Tuvieron que pasar once partidos, ocho entrenadores y casi ocho años de resignaciones y decepciones para que Atlético Nacional volviera a saborear un triunfo liguero sobre Millonarios en el estadio Atanasio Girardot. La espera fue larga, áspera, cargada de frustraciones; pero la noche de Medellín se convirtió en un desahogo cuando el verde, empujado por su gente, venció 2-0 con goles de William Tesillo y Jorman Campuzano.
El partido comenzó con un marco imponente. Las tribunas repletas, la marea verde ondeando banderas y gargantas que no se cansaron de alentar. Se percibía algo distinto: la fe renovada, la sensación de que la mala racha podía romperse.
Diego Arias, el técnico interino, apostó sin miedos. Plantó un equipo ofensivo, con el argentino Juan Bauzá y Edwin Cardona manejando los hilos de un mediocampo que buscaba ser protagonista. Nacional, desde el primer minuto, fue más que su rival. Sin embargo, como tantas veces en los últimos años, el gol parecía resistirse.
Todo cambió en el segundo tiempo, cuando el Atanasio se transformó en el escenario de una liberación colectiva. Llegó un tiro de esquina trabajado en la semana, un verdadero laboratorio.
Cardona cobró en corto para Hinestroza, este lanzó la pelota al área y, tras un rebote, apareció William Tesillo. El defensa, con temple de goleador, cruzó su remate para romper la sequía. El estadio explotó. Ese grito que estuvo atorado durante casi siete años salió como un rugido incontenible, no solo por el gol, sino por el peso que se sacudía la hinchada.