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Todos parecemos coincidir en que para lograr el desarrollo de Colombia es necesario educar. Es como decir: “eduquemos y listo”. Pensar así es una simpleza intelectual. ¿Si uno pregunta qué debemos hacer? La respuesta general es: ampliemos cobertura, eduquemos de cero a cinco, mejoremos la calidad y otras. Estas iniciativas, llenas de lugares comunes, son prerrequisitos, pero implementarlos NO va a llevarnos al desarrollo.
Los países se desarrollan en la medida que diversifiquen su producción, aumenten el valor agregado y profundicen el contenido tecnológico de lo que producen. Para esto, adicional a las políticas horizontales -tributación que estimule la actividad productiva, política arancelaria correcta, bajos costos logísticos y energéticos y otras tantas-, es necesario que los países se enfoquen en tres puntos centrales: acumulación de capital humano con competencias productivas relevantes; transferencia tecnológica e innovación; y modernización industrial, esto es equipos y procesos de punta. En esta edición nos centramos en los dos primeros puntos, que siendo totalmente centrales, son a los que menos se les presta atención.
En la acumulación de capital humano, la relevancia tiene que estar totalmente articulada con los sectores que se quieren desarrollar. Si uno va a desarrollar en la región un gran centro financiero, entonces la formación tiene que estar articulada con las competencias necesarias para que dicho centro financiero prospere tal como acontece en Londres, Suiza y Nueva York. Lo mismo si se quiere desarrollar la acuicultura, la industria aeronáutica, o los negocios relacionados con tecnologías de información (TI) y así sucesivamente. Existe, entonces, una estrecha relación entre los sectores que una región o país quiera impulsar y la formación y acumulación de capital humano capacitado en cada uno de esos sectores.
En la formación y acumulación de ese capital humano distinguimos dos capítulos centrales y totalmente relacionados. El primero es la formación conceptual avanzada, esta es la que se da en posgrados, especializaciones y doctorados.
La región tiene que definir cuáles sectores impulsará. Si Antioquia quisiera desarrollar la carboquímica, por ejemplo, es necesario tener profesionales con formación avanzada en este campo. A manera de ejemplo, también se ha definido lo relacionado con energía y las TI, entre otros clústeres estratégicos. En esas condiciones, para saber si las universidades locales están formando ese capital conceptual avanzado, basta comparar los currículos de nuestras universidades con los de aquellas ubicadas en lugares del planeta donde sabemos, a ciencia cierta, que esas actividades han prosperado.
En el mundo digital o TI, sabemos que California y Silicon Valley, en Estados Unidos, o Bangalore, en la India, están muy avanzadas en esto. En la edición de hoy traemos esa comparación entre programas y temáticas que se enseñan en nuestras universidades versus las de California o también Bangalore. Saquen ustedes las conclusiones.
En esto, adicional a la formación conceptual avanzada, es necesaria la formación tecnológica. Sin duda, Alemania ha dado ejemplo al mundo de cómo formar tecnológicamente su capital humano. Su sistema de formación tecnológica dual, combina la formación teórica de las aulas, con el aprender haciendo en el trabajo. El aprendiz va a institutos tecnológicos tres días a la semana y trabaja en las fábricas dos días. Esa formación dual, centrada en el aprender haciendo, afianza competencias productivas y tecnológicas más sólidas que las que se logran simplemente con cursos breves. No en vano, este concepto es pilar de los sistemas educativos alemán, estadounidense, coreano, japonés, entre otras naciones desarrolladas.
En Colombia, un país de cincuenta millones de habitantes, hemos centrado toda la formación tecnológica en una institución: el Sena. Cuando uno mira qué enseñan, se encuentra que la mayoría son cursos cortos y de perfil básico. La formación procedimental tecnológica avanzada no es el centro de su formación. Concentrar todo el desarrollo tecnológico de un país como el nuestro en una sola institución, cuya formación está centrada en cursos cortos, puede que sea de ayuda para industrias y sectores de poco valor agregado, pero ciertamente no facilita el desarrollo procedimental avanzado.
El sector productivo debería poder dedicar al menos el 30 % de los aportes al Sena a contratación de formación tecnológica avanzada relevante a sus sectores y dictada por institutos tecnológicos certificados que le establezcan competencia al Sena. Este planteamiento tendría como efecto secundario obligar al Sena a articular su formación con lo que requiere el sector productivo y, adicionalmente, forzará aumentos en calidad.
En todas las encuestas que se hacen al sector productivo, siempre se advierte que un muy alto porcentaje de sus necesidades de capital humano no las satisface el sistema educativo colombiano. ¿Es suficiente con tener una educación conceptual avanzada relevante a sectores complementada con una tecnológica procedimental suficiente para garantizar desarrollo? Definitivamente, es una condición necesaria, pero no suficiente. Nadie duda que España tiene grandes avances en la formación de capital humano, pero no ha sido lo necesario para bajar un desempleo juvenil rampante.
El desarrollo hay que tejerlo sector a sector, región a región, industria a industria, con la acumulación del capital humano, transferencia de tecnología y fomento a la innovación y modernización industrial.
Todo lo necesario para producir empleos de calidad en un país se logra articulando una Política de Desarrollo Productivo. Esta combina la formación del talento con instituciones que faciliten la transferencia de tecnología especialmente a las pequeñas y medianas empresas (pymes); bancos de desarrollo que complementen el financiamiento de la modernización industrial, alargando plazos y aplanando tasas de créditos. Pero tal política también se logra con el impulso a parques industriales, zonas económicas exclusivas, entre otros mecanismos, como ya lo han hecho en Asia.
Para terminar, los países que avanzan no solo intervienen sus sistemas de formación, sino que tienen profundos sistemas de creencias colectivas (belief systems). Entre las creencias colectivas locales tenemos, por ejemplo, “el antioqueño es recursivo y trabaja duro” o “Medellín es la ciudad más innovadora del planeta”. En consecuencia, la ciudad está empeñada en impulsar la innovación y hacerle honor al título global que recibió. Los sistemas de creencias del siglo XXI para Antioquia deben reforzar el fomento al pensamiento creativo, imaginación, apertura al cambio, curiosidad, diversidad, liderazgo, trabajo en equipo y redes, etcétera.
En resumen, un discurso superfluo sobre la formación y acumulación del talento no es suficiente para producir desarrollo. Se requiere intervenir los sistemas de creencias, más la formación, tanto conceptual avanzada como tecnológica o procedimental. Sabemos que esta condición es necesaria, pero nunca suficiente, si no hacemos las otras tareas que abarcan una Política de Desarrollo Productivo impulsada en todo el país.
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