El deporte femenino atraviesa un punto de inflexión histórico en términos económicos. De acuerdo con el más reciente informe de Forbes, ya existen 25 equipos deportivos femeninos valorados en nueve cifras, con un valor conjunto de 5.600 millones de dólares, un valor impensado hace apenas una década, cuando muchas franquicias se incluían como “extra” en la venta de clubes masculinos.
La publicación de este jueves destaca que el crecimiento está liderado por la WNBA, liga que domina el ranking: los cinco equipos más valiosos del mundo pertenecen al baloncesto femenino de Estados Unidos, encabezados por el New York Liberty, valorado en 400 millones de dólares. En total, 12 franquicias de la WNBA aparecen entre las 25 más valiosas del planeta.
Según Forbes, este auge se explica por el aumento sostenido en asistencia, audiencias televisivas, contratos de patrocinio y derechos de transmisión, además del interés creciente de inversionistas de alto perfil.
La WNBA, por ejemplo, firmó en 2024 acuerdos de derechos mediáticos que alcanzarían 2.200 millones de dólares por 11 años, mientras que varios de sus equipos ya coquetean con la rentabilidad.
El informe también resalta el avance de la NWSL (liga profesional de fútbol femenino de máxima categoría en Estados Unidos), que aporta ocho equipos al listado. Casos como el Kansas City Current, con estadio propio y proyecciones de ingresos cercanas a los 45 millones de dólares en 2025, reflejan el nuevo modelo de negocio de la competición. Además, las tarifas de expansión se han disparado, alcanzando 165 millones de dólares para Atlanta en la NWSL y hasta 250 millones por franquicia reciente en la WNBA.
Europa, aunque todavía por detrás de Estados Unidos, empieza a ganar terreno. Forbes incluyó cinco clubes europeos, con Arsenal, Barcelona, Chelsea, Manchester United y Real Madrid como referentes. La venta del 10% del Chelsea femenino al cofundador de Reddit, Alexis Ohanian, por una valoración cercana a los 250 millones de dólares, es señal del creciente interés inversor, aunque la revista advierte que el fútbol femenino europeo aún enfrenta desafíos estructurales en ingresos, estadios y modelos comerciales.
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