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Cuando el público da la espalda al esfuerzo deportivo

Atletas en el país vienen siendo víctimas de bullying debido al karma del triunfalismo. Ellos no deben caer en ese juego.

  • Atletas en el país vienen siendo víctimas de bullying debido al karma del triunfalismo. Ellos no deben caer en ese juego. FOTO EFE
    Atletas en el país vienen siendo víctimas de bullying debido al karma del triunfalismo. Ellos no deben caer en ese juego. FOTO EFE

Antes en Colombia había festejo con saber que un ciclista iba a tomar parte en una gran vuelta; ahora hay crítica si el deportista termina la competencia quinto o décimo. Algunos tildan la presentación como fracaso.

En épocas en que el pedalismo perdió vigencia en Europa, las escasas alegrías retumbaban con eco nostálgico por revivir las glorias de antaño. Y llegaron títulos y podios por doquier. Pero a medida que se acumularon los éxitos aumentó la insatisfacción.

Esta situación no es exclusiva de este deporte. “Les hacían bullying a mis sobrinas; a mi tía le decían que yo ya no servía para esto, solo por ser subcampeona mundial de atletismo, me decepcioné tanto, que me encerré 3 meses en Apartadó y estuve a punto de retirarme”, expresó Caterine Ibargüen, primera en contar su desazón al ser víctima de comentarios e insultos por su desempeño en 2017.

Después de aquella confesión, los duros testimonios que recogen estas páginas hacen un llamado a la reflexión para ponerle un freno a una profunda problemática social, que se agudiza al borrar de la memoria las gestas de aquellos que han engrandecido el nombre del país.

Me desentiendo de los comentarios: Carlos Mario Oquendo

“Nunca he cerrado mis cuentas en las redes sociales, pero aprendí a desentenderme de todos esos comentarios malos que hacen allí, a no estar pendiente qué respondieron o cuántas personas vieron lo que publiqué, porque en un pasado me di cuenta que terminaban afectándome.

Ese no solo un error de ahora, también lo será en el futuro, creer que todo el mundo puede opinar sobre lo que le sucede a uno, sabiendo que, al final, cada ser es el que sabe si hizo las cosas correctas o no.

Entendí que la única opinión valedera es la mía, la de mi familia, las de personas importantes, entre ellas mi entrenador.

La gente nunca está satisfecha, es suficiente ver lo que ha pasado con Nairo o Rigo, quienes siempre están en el top-10 del ciclismo mundial en importantes competencias en Europa pero las personas solo quieren que ganen. Es muy fácil hablar, criticar o señalar; sin embargo, a la hora de la verdad, nadie sabe cómo sucedieron las cosas. Muchos creen que una competencia es fácil.

El problema es cuando te pones en el papel de preguntar si a la gente le gustó o no lo que se hizo, se escribió y se publicó.

Me afectó mucho los comentarios que hicieron cuando retornamos de los Olímpicos de Río-2016, en los que no gané medalla como lo había hecho cuatro años atrás en Londres-2012 pero sí mi compañero Carlos Ramírez y Mariana Pajón.

Yo los acompañé al recorrido por la ciudad, a su regreso de los Juegos. Solo quería compartir con ellos, pero hubo gente que criticó el solo hecho de estar ahí presente.

Decían que Oquendo por qué estaba con ellos, que qué hacía yo ahí si no había ganado nada, que me estaba robando el crédito de los demás, que me bajara de las nubes, que ya había tenido mi cuarto de hora, que dejara disfrutar a los otros...

Mis papás fueron los que me alertaron de lo que pasaba, pero dije, si les respondo era como entrar en un juego innecesario. Es mejor no hacerlo para evitar dolores de cabeza”.

Es mejor guardar silencio: René Higuita

“Muchas veces me he sentido señalado, vulnerado y hasta agredido por algún comentario que hago en las redes sociales. Hay personas que empiezan a opinar como si tuvieran una gran certeza. Por ejemplo, en el campo político, porque la gente empieza a identificarme como si hiciera parte de un determinado partido, sin entender que mi mejor partido es el deporte.

A esa clase de comentarios negativos es complicado no ‘pararles bolas’. Sucede que después uno, si acaso, da una opinión sencilla o se termina absteniendo de hacerla porque puede ser una cosa muy sencilla, la gente la convierte en polémica.

Si digo que el español Iker Casillas fue el arquero más grande de la historia, y se me olvida decir que el mejor fue el italiano Gianluigi Buffon, no falta quién me empiece a criticar o a ofender de manera descarada.

Uno quisiera respuestas con respeto, pero mucha gente aprovecha cualquier cosita precisamente para darle duro a uno y sacar cosas que no vienen al caso.

Tratar de que la familia o los hijos no vean aquellas respuestas y se alteren es muy difícil controlarlo. Muchas veces me preguntan, ¿papá, usted por qué dijo eso? Y yo, por lo general, les contesto con otra pregunta, ¿qué hay de malo en esa opinión?

