destruía sus negocios, mientras se erigía una nueva industria: la del streaming. Hoy sólo hablamos de Netflix, Amazon prime video, Disney + y Webinars.

Las mecanógrafas hace tres décadas se quedaron sin trabajo, lo mismo que los ascensoristas y el técnico que reparaba radios o equipos de sonido. ¿Quién tiene aún una línea de teléfono fijo en su casa? ¿En serio? ¿Y la usas? ¿Te llaman?

El mundo muta permanentemente. Los autos volarán y los taxis no tendrán conductor, la declaración de renta nos saldrá automática y un robot nos diagnosticará y hará la receta médica.

El futuro vino para quedarse. Así que la incertidumbre no nos puede detener, porque vivimos en el tiempo de la No Certidumbre. Es nuestro momento histórico.

Hablemos claro, todo esto comenzó en China a finales de 2019, tal vez noviembre. En marzo de 2020 la OMS declaró la pandemia planetaria; ahora los contagiados confirmados se cuentan en millones y los muertos diarios en miles. Tal vez la cuarentena termine en días o meses, pero nuestra cotidianidad social y laboral va a seguir condicionada por meses, incluso por años.No hay vacuna y no hay certeza de que el contagio nos inmunice.

De las muchas cosas que claramente no volverán a la normalidad anterior, una será la de la interacción social. Tendremos que crear una nueva normalidad en lo referente al contacto entre personas.

Por lo tanto, debemos continuar nuestros proyectos personales, familiares, profesionales, empresariales y sociales bajo las nuevas y cambiantes circunstancias. La nueva normalidad de la interacción social.

Así que la pregunta no es si continuar o detenernos. La pregunta es ¿cómo vamos a continuar? Hoy estamos en casa. Convivimos con la familia, con el profesor, con el jefe y con los clientes en el mismo espacio. Eso nunca lo habíamos hecho…y lo tenemos que hacer bien.

- No nos hace mal un diálogo en la familia. Algo de reglas concertadas nos puede facilitar el proceso.

- Un diálogo conmigo mismo. Soy vulnerable a las crisis emocionales. El encierro, la convivencia 7/24, las preocupaciones económicas, académicas o de cualquier índole me pueden sacar de foco. Debo establecer el balance entre lo físico, lo emocional y lo racional.

- Revisar y apropiar los patrones de comportamiento que exige mi trabajo. Gestión de horarios, pausas activas, interacción asertiva y proactiva con compañeros, proveedores y clientes, en línea.

- No debo detener mis estudios. El crecimiento académico y profesional son la semilla del futuro. Debo mantener el ritmo de estudio, afinar las comunicaciones con los profesores y compañeros y gestionar los contenidos de manera organizada es ahora la nueva tarea del estudiante.

¿Qué papel juegan las tecnologías de información en todo esto?

binario mundo

La Sociedad del Conocimiento se caracteriza por el auge de trabajadores que no interactúan con herramientas físicas, sino con información y conocimientos. Cierra los ojos y mira todas las personas que pasan horas diariamente en la pantalla de un computador: los ingenieros mecánicos y los de aviación, los banqueros y los corredores de bolsa, los contadores públicos, los investigadores de mercados, los jefes de recursos humanos, los arquitectos, los periodistas, los expertos que nos reportan el clima, etc. El trabajo en línea vino para quedarse y el teletrabajo es su heredero natural.

En el sistema educativo también ha pasado algo a lo largo de estos lustros. La educación de calidad se hace con software, redes, dispositivos móviles, simuladores digitales, Internet. No todo sucede en el aula de clases, no todo es face to face

Hoy los chicos visitan más Google y bases de dato especializadas que las instalaciones físicas de las bibliotecas. Las universidades tienen correo electrónico para cada  estudiante y algunas utilizan plataformas digitales, al menos como repositorios de contenidos.  Otras universidades van más lejos, realizan videoconferencias, tienen plataformas LMS con contenidos organizados bajo modelos instruccionales definidos o, incluso, ofrecen educación virtual. No son la mayoría, pero las hay. Los mismos estudiantes crean contenidos e intercambian información entre ellos a través de las redes sociales más populares.

Si esto ya sucede, entonces, quiere decir que estamos preparados para la Nueva Normalidad de la Convivencia Social.

Por último, no es sólo la pandemia. Los problemas de movilidad en las grandes urbes, la mala calidad del aire por los gases de efecto invernadero, la falta de tiempo de personas que trabajan y son cabeza de hogar, la falta de claustros universitarios en las provincias y otras limitantes hacen que la educación del siglo XXI no pueda seguir centrada en encuentros físicos en espacios determinados.

¡Debemos hacer consciencia y prepararnos para la masificación del blended learning!

El devenir cercano de la educación es con virtualidad. La calidad de los procesos educativos en el futuro inmediato va a estar asociada a la capacidad de las universidades de ofrecer programas que cuenten con docentes preparados, modelo pedagógico y mediaciones adecuadas para que el conocimiento se pueda crear, preservar, usar y comunicar sin que el tiempo o el espacio configuren barreras.

Internet y las pantallas son aliados para la Nueva Interacción Social, para cuidad la salud, preservar el empleo y construir futuro.