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Rosalía desafía a los puristas del flamenco

El mal querer, el segundo disco de la cantante, sorprende por su mezcla flamenca con los sonidos modernos del pop.

  • La cantante española Rosalía durante su presentación en la transmisión de los MTV Europe Music Awards, en la ciudad de Bilbao, el pasado domingo 4 de noviembre. FOTO reuters
    La cantante española Rosalía durante su presentación en la transmisión de los MTV Europe Music Awards, en la ciudad de Bilbao, el pasado domingo 4 de noviembre. FOTO reuters
10 de noviembre de 2018
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Los géneros no existen en estado puro, el sincretismo es lo que nos permite conocer propuestas tan diversas y bien ponderadas como la de Ibeyi, Bomba Estéreo o, incluso, Paul Simon (imposible hablar de mezclas de géneros y no pensar en Graceland). En ese contexto de mezcla entre tradición flamenca y juventud hipertecnológica, Rosalía Vila Tobella, conocida simplemente como Rosalía, presenta su segundo álbum El mal querer.

¿Por qué hay que prestarle atención a Rosalía? Porque su propuesta persigue el santo grial de la música contemporánea: el acercamiento entre lo local y lo global, entre el sonido gitano de la península ibérica y la más moderna de las corrientes bailables.

La cantante pasó de ser una artista solo conocida en su país a ser la actuación más comentada de la gala de los Europe Music Awards de MTV en Bilbao y a tener cinco nominaciones a los Grammy latinos de la semana entrante.

Su nombre es cada vez más valorado entre los críticos: Elias Leigh de Rolling Stone, señala que “desde el lanzamiento de su debut (Los Angeles, 2017), Rosalía ha impresionado a todo el mundo. Primero fueron los artículos en España que la elevan por “revolucionar” y “reinterpretar” el flamenco y luego la Academia de la grabación latina la nominó para mejor artista nueva...”. Para el portal Pitchfork, autoridad en la música indie, El mal querer es el mejor lanzamiento del mes.

El peso de la tradición

El trabajo de la española pone en aprietos a los puristas del flamenco: por un lado, tiene en la voz la belleza y la sinceridad de las grandes voces femeninas del género; pero por otro, su origen y su música están llenos de mezclas: resuenan el pop, la electrónica y el trap.

No hay que perder de vista que igual su trabajo busca ser comercial. Es el mismo sinsabor que hace más de treinta años les había dejado Camarón de la Isla, el más gitano de los flamencos, al incorporar guitarra eléctrica y batería en La leyenda del tiempo.

El trabajo está estructurado como un romancero, inspirado por una novela del siglo XIV llamada Flamenca, pero según la artista ella visualizó a la protagonista tomando poder y madurando. Está producido en compañía con El Guincho (el productor español Pablo Díaz-Reixa que también colaboró en las letras).

“Malamente, capítulo 1: Augurio”, el primer sencillo, es una pieza dramática que fácil pasa del sonido sincopado de las palmas gitanas a la potencia del bajo sintético del pop. Su video es un crisol en el que se funden las estampas de la tradición española como el toreo, los nazarenos y la arquitectura con la parafernalia de las coreografías sincronizadas del pop. También está “Di mi nombre, capítulo 8: Éxtasis”, que deja oír las condiciones de la voz de la intérprete, pero no tiene miedo al efectismo y la pirotecnia para lograr su objetivo de conmover a quien la escucha.

La controversia que suscitan las mezclas de género y de tradiciones no va a terminar por ahora, pero como lo dijo Rosalía al periódico El País de España para zanjar si una paya (una mujer no gitana) debe o no cantar flamenco o si su música es apropiación cultural: “Le debe mucho a la etnia gitana, pero la música no tiene dueño”.

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