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A Fátima Daniela Dos Santos no le importa dormir menos de cinco horas diarias ni tener que recorrer con su hijo Matías más de una hora en el servicio público (primero en el alimentador y luego en el metroplús) para llegar a la unidad deportiva de Belén. A ella lo que la hace feliz es ver a su hijo disfrutar las clases que pudo retomar desde este lunes, tras la apertura de los escenarios.
Madre e hijo estaban radiantes. El calor que se empezó a sentir desde las 9:00 de la mañana acompañó a Matías en un regreso que disfrutó tanto que no paró de correr y por eso fueron necesarias las dos botellas de jugo que preparó en su casa, ubicada en el barrio Santa Cruz, y que trajo para hidratarlo.
Desde el pasado viernes, cuando se anunció la apertura del escenario, Matías, un niño de 6 años con síndrome de Down, preguntó constantemente cuándo era el día de ir a Belén. La noche anterior alistó todo y se despertó muchas veces repitiendo lo mismo: “Vamos para Belén”.
En la mañana no hubo que levantarlo, él se lanzó de la cama, cantando y saltando. Se bañó, se vistió y desayunó, todo en tiempo récord, pues la premura era llegar a disfrutar de su clase y encontrarse de nuevo con los amigos y el profesor para jugar.
Y es que desde que Fátima, una venezolana que llegó a Medellín hace dos años y medio con sus dos hijos, una hermana y su madre, en busca de un mejor futuro, descubrió el programa del Inder, siempre cumple, tres veces a la semana, con la misma rutina, ya que este proyecto de iniciación multilateral le ha permitido mejorarle la calidad de vida a su pequeño.
A un lado de la cancha sintética, Fátima cuenta que todo este tiempo de cuarentena con los niños fue duro. “No tengo facilidad para la conexión en casa, entonces me tocaba inventarles juegos, pero a Matías en especial le hacía falta, además porque en este espacio me han ayudado para que él pueda mejorar la concentración, la integración, el vocabulario y a desenvolverse mejor”.
Ahora, ambos esperan que pronto habiliten las piscinas para que el niño siga con sus entrenamientos ya que hace parte del programa Deportes Sin Límites, y quiere ser un campeón, “de esos que se cuelgan medallas”, dice sonriente el menor.
“Logramos tener una adaptación fácil y sin complicaciones en casa con los entrenamientos virtuales y las clases bajo ese sistema, pero siempre será mejor estar al aire libre, que ellas puedan socializar con sus amigos y con el entrenador. Era algo que les hacía mucha falta”, señala la madre de las menores de 5 y 13 años.
“María Antonia siempre me preguntaba cuándo iba a regresar a entrenamientos. Verlas de nuevo acá es bueno y mejor que hayan organizado los horarios porque no son muchas personas por turno, así que podemos seguir con los cuidados y las medidas de prevención que nos han enseñado en estos meses”.
Muy cerca de allí, en la zona de actividad física, Marilyn Hernández y Miryam Orozco Muñoz, instructoras del Inder, animaban un grupo de personas que llegó para hacer su rutina cardiovascular.
Mientras tanto, en la unidad deportiva Atanasio Girardot, no fue tan masiva la presencia de gente. Hoy se espera que llegue en gran número de deportistas alentados por la reapertura, pues ayer se realizaban las últimas adecuaciones en las piscinas y las canchas ubicadas allí.
De esta manera, la comunidad empieza a recuperar sus espacios de entrenamiento y esparcimiento luego de seis meses de aislamiento. El retorno es gradual y las autoridades hacen un llamado para que las personas mantengan siempre los protocolos de bioseguridad.