El 1 de julio de 2004, Nicolás Alcázar se encontraba en el estómago de su mamá Yuliana y producía un retumbe de alegría que se contagió del exterior: Herly, su padre, conquistó la Copa Libertadores con el Once Caldas.
Un mes y medio después, Nico nació ya con el furor del fútbol, según su madre. “Vea, lo curioso de esto es que su papá nunca insistió en que lo metiéramos a fútbol; más bien se animó a que lo llevamos, algún día, al estadio”.
Así fue, y en medio de ese ambiente, creció el pequeño Alcázar. Curiosamente, similar a su papá, siempre le gustó jugar adelante.
“Soy un poco diferente a él, más encarador y desbordador; a mi papá le gustaba estar siempre en el área”, dice Nicolás.
Por eso, en esta edición 33 del Ponyfútbol, jugando con el club Belén La Nubia, espera demostrar que está hecho para triunfar en el deporte. Ante Bello, por el grupo B, tendrá su debut hoy, a las 7:00 p.m.
Sin embargo, la pelota no es lo único con lo que sueña este chico de 12 años. Su otro anhelo es surcar las alturas. “Él quiere estudiar aviación, es un deseo que nos ha hecho público en el caso de que no pueda quedarse en el fútbol y deba encontrar alternativas”, relata la madre, tema que el chico confirma.
No sabe explicar de dónde sale ese gusto, pero sí es consciente de que al balompié profesional es difícil llegar y por eso se plantea una segunda opción. Aún así, recibe los consejos necesarios de su padre para poder desplegar mejor su talento, ese que su entrenador, Steven Sánchez, describe como importante.
“Es el jugador diferente del equipo, el que encara, el que tiene gambeta, habilidad y sirve para romper las defensas rivales”.
Por eso hoy, en su segundo Ponyfútbol, Nicolás anhela a marcar la diferencia y seguir prolongando el apellido Alcázar, que ante ya alzó una Copa Libertadores.
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