En los momentos de más distancia entre Cuba y Estados Unidos llegó a sonar únicamente en el Caribe la salsa producida desde la maquinaria económica de Fania en Nueva York, o con el aval de ella. La música que producía la isla —padre y madre del guaguancó, del son, y tantos otros ritmos que hoy llamamos salsa—, pasó a ser tabú en muchas fiestas. Pero un grupo logró con creces romper cualquier tipo de bloqueo ideológico: Son 14.
Dicha orquesta estuvo por encima de la historia, y lo demostró desde 1979, año en que sale su primer disco, A Bayamo en Coche. En él un tema quedó inscrito en la historia: Tal vez vuelvas a llamarme. Desde entonces, salseros del Caribe se grabaron el nombre de un genio pianista y compositor, Adalberto Álvarez. A la vez de una voz surgida de las entrañas de Cuba, de los montes cubiertos de palmeras y sembrados de tabaco: Tiburón Morales.
Son 14 se presenta este sábado en la clausura del Medejazz 2016, en Plaza Mayor, y EL COLOMBIANO tuvo la oportunidad de entrevistar a su sonero estrella, Tiburón Morales.
¿Cómo comienza en el son y la música del Caribe?
“En mi pueblo natal, Francisco Guayabal, y después me uní a Adalberto Álvarez para armar el Son 14. Antes de que pasara eso, teníamos un grupo buenísimo en Camaguey, pero a la gente que mandaba allá parecía no interesarle nuestra música. Nos fuimos a Santiago de Cuba y armamos el conjunto. Ya ha pasado mucho tiempo y muchos de los músicos que iniciaron con nosotros ya se retiraron. Pero nosotros seguimos con la misma energía y estamos esperando ir a Colombia. Tengo un deseo del carajo de ir allá”.
¿Siempre la pasa bien por acá? ¿Cuándo fue la primera vez que vino?
“Colombia es lo máximo, chico. El adelanto de esta música se llama Colombia. A ese Grupo Niche y a ese Guayacán no hay cómo pagarle, lo que han hecho por esta música. La primera vez que fui fue a los dos años de fundar el Son 14, a Venezuela y a Colombia. En el barrio obrero de Cali, la gente por poco acaba conmigo (risas). No me dejaban bajar del escenario, del carajo”.
¿Ustedes fueron apoyados por la Revolución desde sus inicios? ¿Son fruto de ella?
“Nosotros trabajamos muchas veces por la libre, pero si nos apoya, no podemos decir que no. Si nos apoya, aunque nosotros tenemos que trabajar por ella, y no al revés. Somos embajadores, viajamos donde quiera en el mundo. Hace poco estuvimos en Los Ángeles y en cualquier lado somos una historia”.
¿Qué tal sigue siendo el ambiente del son en Santiago de Cuba?
“Santiago es una potencia mundial. Ahora yo grabé con José Alberto ‘El Canario’ y el Septeto Santiaguero, y estuvimos nominados al Grammy. Somos como Cali y nuestro parentesco no solo se limita al nombre. Santiago de Cuba y Santiago de Cali es donde más se goza”.
¿Qué opina de esa nueva generación de la música de Oriente encarnada en el Septeto Santiaguero?
“Grandes músicos. Esos muchachos son ahijados nuestros, nosotros les hemos enseñado mucho. Y en su último disco tocan temas de Los Compadres, tal vez los mejores compositores de esta música. Son de Santiago. De aquí también es Miguel Matamoros, lo más grande”.
Un tema imborrable en el Caribe es Son para un sonero. ¿Cuál es su historia?
“Adalberto se quedó vacío con ese número que hizo. Se le quedó vacío el cerebro (risas). Tremenda composición y arreglos. Y después puso a Pancho Amat en el tres, del carajo. El mejor tresero de Cuba y de este continente. Eso fue grande. Yo escucho mucho la música de Amat y de Yomo Toro, el puertorriqueño. Un día lo conocí en Francia y dije ¡coño! Quedé muy contento de haberlo conocido, me tomé bastantes fotos con él”.
¿Cuál es su instrumento favorito en la música?
“El tres, sin duda. Es el sabor. Guayacán por eso me gustaba, porque tenía un tresero que tocaba muy bien. El tres es lo mejor porque es lo más tradicional. La clave, el bongó y el tres es todo en la música nuestra. Es la base principal del son. Ese sonido me recuerda a Francisco Guayabal, de ahí soy yo hermano”.
¿Cómo va la isla con la apertura que está experimentando?
“Cuba está bien, está luchando. Si no estuviéramos organizados, la situación fuera distinta. Por ejemplo, el ciclón (huracán Matthew) habría dejado muertos en Baracoa. Ya a toda la gente le están reconstruyendo su casa. Eso es porque estamos organizados”.
En Youtube se puede ver un video en el que usted comparte soneos con Charlie Aponte en la Casa de la Trova de Santiago de Cuba. ¿Cómo fue esa historia?
“¡Coño, sí compadre! Charlie Aponte vino aquí con su familia y yo canté con él en la Casa de la Trova. Vino de vacaciones, y entonces el Septeto Santiaguero me mandó a buscar. ‘Oye, dice Aponte que vengas’ ‘¿De mentiras o qué?’ ‘Vino de Puerto Rico con su familia, está aquí y va a cantar con nosotros’ ‘Voy para allá’. Charlie Aponte es una estrella, la estrella sin discusión del Gran Combo de Puerto Rico. Se fue de allí porque siempre hay problemitas, pero pierde el grupo y pierde el cantante. Porque Aponte y el Gran Combo siguen siendo sinónimos”.
Le voy a contar una anécdota que ya se la he contado a otros soneros. Yo estuve en Cuba el pasado diciembre, entré a un sitio en La Habana Vieja, pedí una canción de Guillermo Portabales, y para mi sorpresa me miraron tan mal que pensé que me iban a sacar del lugar... ¿Cuba podría estar olvidando sus raíces?
“No, no, no. Tú me perdonas, cada cual tiene su opinión, pero La Habana no tiene lo de Santiago. No tiene lo que hemos mantenido nosotros aquí, dándole vida a los grandes próceres de nuestra música. Con el reguetón, esto y lo otro, lo que están haciendo es echar a perder la música. Santiago es Santiago chico, la capital del son”.
¿Qué le diría a la gente que va a asistir al concierto de Son 14 en Medellín?
“Dile a la gente que yo no olvido nunca la Feria de las Flores de Medellín, la vez que tocamos allá. Eso era una ola humana de gente sencilla y educada. No puedo olvidar a Medellín. Con el Son 14 pasamos momentos felices e inolvidables en Colombia”.
Defínanos el son. ¿Qué es para usted el son?
“El son comenzó aquí con un machete, una lima, una guira que le decían la botija, y era el bajo haciendo ¡pum, pum, pum! Así fue como comenzó el son en las barracas aquí. Ahora le han querido poner salsa. No nos ponemos bravos, en definitiva que cada cual le ponga como quiera, que nosotros vamos a seguir siendo soneros y amigos de todos. Nació de gozadera, de improvisación, y así canto yo, que no tengo problema. Me meto a sonear con cualquiera, porque nada más tengo que oír el coro y por ahí me voy”.