Ese tipo de cosas, que despiertan gran preocupación, terminan pegando en la mente de la persona. Por tal motivo no digo nada malo de nadie, trato de hablar siempre lo mejor.

Si me invitan al proceso de paz, y si voy con los de las Farc, entonces dicen que soy un guerrillero; si me invita el expresidente Álvaro Uribe a un evento, opinan que soy del Centro Democrático; o si Gustavo Petro lo hace, yo ya soy dizque de la izquierda.

Yo solo diría, voy a unir a todos los políticos para que sigan trabajando por el deporte, porque la verdad, y luego de lo que fue mi carrera en el fútbol, lo que menos quiero es ganar enemigos y exponer a mis seres queridos. Es triste saber que muchas veces es mejor guardar silencio”.

Me duele lo que dicen de Nairo: Atapuma

“Por fortuna han sido más los comentarios buenos que malos de la gente en la calle o en las redes sobre lo que, hasta ahora, ha sido mi carrera.

Pero cuando hablan mal de mis compatriotas ciclistas, entre ellos de Rigoberto Urán o Nairo Quintana, después de tanta gloria que le han dado al país, es como si me hirieran a mí, me duele en el alma, porque más que nadie sé del trabajo que debemos hacer para lograr las metas, para brindarle un buen futuro a nuestras familias y, por ende, entregarle alegrías al país con nuestras actuaciones.

Quiénes lanzan esos señalamientos es porque jamás se han montado en una bicicleta, no saben lo que es sufrir, no tienen ni idea lo que se siente montando en una bicicleta por cuatro o cinco horas a diario.

No soy conformista, pero el solo hecho de pertenecer a un equipo -UAE Emirates- del máximo circuito mundial es ya un triunfo, cosas que para el grueso de la gente, no pareciera nada.

Las personas son ligeras al lanzar juicios de apreciación y se dejan llevar por los comentarios de otros, en una cadena que, por lo general, causa mal.

Por eso ni se dan por enterados del sacrificio que uno debe hacer para rendir en la bicicleta, por ejemplo, en el caso de nosotros los ciclistas.

Es muy fácil sentarse a criticar, pero no saben el mal que causa un simple comentario.

Nosotros no somos máquinas, no programamos un triunfo, luchamos para conseguirlo. Y lo hacemos sacrificando muchas cosas y en carretera nos entregamos ante otros ciclistas que también trabajan duro para dar lo mejor de ellos.

Es triste que, cuando no se da una victoria, se desconozca todo el historial que acumula un deportista. Es como si no tuviéramos memoria. No entienden que en una carrera suceden muchas situaciones incómodas y que hasta hay que tener suerte para que se den los resultados. Se vive del momento y se olvida rápidamente el pasado”.

Este país es proclive a ver lo malo: Arévalo

“Una vez, luego de una competencia en China en la que fui descalificado, comenzó la avalancha de críticas. Pero hubo una que se me quedó en la mente: un medio de comunicación abrió una nota diciendo, textual, ‘que era triste, decepcionante y preocupante que un atleta tuviera semejante preparación para acabar descalificado’.

Por un mal día que tuve destrozaron, además, el trabajo de todo el equipo de marcha que había sido bueno en esa competencia.

En deporte de alto rendimiento se trata de llevar el cuerpo al límite y se hace siempre con el objetivo de ganar, pero cuando tienes un mal día lo tienes, como cualquier profesional.

Yo fui campeón mundial el año pasado y este año en el Mundial por equipos me ubiqué 12. Eso no significa que sea malo. Al atleta hay que darle la oportunidad de las caídas, porque, créanme, aprendemos mucho más de estas que de las victorias. Yo me he empeñado en fortalecer mucho mi trabajo mental porque es necesario aprender a omitir lo tóxico que te rodea: los malos comentarios. Siento que es fundamental que el deportista aprenda desde la parte sicológica a conocerse y a mejorar sobre los errores que comete. Pero sí considero fundamental que los medios eleven su conocimiento.

Pongo tres ejemplos: a Nairo lo critica un periodista que no sabe de ciclismo; a Robert Farah y Sebastián Cabal les menosprecian los triunfos sin un solo argumento tenístico o de contexto; a Esteban Chaves, que ha tenido una historia tremenda, lo quieren sepultar por un bache en la carrera que, incluso lo ha llevado hasta pensar en el retiro.

Yo creo que el conocimiento de la gente y el periodismo se han quedado relegados respecto al crecimiento del deporte. Está bien la crítica, pero que sea una que edifique. Ese sesgo cognitivo que obliga a este país ser proclive, a ver lo malo, es necesario cambiarlo desde la cotidianidad. Y los deportistas, con la superación, tenacidad y disciplina dan ejemplo de que todos los días hay un vaso medio lleno que se impone a la parte vacía.

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