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La eterna lucha ilegal que padecen los ituanguinos

Un triple homicidio este fin de semana deja ver la situación difícil de la zona que se disputan criminales. Conductores, en paro.

  • El Ejército Nacional intenta controlar un territorio que no ha podido dominar las montañas de Ituango desde la década de los 80. FOTO Manuel saldarriaga
    El Ejército Nacional intenta controlar un territorio que no ha podido dominar las montañas de Ituango desde la década de los 80. FOTO Manuel saldarriaga
09 de junio de 2020
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La paz no ha florecido todavía en Ituango. No lo hizo cuando varios de sus pobladores reclamaron acceso a tierras en los 80 ni cuando se desmovilizaron los paramilitares en 2005 ni cuando un Acuerdo de Paz en 2016 acabó con la guerrilla de las Farc, enquistada en sus montañas.

La asediada tierra ituanguina, estratégica para consolidar el corredor que conduce de Venezuela al mar Caribe, atravesando a Colombia de oriente a occidente, se volvió de nadie con la salida de las Farc, lo que aumentó el apetito de otros grupos ilegales.

“Las disidencias, el Eln y el Clan del Golfo tratan de consolidar ese corredor, conocido como la ruta del libertador, por eso su interés en Ituango”, explicó Jeremmy McDermott, codirector del centro de Investigaciones de crimen organizado, Insight Crime.

Además de la movilidad, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, UNODC, ese municipio se consolidó como la bolsa de coca de Antioquia, junto a Tarazá y Anorí.

De acuerdo a sus reportes, en el Nudo de Paramillo había 1.786 hectáreas de coca sembradas a 31 de diciembre de 2018; aunque su monitoreo no establece cuántas hay en Ituango, en el mapa de densidad, el municipio aparece en naranja, es decir, con entre 8,1 y 10 hectáreas por kilómetro cuadrado.

El general Juan Carlos Ramírez, comandante de la Séptima División del Ejército, apuntó que “el interés criminal en esa zona se da para captar esas rentas ilícitas de toda la cadena del narcotráfico, la extracción ilícita de yacimientos y la extorsión”.

Así que todo estaba servido para que la disputa del territorio fuera muy violenta, y con un grupo de disidentes de ese frente 18 que siguió muy activo tras la dejación de armas, la violencia se enquistó de nuevo. Volvió la extorsión, el desplazamiento forzado, las amenazas a los campesinos.

Según el general Ramírez, las disidencias de las Farc tienen entre 60 y 70 hombres en armas (Ver paréntesis).

Para enfrentar la amenaza, el Ejército tiene un batallón en Ituango, con soldados dedicados, según detalló el comandante de la Séptima División, a “la erradicación de cultivos ilícitos, a atacar la extracción de yacimientos, a la seguridad de activos estratégicos, al desminado, a la seguridad de centros poblados y a operaciones ofensivas. Además, tenemos dos unidades que están en la seguridad del antiguo ETCR, donde viven 83 exmiembros de Farc con sus familias”.

Sin embargo, para McDermott, la presencia de la Fuerza Pública ni siquiera en las épocas de más militarización (cuando existía la fuerza de Tarea Nudo de Paramillo) era suficiente, porque las Farc tenían mucho arraigo.

Los últimos hechos

Desde febrero, los excombatientes de las Farc confirmaron su idea de abandonar el territorio donde dejaron las armas. La vereda Santa Lucía ya no les brindaba seguridad, tres de sus compañeros habían sido asesinados y las amenazas arreciaban. Además, desde la firma del Acuerdo, 13 excombatientes fueron asesinados en Ituango.

En 2019 se presentaron 31 homicidios en total en esa localidad (excombatientes y civiles), y en lo que va de 2020 se cuentan 18 (exguerrilleros y personas ajenas al conflicto), según la Policía Nacional.

El último episodio ocurrió el sábado pasado, cuando dieron muerte a tres personas en la vereda Quebrada del Medio: “Camilo, de 15 años de edad, hijo de Nidia Sucerquia Durango firmante de la paz, fue raptado, trasladado a un lugar donde esperaron el paso del bus en el cual se movilizaba Carlos, de 17 años y primo de otro firmante de la paz, quien, junto al conductor de este transporte rural, fue obligado a bajar de la escalera, siendo asesinados los tres en el mismo sitio”, dice un comunicado del partido Farc. El Ejército atribuyó el triple homicidio al Clan del Golfo.

Por eso desde el domingo, los 14 conductores que cubren las ocho rutas hacia zona rural de Ituango están en paro, afectando el abastecimiento de esas poblaciones rurales en las que viven 17.000 personas, según el Dane.

Al respecto, el jefe de la Misión de la ONU en Colombia, Carlos Ruiz, dijo que “la situación de seguridad en Ituango requiere medidas concretas y urgentes para proteger a la comunidad y quienes siguen comprometidos con su proceso de reincorporación”.

800
soldados de la Séptima División del Ejército protegen a Ituango.

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