En una vieja casa de Carolina del Príncipe, entre un patio iluminado, un solar y el sonido de una niña corriendo, funciona Soz Natural. Pero esta empresa de alimentos no nació de un plan de negocios, sino de un cuerpo agotado.
Ángela Ortiz, ingeniera agroforestal, vivía para proyectos grandes que la consumían. El hambre la asediaba, y ella corría a la máquina de la oficina: “Mecato, tinto, mecato, tinto. Cero tiempo para hacer ejercicio”, recuerda. Su cuerpo le reclamó y el pago fue ir a urgencias cada ocho días. Ese fue el límite. Renunció.
Su nuevo proyecto fue tener un bebe, al lado de su esposo, Andrés Vélez, pero para lograrlo debía cambiar sus hábitos. Ángela padecía gastritis, migraña y colon irritable por los viejos hábitos. Empezó a investigar sobre alimentación saludable y cómo reemplazar ingredientes en sus preparaciones. Menos ultraprocesados y más frutas, verduras y cereales integrales como la avena, de la que Ángela se enganchó como un remedio para sus afecciones. Con la avena vino la pregunta de cómo prepararla para que supiera mejor y la respuesta: sus panquecas.
A Andrés y Ángela les gustaron tanto que invitaron a un vecino, un chef profesional, a probarlas, y este fue el primero en sugerirles venderlas. Ángela se embarcó en el proyecto. En 2018, recibieron un incentivo de Capital Semilla para hacer realidad la idea. Buscaron un nombre y encontraron la palabra turca Soz, que significa promesa: “Soz natural es una promesa de alimentos naturales”, dice Ángela. Legalizaron la marca, sacaron registro Invima y nació un nuevo tiempo para la pareja.