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Desde que empezó la Liga Femenina en Colombia, en 2017, la caucana Naila Imbachi tenía la ilusión de jugar una final. Ese sueño se le está cumpliendo con el DIM-Formas Íntimas y quiere redondearlo con el título este lunes (8:00 p.m.) en el Atanasio Girardot frente al América.
Para lograr esa misión, el equipo rojo deberá remontar el 2-0 que le propinó su rival el martes pasado en el Pascual Guerrero, en una noche oscura para el plantel paisa.
Naila, acostumbrada a grandes batallas, dice que la misión es posible, apoyada en la calidad de sus compañeras y en el respaldo de una afición que las arropa y que, seguramente, llegará al escenario a alentarlas y a brindarles el reconocimiento por la clasificación a la Copa Libertadores.
Antes de hablar del duelo definitivo (ver en un minuto), la mediocampista nacida en Timbío y que en el pasado actuó con América y Envigado, evocó sus comienzos en el fútbol con las selecciones del Cauca, Valle, Tolima y Antioquia. Esta última región la adoptó cuando tenía 22 años.
En suelo paisa progresó como deportista en el Club Molino Viejo, que la cedía a Formas Íntimas para las competencias internacionales. A la par creció como persona, pues en el Politécnico Superior de Medellín se graduó de instructora en Preparación Física y en entrenamiento deportivo. En el Jaime Isaza Cadavid amplió sus conocimientos como Profesional en Deporte y hoy en día, además de deleitar con su juego en la Liga, adquiere experiencia en calidad de entrenadora de las categorías menores del club Futuro Antioquia.
Al ver que las oportunidades se le abrían en este territorio, una década atrás se trajo a sus dos hermanas (Adriana –mayor– y Samanta –menor–) a vivir con ella. Luego, hace un lustro, convenció a sus padres, Luis Imbachi y Carmen Cecilia Martínez, a dar el mismo paso, y todos están felices.
“Se enamoraron de este territorio, aunque al principio a mi papá le costó. Era reacio a dejar la tranquilidad del pueblo para enfrentarse a una ciudad saturada de carros y de gente”, relata la deportista a que la que todavía don Luis le fabrica los guayos.
La número 20 del Medellín ha acumulado una vasta experiencia. En ese recorrido se cuentan tres temporadas, a partir de 2010, en el club Valladolid, España, de fútsal.
Confiesa que a pesar de la lesión que sufrió allí, “fue una vivencia bonita”. Se rompió el ligamento cruzado en una de sus rodillas y le tocó afrontar, lejos de la familia, la recuperación. “Eso lo fortalece a uno, ahí aprendí la disciplina y la cultura deportiva de los europeos. Allá comes, sueñas y vives todo el tiempo en función del deporte; la gente se exige al máximo así no haga parte de la rama profesional”.
Helena Vargas y Leticia Martínez fueron dos ángeles que encontró, y que le ayudaron a superar ese escollo.
Naila tiene 35 años y su rendimiento es alto, de ahí que se haya ganado un puesto en la formación titular del Poderoso por encima de jóvenes de buen talento. Por ahora piensa en la final y en la posibilidad de levantar la copa en casa y ante un estadio lleno. Ya tendrá tiempo para reflexionar sobre su futuro y el desenlace de la Liga será determinante en esa decisión.
“No sé qué vaya a pasar. Por ahora está fija la Libertadores (noviembre), en la que ya participé dos veces (tercera y fase de grupos). Después definiré si juego un año más o me retiro”, dice la caucana que encontró en el fútbol la luz para su progreso.