En todos los lugares de su hotel de concentración, Sergio Julián Pérez Arias anda con un libro de la Virgencita debajo del brazo.
Una de esas cosas que le gusta hacer, cuando no está detrás de la pelota, es leer. En esta ocasión, para motivarse y afrontar el Ponyfútbol, el 10 de Los Almendros de Yopal (Casanare) devora las páginas de un libro que le regaló su padrino antes de viajar a la capital antioqueña.
De especial tiene, además, que le da el componente espiritual que se necesita para encarar una competencia que resulta gigante y en la que tiene que estar lúcido para conducir a su equipo en ese reto.
“Yo soy católico, voy cada ocho días a misa y siempre me impregno de la fuerza que me da Dios para salir a jugar”, relata el pequeño de 12 años.
Hace más o menos siete años que tocó una pelota por primera vez. Se motivó porque su papá y su hermano siempre se jugaban varios picaditos y a él siempre le llamó la atención.
Así fue que llegó al club Camaritas de Yopal, que ya lleva cerca de 20 años explotando los talentos de la región. Allí comenzó siendo volante pero, por sus condiciones, fue pasado a la delantera, un cambio que ve como positivo.
Por eso tiene la responsabilidad de los goles en el Festival de Festivales, una experiencia que lo motiva por la cantidad de jugadores que han emergido de allí.
“No solo han salido al fútbol profesional los que hoy son los referentes de los niños, imagínese que, en 2015 que vinimos, dejaron a tres niños de nuestro equipo probándose con Envigado y Nacional”, revela John Ramírez, uno de los entrenadores de Los Almendros, que ayer tuvo un debut complicado ante Inder Medellín, el cual quedó 1-1.