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La desoladora imagen de Tom Dumoulin (Sunweb) corriendo hacía la línea de meta con su rodilla izquierda bañada en sangre, luego de una caída masiva a falta de 6.4 kilómetros para el final en Frascati, da cuenta que en el ciclismo, por mejor preparado que se llegue a una carrera, también se requiere de suerte.
Dumoulin, campeón del Giro de Italia en 2017 y subcampeón en 2018, cedió 4 minutos y 4 segundos con el ganador de la fracción, el ecuatoriano Richard Carapaz, y de esta manera restó opciones de luchar por un nuevo podio en la competencia.
Si bien entre los favoritos al título el holandés fue el mayor perjudicado, hubo otros afectados, en relación al líder, el esloveno Primoz Roglic (Jumbo), entre ellos el colombiano Miguel Ángel López (Astana). Lo importante es que no sufrió golpes físicos.
López arribó, así como el inglés Simon Yates (Mitchelton) y el italiano Vincenzo Nibali (Bahrain), candidatos al título, a 18 segundos del ganador Carapaz.
De esta manera, luego de una jornada en la que reinaba la calma y que se rompió en un abrir y cerrar de ojos, de Roglic, airoso del corte de la caída, aumentó diferencias en el liderato de la general.
Ahora lo escoltan Yates, a 35 segundos, Nibali -a 39- y Miguel Ángel, a 44.
Dicha para otros
Si los anteriores pedalistas vivieron un infierno tratando de alcanzar a Roglic y no ceder tanto tiempo, Richard Carapaz sigue viviendo momentos dulces en su carrera deportiva.
El pedalista de 25 años, quien en 2018, precisamente en su debut en el Giro se convirtió en el primer ecuatoriano en ganar etapa y terminar cuarto en la general, pisa fuerte para ganarse la oportunidad de ser jefe de filas del Movistar en una gran vuelta. Por lo pronto, en este Giro, en el que es gregario del español Mikel Landa, delata mejor rendimiento. Escaló 22 posiciones en la general y ahora es 16°, a 1.21 de Roglic.
Carapaz, quien se libró de la caída y se metió en la pelea por la fracción con 12 corredores más, lanzó un ataque a falta de medio kilómetro de meta, y aguantando la reacción tardía de los velocistas, los dejó sin chance de victoria.
“Era un día largo con repechos, no esperaba ganar, había que cuidar de Mikel Landa y no perder tiempo. Ataqué porque había esprinters, era difícil y a 600 lo di todo. Fue un ataque perfecto”, dijo el ecuatoriano, recordado en Colombia porque su etapa de formación ciclística la tuvo en las montañas de este país, compitiendo para el equipo Coldeportes Bicicletas Strongman, dirigido por Luis Alfonso Cely y logrando, en 2015, el título de la Vuelta de la Juventud.
En la presente temporada, Carapaz ya logró el título de la Vuelta a Asturias y en el Giro vuelve a ser protagonista.
Sus éxitos han causado tanta sensación que, como lo reseña la agencia EFE, ha contribuido a que el ciclismo empiece a ser un deporte popular en su nación.
“En 2015 no veías un cicloturista en Ecuador para nada. Ahora se empieza a interesar la gente y ves grupos montando por las carreteras”, confiesa Carapaz, natural de la provincia de Carchi.
“Nadie había logrado algo tan grande. Había periodistas poco preparados para comentar esto y lo hacían como un equipo de fútbol. Para mi es un gusto poder tener a tanta gente que te sigue. No tengo presión porque no debo nada a nadie. Lo que tengo lo he conseguido yo. Me encanta, me gusta y me apasiona el ciclismo”, relata el escalador de 62 kilos, 1.70 de estatura y quien llegó al elenco español en 2016.
“En mi país no hay ciclismo y si quieres salir tienes que ir como primera opción a Colombia”, relata Richard, quien pese a la adversidad salió en busca de sus metas.
“Al vivir en la frontera, en Tulcán -a cuatro horas de Quito-, a 3000 metros, siempre escuchaba por la radio la Vuelta a Colombia. Luego tuve la casualidad de que mi primer mentor, Juan Carlos Rosero, que corría en Colombia, era del pueblo y montó una escuela”, recuerda.
Con el tiempo me tuve que ir y fue difícil salir de casa. Mis padres me apoyaron mucho porque me dijeron que los sueños hay que buscarlos y que en Ecuador no había gran futuro. Me encontré con buenas personas en Colombia y me acogieron bien y, sin embargo, poderme comunicar con la familia era difícil porque tenía pocos recursos para un celular”, comenta Carapaz, a quien hoy, en su móvil, le deben llover los mensajes felicitándolo por sus conquistas.
El lunes perdió tiempo por culpa de una avería mecánica, ahora, con la suerte de su lado, festeja.